Qatar, una película de terror de serie B
Josep Maria Bartomeu vuelve a tropezar con la misma piedra. En efecto, igual que sucede con el caso Neymar, se acabó la incertidumbre en cuanto a la irrenunciable inyección económica que supone lucir publicidad en la camiseta. Esta circunstancia, que a priori debería ser positiva, no lo es tanto dadas las circunstancias, pues no se puede olvidar que hace exactamente un año el Barcelona tenía firmados 70 millones de euros por temporada con Qatar Airways, que finalmente acabará pagando la mitad, 35 millones, lo cual no es una buena noticia en este contexto.
Naturalmente 35 es más que 0 pero el anterior vicepresidente económico, Javier Faus, dejó formalizada la prórroga del patrocinio de la aerolínea qatarí por el doble de dinero, y 70 es más que 35. Conformarse con esto supone volver a constatar este Barcelona de mínimos, que se conforma con futbolistas de perfil medio para estimular el nivel del equipo, como si no le hubiera quedado claro que jugadores como Alex Song no pueden disputarle la titulartidad a ninguno de los que están en el once. “Es el menos malo de los posibles finales” decían con el caso Neymar. Poca duda cabe de ello aunque también haya socios y aficionados que se planteen quién ha motivado semejante situación.
Fue Bartomeu quien, envalentonado tras la consecución del triplete, intentó revisar al alza el acuerdo, lo que molestó a los gestores de Qatar Airways, que rompieron el acuerdo de motu propio y tocó reiniciar toda la negociación. La situación no hubiera sido tan grotesca si el presidente no hubiera prometido traer la propuesta de Qatar y someterla al voto de la Asamblea, que también tendría en sus manos una alternativa en caso de que al socio compromisario no le agradaran los petrodólares. Es bien sabido que no hubo ni lo uno ni lo otro.
Por lo pronto, el acuerdo no servirá ni para financiar la devolución de los 47 millones de euros de Can Rigalt, las veinticinco hectáreas que el club vendió en 2005 cuya venta el juez ha mandado deshacer, limitando así la capacidad de movimiento financiero del Barcelona, otra vez, incluso antes de que empiece a rodar el balón. Y en cuanto a finanzas, no olviden que esta junta proyecta remodelar todas las instalaciones del club por 600 millones de euros sin tener garantías de financiación. Igual si la película no era tan mala no daba tanto miedo.