“Esto es una guerra”
A. Burgos – Hay una nueva emigración que no tiene esta vez como banda sonora el “Adiós, mi España querida” de Juanito Valderrama, ni la fotografía tópica del vagón de tercera y la maleta amarrada con guitas camino de Dusseldorf. Es la emigración de los universitarios expatriados, que en un país que como muy cerca está en los Chirlos Mirlos encuentran el trabajo cualificado y bien pagado que aquí no hallaron a pesar de sus másteres: “Lo digo por experiencia/porque a mí me ha sucedío”, sentenciaba el cante. Me ha sucedido con mi hijo Fernando, que hace muchos años trabaja en Munich. Quiero decir que la Jefa de mi Casa Civil fue de los cientos de madres españolas que tuvieron el corazón en un puño en la fatídica tarde del viernes, cuando desde Munich comenzaron a llegar confusas noticias de un atentado en un gran centro comercial, sin saberse si era tiroteo, explosión de una bomba o cualquier otra fechoría de ese enemigo interior que tan bien conocemos en casa, cual el terrorismo, pues si les cuento ahora esto es gracias a la Virgen de los Reyes, que impidió que los hideputas pistoleros etarras me quitaran del tabaco, como querían, esperándome en la puerta.
No es para describir la angustia de una madre que sabe que su hijo suele ir a almorzar a ese centro comercial Olimpia del triquitraque de los mamones terroristas, pues le coge muy cerca de su oficina. Por eso le dedico estas líneas a Isabel como homenaje de amor a su aguante, cuando llamaba al teléfono móvil de Fernando y le salía directamente el contestador. Yo no le decía nada, pero pensaba que también saldría el contestador cuando las madres de las víctimas de las explosiones de los trenes de Atocha llamasen a sus hijos. Qué hora de angustia, qué imagen más honda del terror, hasta que, ¡por fin!, sonó el teléfono y eran ellos, Fernando y su mujer, que nos decían que estaban bien. Aunque había recomendado un virtual Toque de Queda la muniquesa Polizei de los coches verdes y grises que tantas veces he visto patrullar por sus calles y que a caballo, como el sevillano Escuadrón de La Paz, abría en la católica Munich la muy devota y popular procesión del Corpus hasta la Marienplatz donde aún se recuerda al arzobispo Ratzinger.
Cuando me preguntan dónde está mi hijo, de broma y con guasa sevillana, suelo contestar:
— Lo tengo en Alemania; está en la División Azul de ahora…
Pero es que es verdad. Él y todos estamos en el frente. En un frente mundial. Me lo hizo ver mi amigo el sociólogo José Antonio Gómez Marín. Como tantos amigos a los que les doy las gracias por sus llamadas, sus mensajes y su interés, sabiéndonos padres de hijo trabajando en la ensangrentada Munich, le comenté de broma a Gómez Marín, para quitar hierro a la angustia que había pasado Isabel, lo de la División Azul. Y él, que tuvo un tío héroe de aquella División 250, cuyos restos se trajo a España desde el cementerio de los caídos de Krasny Bor a los que ahora les quitan la calle, me dijo:
— Pues no es ninguna broma lo que me dices. Esto es una guerra. El terrorismo a escala mundial es una guerra no declarada cuya importancia no estamos valorando. Quizá estamos viviendo ya la III Guerra Mundial.
Una guerra sin frentes, sin ejércitos, sin avances, sin retiradas. Pero donde toda la población de cualquier ciudad del mundo es carne de cañón. A todos nos han llevado a esta guerra, sin reclutarnos ni darnos uniformes ni armas. ¿Todos somos combatientes? No, somos como habitantes de poblaciones civiles bombardeadas en la II Guerra Mundial. Y mientras estamos en esta guerra, en la que todos mañana podemos ser los caídos, aquí la máxima preocupación es quitarle su calle al General Ordaz, su paseo al General Muñoz Grandes o su avenida a Pepe Utrera Molina. Se han equivocado de guerra. En esta, como en aquella que ahora quieren ganar los vencidos, todos somos siempre perdedores.
Observo que cada día que pasa, más y más periodistas comienzan a abordar el tema musulmán desde la perspectiva debida. Naturalmente ya sabemos que una inmensa mayoría son patéticos palmeros del sistema. Pero los más curtidos y entrados en años, aquellos que ya pueden permitirse el lujo de pasarse por el forro la marginación y demonización de que pueden ser víctimas, comienzan a llamar a las cosas por su nombre. Es cuestión de tiempo (y desgraciadamente también de sangre inocente derramada) que acaben por poner los puntos sobre las i y denuncien sin cortapisas que esto es una invasión organizada… Leer más »
Ya ha habido otro crimen perpetrado por musulmanes fieles al Corán, han degollado a un cura en Francia.