Digo yo
Que si Franco perdió la guerra, debió habérnoslo dicho, y no ocultárnoslo arteramente, durante tantos años. No hay derecho. La ganó la Carmena, al parecer ser, sus mariachis, y los chicos del coro, que tras los hitos de justicia y paz de los grandes perseguidores romanos, y las bondades infinitas de la revolución francesa, y los grandes expresos europeos, acabó –en el ambiente idílico de una segunda república, preocupada por el bien de nuestros antecesores- con 6.832 vidas de religiosos (13 obispos, 4.184 sacerdotes diocesanos, 2.365 religiosos, y 283 monjas) amén de haber abrasado, eso sí, 20.000 iglesias con sus retablos – incluidas catedrales- imágenes, cálices, copones, y demás aditamentos, sin ahorrarse el espectáculo exhumatorio, del que hacían gala, y siguen en ello, sus huestes legitimadas por las urnas.
Toda una lección de legalidad democrática, que se remataba con más de 300.000 seglares asesinados, bajo la pasiva actitud de militares -como el general Escobar- muy cristiano él, y muy de la guardia civil, que al final, se complacía de que se acabaran los tribunales populares, y se preguntaba, no se si con Rojo, o con Miaja, de que si Dios podía tomar partido en una guerra. Yo que Dios, no lo hubiera dudado. Él sabrá. Claro, que los vencedores –los sucios fascistas, que en 986 días habían dado la vuelta a la tortilla- aseguraron la cosa, terrible cosa, y que vino a aseverar el maquis, la guerrilla, que intentaron –desastrosamente- hasta los sesenta. Ahí es nada.
Mientras esto se sucedía, para bien de la humanidad, en las calles, se arreaban –en amigable democracia interna- los del PSUC, contra los trotskistas del POUM, y los de UGT, contra los de la CNT, dando un ejemplo de legitimidad, y amigables componedores.
Lo que pasa, es que no nos lo han explicado bien, y tendemos a desconfiar de aquella paz octaviana –tan legítima ella- de aquellos juegos florales de la exaltación del paseíllo, y de las torturas de las checas, que vinieron a importunar aquellos rebeldes malintencionados, alzándose en pleno progreso, cuando estábamos a punto de ser homologados con los hunos de Atila, talmente.
¿Qué no entendieron bien? ¿Cómo es que no advirtieron los bienes que se nos venían encima, desde las puñitos crispados de Marx, Lenin y Stalin, expuestos en la puerta de Alcalá, y que planeaban mantener hasta 1989, de manos de una dinastía de maestros de escuela hasta Gorbachov? ¿Fue por lo que se dejaron bigotito los alféreces provisionales?
Debió decírnoslo, y no engañarnos durante tantos años en los que crecía Manuelita, comiéndose el blandiblub de la verdad oculta, y viendo como su papito les hacía uniformes para la pascua militar, mientras ella llevaba flores a las cunetas, y las desperdigaba –everywhere- cuando tenía un rato libre. ¡Cuanto no debía odiar a la Mariquita Pérez esta pobre niña! ¡Cuán mal debía pasarlo, viendo cómo, desfile tras desfile, pasaban los años, y se repartían las calles, y plazas, sin preguntarle a ella sobre el particular!
El brutote de Patton, ay, qué hombre este, que quería llegarse hasta Moscú, por no hacer dos viajes, y el bobo de Dwight Eisenhower, que se rendía a la evidencia, y venía a levantar las sanciones, y a bendecir a Franco, que permanecía de pie, tieso, bajo palio, mientras estos buenos comunistas intentaban impopularmente el maquis, inmolándose 5.500, contra 276 guardias civiles, muertos en combate, eso sí en campo abierto, claro, no por la espalda, que es lo bonito y airoso, al gusto moscovita. Y luego el cuarto turno de la sapiencia, la puerta trasera, para mayor escarnio. Ay, ay, ay, qué martirio. ¡Y vengan calles y caigan ollas! Ahora se van a enterar.
Y es, que no aprendemos porque no leemos, como decía don Celestino Tajahuerce, de grata memoria, y no progresamos adecuadamente. Vamos directos a un callejón con la salida muy jodida, porque a unos paniaguados les tiemblan las calandracas al tomar decisiones. Los hemos visto venir por la carretera, ensuciándose en lo más regado, dejándolo todo perdido, y tan solo unos pocos visionarios –con siglos de experiencia en el trato con estas gentes de vieja raigambre- se han percatado que estábamos siendo invadidos. Los húngaros, los búlgaros, los polacos, y hasta los austriacos –recuérdense los croissants o medias lunas- tienen experiencia en ello. Nosotros, sólo tardamos ochocientos años en quitarnos las pulgas, y sanear el territorio.
Ahora, unos ignorantes, horros de conocimiento, y prospectiva, negados a la Historia, han bajado el listón, y puesto las cosas en el disparadero para que el pueblo soberano tome cartas en el asunto. Eso, paga impuestos –trabaja seis meses para que engorden los saprofitos- mantén una burocracia hipertrofiada, vaga, con remango, y desenvuelta para llevárselo crudo, y luego, cuando llegas a casa, coge la cizalla, y al monte, a espantar gentuza, a brazo partido. Y para quitarse el mochuelo, niegan la mayor, la menor, y la del medio. ¡Tendrán cara!
¿Nos toman el pelo, o son así de gilipollas, los pobres, y estamos cometiendo una injusticia, pensando que dicen lo que no piensan, pero que no piensan lo que dicen, pero a la vez, como que si no, pero que si sí? Me suena a Cantinflas, y no es cosa de risa.
Digo yo, que para eso no hacen falta estos malditos, y que mal rayo les parta. Vale.
No, los herederos de los criminales los de ayer los de hoy,no perpetran crimen al azar todo es y fue preconcebido dentro de un plan dirigido contra la esencia de la España libre,contra la legitimidad historica del 18 de Julio, la revolución nacional de Jose Antonio y contra el pueblo de España. Franco,,imponía mucho respeto incluso en su decadencia,Os digo que si no se hubiera dado la noticia de la muerte de Franco,haciendo la misma treta que con el amigo “Fidel”.Aquí no se hubiera movido nadie,los valores permanentes y principios fundamentales seguirían siendo la esencia de nuestra política, las camisas… Leer más »
Te faltó agregar que debió ser Don Sixto el elegido y no Don Juan Carlos.