A. López.- Decía San Agustín, la joven bala perdida y sedienta de verdad, en su inmortal La ciudad de Dios: “Si de los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten sino en bandas de ladrones a gran escala? (…)

Son un grupo de hombres, se rigen por un jefe, se comprometen en pacto mutuo, reparten el botín según la ley por ellos aceptada. Supongamos que a esta cuadrilla se la van sumando nuevos grupos de bandidos y llega a crecer hasta ocupar posiciones, establecer cuarteles, tomar ciudades y someter pueblos: abiertamente se autodenomina reino, título que a todas luces le confiere no la ambición depuesta, sino la impunidad lograda”.

Y esto es lo que pasa hoy con el nacionalismo:

Sus líderes se sitúan por encima de la ley y los tribunales de justicia, como una reata de bandidos;

Con el dinero de todos los catalanes “ensanchamos la base social” durante 35 años;

Pero nada se lograría sin la impunidad otorgada por el Gobierno de la nación, regido todavía por el “tú apóyame en Madrid y haz lo que quieras en Cataluña”, y el desinterés del resto de españoles.