El oscuro pozo de la droga (6)
En este amplio y tan extendido mundo de las drogas, existen también las conocidas como sustancias alucinógenas. Son fármacos que provocan alteraciones psíquicas que afectan a la percepción. La palabra “alucinógeno” hace referencia a una distorsión en la percepción de visiones, audiciones, y una consecución de sensaciones irreales. La alucinación es un síntoma grave de la psicosis, y su aparición distorsiona el conocimiento y la voluntad. Se consideran productos psicodélicos que inhiben los mecanismos de defensa del yo, y facilitan la distribución de la sensibilidad, así como la aparición de imágenes desconcertantes.
Entre los alucinógenos más populares está el LSD (ácido Lisérgico), descubierto en 1938, y considerado el alucinógeno más poderoso aunque no el más nocivo. Conocido también como “ácido” o “trippy”, es una sustancia derivada de la ergotamina (extracto del cornezuelo del centeno), y muy usada en medicina a finales de la Edad Media. También fue muy utilizado en obstetricia para evitar hemorragias postparto y promover la contracción del útero. Asimismo fue utilizado con fines terapéuticos en alcohólicos y en enfermos terminales, para ayudarles a superar el trance. Posteriormente, fue abandonada esta práctica al comprobarse los resultados adversos, tales como suicidios a causa de las engañosas imágenes y terroríficas visualizaciones. También se comprobó que podía desencadenar esquizofrenia y deterioros mentales variados.
La metilendioximetanfetamina (MDMA), conocida como “éxtasis”, “ectasi” o “X-TC”, es una droga sintética psicoactiva con propiedades alucinógenas de gran potencial similares a las de las anfetaminas. Produce efectos perturbadores, y tras la ingesta, el sujeto experimenta sensaciones de confianza y excitación, a las que siguen un estado de hiperactividad e incremento en los pensamientos morbosos. Los efectos del estimulante se diluyen provocando trastornos como confusión, problemas del sueño (pesadillas, insomnio), deseo incontenible de consumir nuevamente droga, depresión, ansiedad grave, y paranoia.
Entre los síntomas físicos pueden citarse: anorexia, tensión y trastornos musculares similares a los presentes en la enfermedad de párkinson, bruxismo, náuseas, visión borrosa, desmayo, escalofrío y sudoración excesiva.
La Metanfetamina, conocida también como “Ice”, “meta” o “cristal”, es una droga que quien la usa, cree que le proporciona energía instantánea. La realidad es que acelera el sistema nervioso, haciendo que el cuerpo utilice la energía acumulada.
Los efectos que causa al cuerpo varían de acuerdo a la cantidad de droga utilizada. Entre los síntomas observados se encuentran los siguientes: lesión nasal cuando es inhalada; sequedad y picor en la piel; acné; irritación o inflamación; aceleración de la respiración y de la presión arterial; lesiones en el hígado, pulmones y riñones; extenuación cuando se acaban los efectos de la droga (necesidad de dormir muchas horas o incluso días); movimientos bruscos e incontrolados de la cara, cuello, brazos y manos; pérdida del apetito; y depresión aguda cuando desaparecen sus efectos.
La MDA, es una droga similar a la anfetamina, cuyos efectos psicofísicos son similares a los de la MDMA. Está droga destruye las neuronas productoras de serotonina, que regulan directamente la agresividad, el estado de ánimo, la actividad sexual, el sueño, y la sensibilidad al dolor.
El Cannabis Sativa, del que se derivan el hachís o la marihuana, es un arbusto silvestre que crece en zonas templadas y tropicales, con una altura de seis metros, extrayéndose de su resina el hachís. Su componente más relevante es el delta-9-THC, conteniendo la planta más de sesenta componentes relacionados. Se consume preferentemente fumada, aunque pueden realizarse infusiones con efectos distintos.
Un cigarrillo de marihuana puede llegar a contener 150 mg de THC, y el doble si contiene aceite de hachís, lo cual puede llevar al síndrome de abstinencia después de diez o veinte días. La dependencia se considera primordialmente psíquica. Los síntomas característicos de la intoxicación son: ansiedad, irritabilidad, temblores, insomnios.
Puede presentarse en distintas modalidades de consumo, en hojas que se fuman directamente, en resina del arbusto, o en aceite desprendido de este último. Del modo en que se presente la droga dependerá su denominación:
La “Marihuana” es el nombre de las hojas del cáñamo desmenuzadas, que después de secarse y ser tratadas pueden fumarse. También es conocida como hierba, mariguana, mota, mafú, pasto, maría, monte, moy, etc.
El “Hachís”, es un producto del cannabis, y proviene de las secreciones de las sumidades floridas y partes femeninas de la planta. El hachís es fumado en cigarrillos o pipas, y a menudo mezclado con tabaco.
La marihuana contiene un promedio del 3% de THC, pudiendo alcanzar el 5,5%. La resina de hachís tiene de un 7,5 % a un 24%. El hachís, tiene de un 3.6% a un 28%. El aceite de hachís, un líquido resinoso y espeso que se destila del hachís, tiene de un 16% a un 43% de THC.
El THC afecta a las células del cerebro encargadas de la memoria. Eso hace que la persona tenga dificultad en recordar lo sucedido recientemente, y hace difícil que pueda prestar atención a algo o a alguien mientras se encuentra bajo la influencia de esta droga.
Efectos nocivos de la marihuana:
Según el doctor don José Miguel Gaona, psiquiatra forense en el centro especializado en adicciones “Neurosalus”, “se trata de una sustancia ‘psicotizante’ que, dependiendo de la estructura neurobiológica, puede llegar a provocar incluso alucinaciones, aunque no es habitual. Son comunes las alteraciones de memoria, sobre todo a corto plazo, y el síndrome amotivacional. Además, pese a la somnolencia, provoca insomnio y trastornos de sueño acortando la fase REM (Rapid Eye Movement) o quinta etapa del sueño, que comienza aproximadamente 90 minutos después que nos dormimos y se caracteriza por el movimiento acelerado de los ojos. Las alteraciones neurobiológicas suelen ser reversibles, desaparecen cuando se abandona el estado de intoxicación y desaparece del organismo el THC. Pero para entonces, el estrago puede ser importante. La desidia y la falta de motivación causada por el cannabis, impide que el consumidor, cuando es habitual, sea capaz de asumir responsabilidades y llevar a término sus planes, lo que se traduce en una disminución de la autoestima y un proceso depresivo”.
Don Francisco Verdú i Asensi, vicepresidente de la Asociación Española de Estudio en Drogodependencias (AESED) explica que: “El consumo reiterado de marihuana puede distorsionar la percepción de la realidad y terminar en suicidio o accidente mortal”.
Por otra parte, don Claudio Vidal Giné, coordinador de “Energy Control” -proyecto que analiza y asesora en cuestión de drogas en Andalucía-, explica que la marihuana “no es una sustancia inocua. Las consecuencias dependen del patrón de consumo, pero cabe destacar problemas de tipo respiratorio como el desarrollo de bronquitis crónica y la adicción severa. La cada vez más frecuente relación de los menores de edad con el cannabis es un asunto que preocupa. Los jóvenes en fase de crecimiento que empiezan a fumar de manera regular, pueden sufrir consecuencias negativas, especialmente, a nivel de desarrollo cerebral”.
El doctor don José Luis Arrabadán, de la Asociación Riojana para la Atención a Personas con Problemas de Drogas (ARAP), habla de los efectos negativos en el sistema reproductivo. El cannabis, señala: “Disminuye la calidad y la cantidad de espermatozoides. La ansiedad y la agitación son otras de sus consecuencias más directas”. En cuanto a fumar esta sustancia en la adolescencia, señala que “está demostrado científicamente que su consumo afecta a la memoria, a la concentración y a la capacidad de aprendizaje. Tres facultades que un adolescente debe tener al 100% por encontrarse en época de crecimiento y estudio; de no ser así, experimentará un fracaso en todos los proyectos que lleve entre manos en ese momento”.
La mayoría de los expertos coinciden en señalar que el inicio del consumo del cannabis es cada vez más precoz en España. Actualmente ronda los 13 años. En este sentido el doctor Arrabadán dice que “cada vez vemos personas más jóvenes y más afectadas por procesos mentales que van de la mano del consumo de marihuana. Bastan dos meses de consumo para que empiecen a advertirse ciertas secuelas”.
Excelente y magnífico artículo, Por fin algo verdaderamente científico. Con claridad y sencillez, sin endulzar nada para contentar a nadie y sin alarmar más alla de la realiad. Lo que es, es.
Soy adicto al cannabis y puedo confirmar que no me acuerdo de nada de lo que acabo de leer en este articulo, pero llevo un hilo rojo atado en un dedo de la mano y eso quiere decir que mientras lo estaba leyendo he tomado nota de que todo lo que dice, sea lo que sea, es cierto. Bromas aparte, aunque el articulo pueda parecer alarmista lo cierto es que ya es un secreto a voces entre la comunidad medica de nuestro pais el que nos enfrentamos a una epidemia de jovenes cretinos por cortesia del MDMA y del cannabis.