La guerra de las izquierdas que nos llevará a terceras elecciones
Luz Trujillo.- La llave para superar la situación de bloqueo que vive España desde el pasado mes de diciembre, y así evitar que nos tomemos el turrón votando por tercera vez, está en la mano de Pedro Sánchez; sin embargo, su cerrazón echa el cierre con siete candados entonando su “no es no”. Cabía esperar que el pacto entre Ciudadanos y el Partido Popular cambiara su determinación, puesto que de los ciento cincuenta puntos que recoge el acuerdo cien son los mismos que el rubricó en la famosa sala del Congreso que lleva como nombre la obra de Juan Genovés “El abrazo”, todo un icono de la Transición. Pero como él mismo ha declarado no se trata de acuerdos ni de diferencias ideológicas sino de personas, y esto último es obvio razón vista la inquina que demuestra hacia el presidente en funciones Mariano Rajoy y en su conjunto al Partido Popular, cosa que no tiene parangón en toda la historia de nuestra democracia.
Su discurso en el Congreso de los Diputados ha sido poco o nada moderado, más orientado a la vendetta que a ofrecer alguna alternativa para desbloquear la situación actual. Lo que pone de manifiesto dos cuestiones: que sus intereses personales, que no de partido, están por encima de lo que se le requiere al líder de una formación que históricamente ha representado un papel decisivo en la política española, y que es menos fiable, incluso, que su antecesor Rodríguez Zapatero, de quien emana la deriva que lleva desde entonces el PSOE.
La parte más moderada de la bancada socialista está preocupada. No entiende cómo se puede articular su obstinada negativa sin que haya terceras elecciones, con el miedo añadido de que la sangría de votos pueda ser aún mayor que el 26-J, algo nada desdeñable dado la insensibilidad que está demostrando para con el interés general de todos los españoles. Sin embargo, con independencia de la aversión que siente hacia los dirigentes del Partido Popular, opino que la guerra es entre las izquierdas. Podemos es un obstáculo para sus intereses políticos, posiblemente ese sea el otro motivo por el que está forzando un nuevo plebiscito. No contemplamos a un líder que habla como un socialdemócrata, por el contrario va más orientado al discurso de la formación morada ahora inmersa en un maremágnum del que supone puede rescatar votos para su necesaria remontada; con estas premisas a ver quién es el machito que se atreve a moverle el sillón.
De momento las próximas elecciones autonómicas gallegas y vascas van a dar a Pedro Sánchez un balón de oxigeno, sin especiales rebeliones a bordo; luego veremos si terminamos escuchando ¡hombre al agua!