Entra en vigor el alto el fuego de siete días en Siria
Siria vive un nuevo intento de alto el fuego aceptado por Gobierno y oposición. A las siete de la tarde, hora local, llegó el momento acordado por Rusia y Estados Unidos para detener las hostilidades de forma temporal en una jornada festiva para los musulmanes de todo el mundo, que celebraban el Eid Al Adha, o fiesta del sacrificio. Desde Moscú y Damasco, los ministerios de Defensa hicieron público el «cese de las hostilidades hasta el 18 de septiembre», según el comunicado emitido por la Comandancia Suprema de las Fuerzas Armadas sirias en el que advirtió que se reserva «el derecho a responder con todo tipo de armas de fuego contra cualquier violación de grupos armados».
Este último intento llega lastrado por los fracasos de anteriores treguas, la enorme desconfianza entre las partes después de una guerra que vive su sexto año y ya deja medio millón de muertos y las incógnitas que despierta la capacidad real de Estados Unidos de controlar a la atomizada oposición armada siria. La gran novedad del pacto es que, si se respeta durante al menos una semana, estadounidenses y rusos establecerán un órgano conjunto para coordinar la lucha contra Daesh y Jabat Fatah Al Sham, brazo de Al Qaida en Siria. Una semana es una eternidad en un conflicto sin líneas rojas, pero al menos pasadas las primeras horas de la entrada en vigor del acuerdo, el Observatorio Sirio de derechos Humanos (OSDH) habló de «calma».
La guerra en Siria, como todas las guerras, es también una lucha de gestos y palabras como se pudo ver durante la jornada marcada para el cese temporal de las hostilidades. Como hace cada año, el presidente Bashar Al Assad acudió a la tradicional oración del Eid, pero el dirigente no fue a una mezquita cualquiera de las zonas nobles y blindadas de Damasco como era habitual hasta ahora, Assad rezó en un templo de Daraya, uno de los bastiones opositores que después de un cerco de más de cuatro años acabó en poder del Gobierno hace unos días. Los civiles de esta ciudad situada a apenas unos kilómetros de Damasco fueron evacuados a refugios temporales preparados por las autoridades, mientras que los rebeldes que no quisieron deponer las armas viajaron hasta la provincia norteña de Idlib. Daraya ha sido un símbolo de la dureza de los cercos, convertidos en armas de guerra en Siria, y Assad se paseó por sus ruinas pocas horas antes de una tregua que ignoró en las declaraciones efectuadas a los medios.
El presidente mantuvo un tono desafiante y, en línea con sus intervenciones desde el inicio de la guerra, aseguró que «el Estado está determinado a recuperar todas las regiones en manos de los terroristas y a restablecer la seguridad». El dirigente puntualizó que «las Fuerzas Armadas proseguirán su trabajo, al margen de circunstancias internas o externas», recogió la agencia estatal Sana. Unas palabras que no concuerdan con el pacto de alto el fuego por el que el Gobierno se compromete a suspender las operaciones militares aéreas en zonas opositoras delimitadas por EEUU.
Dudas en la oposición
Mientras que Assad ignoró la tregua en su aparición pública -aunque el Gobierno mostró de forma oficial su apoyo al acuerdo logrado por Rusia, uno de sus aliados más importantes junto a Irán- las fuerzas de la oposición armada fueron variando su discurso durante toda la jornada para pasar de un no rotundo a la aceptación, pero con condiciones. Hace tiempo que los bandos enfrentados dependen de terceras partes para seguir con su lucha y, si el régimen precisa de iraníes y rusos para sobrevivir, los opositores dependen de turcos, saudíes o estadounidenses. Siria es un tablero donde potencias mundiales y regionales dirimen sus diferencias políticas y religiosas.
El números dos de Ahrar Al Sham, Alí Al Omar, criticó a primera hora su las condiciones impuestas por el pacto entre Rusia y Estados Unidos, las calificó de «inaceptables» y dijo que «benefician al Gobierno y no traerán beneficios políticos a la revolución». Uno de los puntos más problemáticos para formaciones como Ahrar Al Sham, que es miembros del Alto Comité para las Negociaciones (ACN) que participa en las reuniones indirectas con el régimen de Ginebra, es la obligación de dejar de operar junto a Jabat Fatah Al Sham, el nombre que tiene desde julio el Frente Al Nusra, brazo de Al Qaida en Siria. La oposición armada es más islamista que nacionalista y en muchos frentes clave, como el de Alepo, combate codo con codo con Jabat Fatah Al Sham, considerado «grupo terrorista» por Estados Unidos, Rusia y el Gobierno sirio.
Fuentes opositoras consultadas por Reuters aseguraron que «pese a todas las dudas que nos genera, aceptaremos el acuerdo», pero advirtieron que «atacar a Jabat Fatah Al Sham, pedirnos que nos separamos de ellos y amenazarle de una forma que no se hace con las milicias chiíes apoyadas por Irán, traerá muchos problemas internos, mucha tensión». Una nueva etapa comienza en Siria donde al menos, por unas horas, las noticias sobre el alto el fuego eclipsan a los habituales combates y bombardeos.