Los españoles están al límite
CONCHI BASILIO.- La corrupción está grabada a fuego en la marca España. Desde 1978 el país ha sufrido más de 175 casos de corrupción política a todos los niveles y de muchas y diferentes maneras. Ninguna de las diecisiete Comunidades Autónomas se salva, aunque media docena de ellas, encabezan la lista en el país, empezando por Andalucía, que tiene unos 38 casos distintos, desde la época del Gobierno de Felipe González, hasta la actualidad. Teniendo que mencionar también la comunidad catalana con el expresidente de la Generalita, Jordi Pujol que necesitó una intervención estatal en 1984, tras aflorar un agujero de 20.000 millones de pesetas.
Por entonces, pocos imaginaban que la familia Pujol-Ferrusola conseguiría amasar un patrimonio superior a los 1.000 millones de euros repartidos en más de 20 paraísos fiscales. Ahora, todos los miembros de la familia están imputados por distintos delitos de corrupción.
Encabeza la lista el PP, ya que protagoniza unos 68 casos, algunos en Ayuntamientos, pero sobresalen las principales tramas a nivel nacional. El PSOE le sigue muy de cerca con unas 58 operaciones corruptas, la mayoría en Andalucía. Puedo citar algunos de los casos que más caros han salido a las arcas, como el caso Púnica que se calcula que se pudo haber defraudado 250 millones de euros, los ERE de Andalucía con 150 millones, Gürtel 120 millones o el caso Saqueo 96 millones.
Con todo este plantel y sumando que se ha metido la mano en la Caja de las Pensiones, los currantes después de toda una vida de trabajo, tienen sobre su cabeza, “la espada de Damocles”, pensando si podrán disfrutar de su merecida jubilación, llegado el momento. La crisis es estructural, en nuestro caso particular afecta a toda la estructura del modelo económico, porque todo el sistema esta exprimido, acabado y no da más de sí, porque el Gobierno solo actúa para favorecer al empresariado y el entramado bancario, con tanto rescate a los bancos, mientras la clase media se extingue afectada de recortes e impuestos continuos.
No tenemos más que ver la cantidad de médicos y enfermeras que se van a otros países de la UE, atraídos por mejores remuneraciones y más ayudas sociales, familiares y en vivienda. Con todo esto España está dejando escapar a los trabajadores más valiosos, ya que en nuestro país se han reducido de tal manera los sueldos que apenas dan para sobrevivir, sin mencionar todas aquellas personas que viven al abrigo de los padres, abuelos o ya simplemente sin nada y están en la calle.
Y por si fuera poco tenemos que escuchar al señor Rodrigo Rato, explicar que las tarjetas “negras” eran parte de sus sueldos, cuando los 65 procesados se gastaron un total de 12 millones de euros. Todo esto refleja una vida de lujo y ostentación que nos hace daño a la vista y al oído.
Señores gobernantes, hagan un poco de reflexión y empiecen a arreglar el país de verdad y sacar de una vez por todas las manzanas podridas, porque fuera de España se nos ve como el país de los chorizos. Y es que es una pena que con tanto patrimonio artístico, tanta belleza, tan buena gastronomía y muchas otras cosas, que nos pueden llevar a estar a la cabeza de todos los demás países, por culpa de un montón de corruptos se pueda caer todo abajo.
Necesitamos un Gobierno de verdad, sin egoísmos, que miren un poco más por los trabajadores, la investigación, la educación, libertad de expresión y muchos más etc…
Si de verdad estuvieran al límite ya se habrian echado a la calle para obligar a todos estos mangantes a dejar sus poltronas.
Lo que España necesita es un buen… como Dios manda. Sin embargo, el verdadero problema viene el día después cuando no contemos con una masa crítica, con una dirigencia competente, con un ideario renovador y revolucionario que pueda, específicamente, hacer frente a los retos de este momento. Es tanto un asunto de regeneración moral como de filosofía política o de economía alternativa.
Lo que mas me cabrea, es ver a los “men in black-card” declarar ante el tribunal, con una desfachatez y un cinismo sin límites, que las tarjetas eran legales, que eran un complemento de su sueldo, y que a fin de mes, gastaban de forma obscena, hasta agotar el saldo, pues de lo contrario, ese dinero “se perdía” Y lo dicen con una naturalidad y una chulería que hace hervir la sangre de cualquier bien nacido. Con sus deposiciones (nunca mejor dicho) y su prepotencia ante el tribunal, lo amedrentan, pues se ven por encima de la ley, son la… Leer más »