Un Papa feliz
Miguel Ángel de Lorenzo.-No es difícil aceptar que en el pensamiento de nuestro tiempo, los términos verdad y error han sido minuciosamente devaluados, no es sino el nihilismo el que entonces se manifiesta en toda su trágica realidad.
Es igualmente cierto que la posmodernidad le ha quitado al nihilismo cualquier vínculo que relacionara al hombre con el abismo de la desesperación, porque para la posmodernidad “no hay aplazaos”, todo es insustancial, light, devaluado, sin culpa porque no hay de que culparse, hoy blanco y al rato verde y todo bien…
En el fondo la aceptación de estos planteos tiene que ver con la resistencia a reflexionar y a conocer que es el hombre y cual es su destino
Sobre el tema , s.Tomás distingue una doble ignorancia: una según negación, se da cuando alguien no sabe nada de la cosa. La otra, según disposición, se da cuando alguien tiene alguna disposición para conocer, pero corrompida, o sea falsa, esta sucede cuando piensa que es, lo que no es; o que no es, lo que es. A esta segunda forma la denomina engaño.
Pero el hombre animal racional puede, por ese mismo carácter racional, construir un discurso que se aparte de la verdad y que sea solo disfraz, un engañoso disfraz, con una arquitectura atractiva, bien construído, pero crudamente un fraude.
Tomás llama a esto sofística, que es apariencia de ciencia, es solamente apariencia de lo que parece verdadero y probable y sin embargo no lo es.
Por supuesto s.Tomás no llegó a conocer a Bergoglio, de todos modos, en su descripción del sofista, no pudo acercarsele con mayor rigurosidad.
Solo que el sofista, “ese vendedor de moneda falsa” no dice que lo suyo es el engaño, todo lo contrario, por qué ese es el eje sobre el que está montada la trampa.
Sin embargo Bergoglio – un precursor – no titubeó en ir un poco más allá, y le dio una gigantesca vuelta de tuerca a la sofística. Desafiando los antiguos cánones, que obligaban a ocultar la mentira en la retórica, ahora, sin dejar de sonreír nos dice que nos va a engañar, es más, que lo sigamos y que engañemos – falsarios todos – graciosamente y sin culpa, puesto que el engaño tiene aspectos interesantes que en definitiva traerán un gran bien para la Iglesia.
Nada más peliagudo, es una tenebrosa aventura imaginativa juzgar, o acaso codificar un razonamiento tan errático y de- codificado como el de Bergoglio.
Pero en esta su extravagante, su absurda aventura por la luterana Suecia repitió varias veces que hay que contar la historia de Lutero de otra manera, si hacemos esto, seguramente Lutero se acercará a nosotros o tal vez mejor aún, nosotros a Lutero…
Ya lo sabemos, sería inútil advertirle a un sofista que la historia no es cuento, que el relato histórico tiene ante todo un compromiso con la verdad de los sucesos que va narrando, que no es ficción, en el sentido que pueda alterar, atenuar o directamente mentir sobre la verdadera historia de acuerdo a necesidades o conveniencias del momento.
Sin embargo por ahí pasa su propuesta sueca, hay que contar la historia de otra manera, hay que re-contar la historia, pero ¿Qué significa contarla de otra manera?
La cosa no es novedosa, lo mismo ya lo habíamos escuchado de Boudrillard: “la historia ha dejado de ser real” no es posible situar los hechos, ni menos aún darle sentido. Y otro mentor de Bergoglio, el ateo marxista católico Gianni Vattimo insiste en que: “como el hombre ya no necesita creerse con un alma inmortal” solo queda el presente y el sin sentido y por tanto hay que reescribir la historia
Pero de todos modos ¿Por qué sería bueno mentir? Sencillo, porque en este caso, su objetivo es acercarse a los luteranos de cualquier forma y el camino que ideó es cambiar el escabroso retrato que de Lutero nos trae la historia. Tal el sentido- muy a lo Vattimo -de “Contar la historia de otra manera” y por ejemplo podríamos empezar diciendo: “Lutero fue el que acercó la Biblia al pueblo”
Y si, sucede todo el tiempo, algunos católicos malintencionados buscaron en la historia – esa que hay que reescribir- algunas frases de Lutero como para desacreditar su apostolado “si yo hubiese tenido a todos los franciscanos en la misma casa les prendería fuego” “los conventos deben ser destruidos de arriba abajo””no merecen el nombre de hombres se sitúan mucho más abajo de los puercos” “toda la iglesia del papa es una iglesia de putas y de hermafroditas” “perseguidles y matadles como perros rabiosos Dios os lo premiará” y tantas otras que los retrógrados utilizan arteramente para calumniar nada menos que “al hombre que acercó la Biblia al pueblo”.
Este mismo hombre al que Bergoglio fue a homenajear “destrozó – la cita es del P. Bojorge- todo lo cristiano: los dogmas, negando su posibilidad; la fe, devaluándola a mera opinión; la Escritura desvínculándola de Tradición y Magisterio; la ley moral objetiva; el culto de los santos, el sacrificio eucarístico, etc. etc”.
De lo que no se podría acusar nunca a Bergoglio es de incoherencia, no señor él dedica los mejor del esfuerzo y el tiempo a los reventados, a los estafadores, a las/ los corruptas/os, a la izquierda populista-peronista, a los apóstatas, en definitiva a los que odian a la Iglesia y orinan dentro de los templos y ahora ya en la consumación del caos, el desequilibrio lo llevó hasta Lutero. Lo extraño es que el fin sería menos para convertirlos, que para tener prensa y ampliar fama y gloria del mundo. Después de innumerables años sin la más mínima expresión de alegría, mostrando la cara más adusta que registran los siglos, ni bien llegó a Roma empezó a reir y a reir y a reir y esa felicidad y esas carcajadas divierten al mundo entero, porque nada más contagioso que el regocijo de un hombre sin problemas, lo que se dice un Papa feliz.
No dudo que el Papa Francisco, está en la labor de hacer el bien de la humanidad: Está destruyendo desde dentro a la Iglesia Católica, y nos abre los ojos para que seamos cada día más cristianos. Los jerifaltes católicos, incluido él, cada día tienen menos credibilidad. En cambio, las enseñanzas y ejemplo del Maestro, Hijo de Dios, Que se llamó y se llama Jesús de Nazareth, El Cristo, después de 2000 años, siguen de rabiosa actualidad y son norte y guía de las personas de bien. Bergoglio, aunque sea por omisión, está haciendo el bien. Tal vez sin saberlo.