La irrelevancia política de Albert Rivera y el entreguismo de Inés Arrimadas al nacionalismo catalán rompen a Ciudadanos
Ciudadanos no está pasando su mejor momento. La formación naranja intenta resituarse en el nuevo escenario político y recuperar el protagonismo perdido tras las generales. Albert Rivera tuvo su momento cuando el PP de Mariano Rajoy necesitó de sus votos para superar la investidura. Sin embargo, en las primeras negociaciones tras la formación de Gobierno, la formación naranja se ha revelado como no «imprescindible» en la aritmética parlamentaria, cuando las relaciones del PP con el PSOE cuajan en acuerdos.
La semana que ahora culmina es todo un ejemplo de la encrucijada en la que están inmersos los naranjas. Si a principios de semana el epicentro de las negociaciones se fraguaba entre C’s y el PP, a mediados, los de Rivera se vieron relegados a un segundo plano tras los acuerdos que el Gobierno alcanzó con el PSOE. Los naranjas se debaten en ser oposición, eso quieren ser, a la vez que quieren tener un protagonismo en las decisiones del Gobierno. La situación es compleja porque si bien han podido liderar el primer gran acuerdo de la legislatura –la Ley de los Autónomos– se han quedado en un escandaloso fuera de juego en la negociación presupuestaria. Mientras los dirigentes de C’s debaten cuál debe ser su papel y su estrategia en esta legislatura, al tiempo preparan la asamblea que se celebrará en febrero para consolidar el joven partido y clarificar la posición ideológica. No es tarea fácil, porque a pesar de tener un liderazgo consolidado en la figura de Rivera, el rápido crecimiento de C’s ha provocado, y está provocando, tensiones en la organización.
La más clamorosa, y la más activa, es la protagonizada por Carolina Punset, actual eurodiputada y responsable del partido en Valencia, cuando dimitió de la ejecutiva nacional en octubre. Punset afirma que dimitió del máximo órgano de C’s por «la deriva interna orgánica, discrepancias estratégicas y la relajación frente al nacionalismo», aunque los motivos reales hay que buscarlos cuando en la festividad autonómica afirmó en Twitter que la bandera de la comunidad era un «trozo de tela», en el momento que Fernando Giner, el líder de C’s en el Ayuntamiento –y en opinión de varios dirigentes de la formación, la voz más autorizada en Valencia– desfilaba con la bandera por las calles de la ciudad.
Punset está dispuesta a plantear batalla a Rivera enarbolando el estandarte de la socialdemocracia, porque a su juicio C’s es «el hermano guapo o un apéndice» del PP, siempre y cuando las reglas sean «claras y limpias». De hecho, Punset reivindica que se realicen primarias para todos los cargos orgánicos. En esta línea, ha aparecido una corriente que asegura tener a más de mil militantes que se denomina TranC’sparencia, que alza su voz contra el liderazgo de Rivera.
En el partido se considera «natural y normal» que surjan voces discrepantes pero no les dan ninguna credibilidad, y menos alguna posibilidad, aunque auguran que «Punset alzará la voz y mantendrá el pulso hasta la asamblea, pero más que disputar el liderazgo a Albert, que sabe que lo perderá, para tratar de hacerse valer». De TranC’sparencia su calificación es más contundente: «Están aprovechando el tirón mediático para tratar de tener un cierto protagonismo pero no son ni los que dicen ser, ni tienen la implantación que dejan entrever», afirman dirigentes del partido. Punset intentará aprovechar los malos resultados en las autonómicas de País Vasco y Galicia para plantear el debate territorial aprovechando la posición de Rivera, que dijo no hace muchas fechas que «Gobierno y Generalitat deben buscar espacios de consenso». La eurodiputada, que cuenta entre sus partidarios a Albert Boadella y Arcadi Espada –que «no son miembros del partido», recuerdan en C’s–, ha levantado la bandera jacobina apostando «por la desarticulación de cualquier tipo de nacionalismo, incluyendo, incluso, el regionalismo más independentista».
Por eso, Inés Arrimadas, la indiscutible líder de los naranjas en Cataluña, después de plantear que estaría dispuesta a votar en «una consulta legal y acordada», ha sido víctima de ataques por parte de Punset, de algunos miembros de su organización y, sobre todo, de Xavier García Albiol, el líder de los populares catalanes. Albiol ha acusado a Arrimadas de «entreguismo» al nacionalismo, aunque fue el primero en afirmar que el PP «veía una oportunidad de captar voto centrista entre los votantes de Convergencia y Unió». Arrimadas se ratifica en su posición porque «toda consulta es legal si la refrenda el Congreso de los Diputados y se realiza en toda España». La dirigente naranja niega la deriva nacionalista de su posición porque «C’s nunca participará en un referéndum para trocear España», e insiste en su posición: «Nuestra estrategia es luchar por un proyecto que sea atractivo, de Gobierno alternativo, dirigido a amplios sectores de la sociedad catalana que rechazan la independencia».
Arrimadas se siente arropada por su partido y niega las discrepancias. Si alguna vez las hubo, han pasado a mejor vida y la sangre no llegara al río. Miembros de la dirección de C’s han cerrado filas con Arrimadas y se niegan a entrar en un conflicto con el PP porque «lo que pasa es muy grave y ahora no toca. Ahora es el momento de cerrar filas entre las fuerzas constitucionalistas». En esta línea de quitar hierro a la situación se manifiesta Juan Carlos Girauta, portavoz en el Congreso: «El liderazgo es muy importante, está muy consolidado, y los debates son los normales. No hay que sacar las cosas de quicio. C’s tiene un proyecto, unos objetivos y todo es compartido, con matices y estilos propios».
Este fin de semana los naranjas están asistiendo a la reunión anual de los liberales europeos –ALDE–, formación de la que son la delegación más numerosa. Seguro que los más de 25 delegados de C’s tendrán tiempo para hablar y discutir sobre la estrategia interna que –a pesar del ruido– parece consolidarse alrededor del proyecto de Rivera y la externa que, de momento, lleva de cabeza al partido, que debe seguir buscando un espacio que PP y PSOE parecen empecinados en achicar.
Fuente: La Razón
Ribera es un ectoplasma político.
Está ya muy cerca el día en el Jiménez Losantos deje a apoyar a Ciudadanos. C’s es, al fin y al cabo, el plan B del nacionalismo catalán para sacar algo más que acerque a Cataluña hacia la independencia de facto, que no de derecho, pues quizá una parte del nacionalismo catalán quiera hacer más del resto de España una colonia para su uso y disfrute. Eso sí, prohibiendo la lengua común de todos en la enseñanza y en la vida pública.
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Estos en el momento en qué Jimenez Losantos, el Reverendo Pedre José e Intereconomia dejen de hacer propaganda a su favor, Durán menos que UPyD. Es decir, nada.