Negro inconveniente tienen ahora los militantes, simpatizantes y votantes del PP. En esta nueva etapa de gobierno, cuentan en el partido con ciertos sujetos/as cuyas intenciones son para echarse a temblar. De momento, han empezado el melón de lo que llaman diálogo y con ánimo de pactar con los nacionalistas antiespañoles, buscando encuentros en la tercera fase entre Soraya y Puigdemont para buscar acuerdos, aunque estos supongan esquilmar todavía más los escuálidos bolsillos de los contribuyentes españoles fuera de Cataluña.

Me estoy refiriendo a esos destacados “nuevos socialistas” del Partido Popular que forzaron el destierro de Rita Barberá (DEP) como un ser leproso y corrupto a quien no le aplicaron la presunción de inocencia, con las terribles consecuencias y el fatal desenlace que todos conocemos.

Dirigir y controlar los Servicios de Información del Estado, y a su vez manejar las arcas del Tesoro Nacional, es tener todo el poder de la nación en las manos. Socialistas de nuevo cuño bajo el paraguas del PP; que ya no disimulan su verdadera ideología, y que manejan a su antojo, con soltura y fina estrategia, los hilos del partido, del gobierno, y del Estado en su conjunto.

A estos “nuevos socialistas” capaces de pactar con los nacionalistas antiespañoles que desafían y han puesto en jaque al Estado, para sacar adelante los presupuestos, se les ha venido otorgando tales cotas de poder, que hoy controlan férreamente la casi totalidad de los medios de comunicación, incluidos, los que promueven con machacona reiteración, día y noche, la ruptura con España de Cataluña y Vascongadas.

Y es por consiguiente a costa de la unidad de España -no solo la geográfica sino también la económica-, la manera que tienen estos “nuevos socialistas” auspiciados por Rajoy, de aplicar fórmulas políticas para contentar definitivamente a los separatistas antiespañoles, catalanes y vascos.

Ya no caben más engaños. Aquí está todo el pescado vendido desde hace meses. Puigdemont y Urcullo son los putos amos del cotarro ante los que el presidente del Gobierno de España, a través de su emisaria y persona de confianza, Soraya Sáenz de Santamaría, se pone de rodillas, se baja los pantalones, les abre las puertas de la Moncloa con honores de “jefes de estado”, les coloca junto al atril la bandera de sus respectivos territorios y, si fuese necesario, les ofrece alojamiento en el palacio del Pardo, como Felipe González hizo con Mijail Gorvachov.

Los “nuevos socialistas” del PP, se sumarán, más pronto que tarde, a esa guerra contra los católicos españoles, discriminando a los matrimonios naturales hombre/mujer y a la familia cristiana, incorporando a los gays y lesbianas como extrema preocupación política, y se autoproclamarán valedores e interlocutores en exclusiva de todas sus reivindicaciones.

Lanzarán a la calle todo tipo de proclamas aunque afecten a la moral; legalizarán la eutanasia para borrar de la nómina de las pensiones a todos los españoles que ya no son productivos y que suponen una carga para la Seguridad Social; no tendrán escrúpulos en sumarse a ese mundo sodomizado que no sólo aspira a que se le reconozcan sus cacareados derechos, sino que pretende extender la sodomía hasta el último resquicio de nuestra juventud.

Acabarán aceptando y aprobando la adopción de menores por parejas del mismo sexo, desoyendo lo que destacados especialistas en medicina y psiquiatría apuntan ante la tremenda equivocación que se puede cometer respecto a tales adopciones: “Una pareja del mismo sexo, hombres o mujeres, que carnalmente viven unidos, sólo se preocupan de ellos, sin atender a nada de lo que les rodea. Es un mundo cerrado, egoísta, que se defiende con uñas y dientes y al que absolutamente nada le importa el estado moral, anímico o personal de otros…”.

Algo muy grave están promoviendo los “nuevos socialistas” del Partido Popular, dispuestos a no perder el poder ni lo que hoy se viene en llamar pulso social, y que consiste, en que no le llamen a uno “maricón el último”, sino el primero, aunque tengan que dedicarse todos a “ensanchar el círculo de sus amistades”, a decir que han visto un burro volar; que dos y dos son cinco y, como decía Suárez, a legalizar todo lo que esté en la calle porque en la calle está.