Una liberal en estado puro
El cargo de vicepresidente del Gobierno está remunerado en España con un sueldo bruto anual de 73.486 euros. O sea, esto es lo que percibe doña Soraya Sáenz de Santamaría, solo de sueldo.
Pues bien, en una entrevista en la televisión de la Conferencia Episcopal, casa común de los diferentes cargos del PP, y como viene siendo habitual, Esperanza Aguirre, portavoz del partido en el ayuntamiento de Madrid, dijo que los políticos tienen un sueldo tan modesto que deben comprar en tiendas de bajo precio.
Así salió en defensa de la vicepresidenta del Gobierno, acusada de haber aparcado mal su coche para entrar en el Primark de la Gran Vía madrileña. Esperanza Aguirre aseguró que los sueldos de los políticos “no dan para mucho”, y que por este motivo se ven obligados a comprar en tiendas baratas “como Primark o Zara”.
Cuando escuché hablar a esta señora, liberal donde las haya, pero en estado puro, sentí el desprecio más absoluto hacia su persona. No mencionó por ejemplo, que además de los sueldos tan exiguos que dice que cobran (que se lo digan a un obrero cuyo sueldo mínimo interprofesional es de 700 €, y seguro que tiene tantos o más títulos que Cañamero), se van ahora de vacaciones y vuelven en febrero; y que con solo once años en el pesebre, se podrán jubilar con la pensión máxima.
Pues bien, cuando escuche las declaraciones de esta señora, me vino a la cabeza la oportuna referencia que hice en uno de mis artículos allá por 2003, para explicar que el número “cuatro” marcaba siempre la frontera entre lo poco y lo mucho. De tal manera, que para indicar que había pocas personas en un determinado lugar, decimos que había cuatro gatos. Así, cuando un obrero percibe un salario de miseria, solemos decir que le han pagado cuatro perras. El cuatro resulta una cantidad despreciable en expresiones como: “Han caído cuatro gotas; está a cuatro pasos de aquí; para cuatro pelos que me quedan; hace cuatro días que nos vimos; apenas fuimos cuatro gatos”.
¿Quién de nosotros no ha hecho referencia alguna vez al número cuatro para indicar una cantidad sin importancia? Siempre utilizamos números determinados, pero, para expresiones con la idea de algunos; unos cuantos o unos pocos, nunca será más de cuatro. Por ejemplo, si queremos decir que vamos a resumir brevemente, solemos decir: “en una palabra, en dos, en tres, en cuatro palabras”. Pero ya no más.
Como en casi todo, siempre hay alguna excepción que confirma la regla, excepción, que quiero solapar a las recientes declaraciones de la señora Aguirre en 13tv, lamentándose de los modestos salarios de los políticos españoles.
Corría como digo el año 2003, y el número cuatro dejó de ser la frontera entre lo poco y lo mucho. La señora Aguirre percibía entonces, mensualmente, tres pagas del Estado. Eran menos de cuatro, pero solo una de esas tres retribuciones reportaba a la entonces senadora popular, cerca de dos millones de las antiguas pesetas. Unos doce mil euros.
¿No fue Doña Esperanza quien dijo aquello que, si uno no podía comprarse un piso normal, cuando la burbuja, se tenía que conformar con un piso de 40 metros cuadrados?
Efectivamente, también dijo eso. Y muchos más insultos proferidos, a la inteligencia de los que no tragamos con esta farsa en la que ella se siente como pez en el agua, riéndose de los que le otorgan su voto, y de los que no se lo otorgan.
Lo de esta mujer es enfermizo. Es una iglesia con ínfulas de catedral.
¿Como puede insultar de esta manera a los trabajadores de este país, cuyos salarios son exiguos? Y, para más INRI, hacerlo como lo hace desde un medio de la iglesia católica española.
Esta mujer, como bien describe el señor Román, es el prototipo de liberalismo puro y duro: ¡DINERO, DINERO Y DINERO!