Alemania cierra un año de récord: violencia, abusos y violaciones
La noche de Año Nuevo en Colonia y las cientos de agresiones sexuales a manos de inmigrantes fueron sólo un adelanto de lo que estaba por venir. Los cristianos se han convertido en uno de los objetivos predilectos de los recién llegados.
2016 ha transformado Alemania en un país algo diferente a lo que marca su historia. La política de refugiados de Angela Merkel, que proclamó el Welcome Refugees sin tener en cuenta las consecuencias posteriores, ha dejado un rastro de delitos sin precedentes en el país y las agresiones o abusos sexuales se han convertido en algo habitual pese al silencio cómplice de muchos medios de comunicación.
Y es que la misma maquinaria mediática que ataca, por ejemplo, a Donald Trump por querer expulsar del país a tres millones de delincuentes indocumentados, pasa por alto los sucesos que salpican la actualidad alemana. Sin ir más lejos, más de 700 cristianos han sido atacados únicamente por su condición religiosa.
A Merkel esto no parece preocuparle en exceso y en cada comparecencia pública muestra su “orgullo” por la solidaridad que ha mostrado la población con los recién llegados. No obstante, la canciller, en su condición de máxima figura política de Bruselas, presionó a Turquía para que el país islámico aceptara al mayor número posible de demandantes de asilo y migrantes económicos.
Agresión en el metro
Hace apenas una semana se hacían virales las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del metro de Berlín que mostraban cómo un joven inmigrante agredía de manera brutal a una mujer, a la que tiraba escaleras abajo sin aparente razón.
En la grabación se ve al joven, que desciende por un acceso del metro con una botella y un cigarrillo en la mano, acercarse por la espalda a una mujer de 26 años y propinarle una patada con fuerza. Tras ello se marcha acompañado de los que parecen sus amigos, quienes ni se inmutan ante la cobarde agresión.
Delincuentes reincidentes
Este jueves, las autoridades alemanas confirmaron que el refugiado afgano que confesó violar y matar a Maria Ladenburguer -hija de un alto cargo de la UE- fue condenado en Grecia por intento de asesinato a otra mujer hace tres años. Consecuencia inevitable del descontrol que las políticas migratorias han generado en Europa.
Los hechos tuvieron lugar cuando la joven, de 19 años, volvía de una fiesta universitaria en la localidad de Friburgo. Fue violada y asesinada y su cuerpo fue hallado en el río Dreisam. La adolescente, paradójicamente, dedicaba su tiempo libre a ejercer como voluntaria en un centro de refugiados en Friburgo.
El padre de Maria es Clemens Ladenburger, un conocido letrado que trabaja como mano derecha del director legal de la Comisión Europea. Además, es un miembro destacado de la Iglesia Católica alemana y está muy relacionado con la ayuda a refugiados.
‘Hay muchos que odian a los cristianos’
Ni la derecha alternativa ni las autoridades policiales. Una voluntaria en un campo de refugiados desvelaba que muchos de los recién llegados admiten sin ambages que “odian a los cristianos y que pretenden islamizar Alemania”. De hecho, las autoridades cuentan con hechos probados de los intentos de muchos de estos migrantes de poner en marcha un proyecto legal para que el islam cobre importancia en el país.
La mujer, de unos 39 años de edad, trabajó con los refugiados en varios centros del país y, tal y como declaró a la inteligencia alemana, escuchó a varios de ellos proferir insultos contra los cristianos y predicar el odio hacia todas las personas que siguen otra religión.
La declaración de la traductora ha puesto de manifiesto un fenómeno importante: los musulmanes incitan a tener más hijos a las familias para superar demográficamente a los cristianos. Y es que el argumento económico ha sido esgrimido por las élites mundiales para justificar la inmigración masiva, empezando por la propia ONU, mientras la mayor parte de los gobiernos occidentales dictan políticas contrarias a la familia.
‘Aquí no podemos vivir’
La situación en determinadas ciudades ha provocado que algunas familias hayan decidido abandonar el país. Fue el caso de una mujer casada y con dos hijos que denunció esta posibilidad porque “una pareja heterosexual, casada y con dos hijos, con trabajo, sin discapacidades y que no profesa el islam no despertaba el interés de nadie”.
Así se pronunciaba esta madre alemana en una carta dirigida al alcalde de Múnich, Dieter Reiter, y difundida el pasado 21 de octubre. La mujer, de 35 años, relataba cómo una mañana acudió a un desayuno de mujeres organizado por el Ayuntamiento de la ciudad. Allí, recuerda, “me reúno con unas seis u ocho madres, algunas con sus hijos. Todas ellas llevaban velo y ninguna hablaba alemán. Los organizadores del evento me informaron enseguida de que probablemente me resultaría difícil integrarme allí (¡con esas exactas palabras!). Debí señalar que yo era alemana. Hablo alemán con fluidez y no llevo velo”.
Violencia contra los cristianos
La asociación Open Doors Alemania hacía público hace poco más de un mes un informe que mostraba el número de ataques sufridos por refugiados cristianos a manos de musulmanes en suelo alemán. La ONG denunciaba la desidia de las autoridades alemanas frente a la dramática situación de acoso, que incluye lesiones físicas, abusos sexuales y amenazas de muerte.
Asimismo se subrayan las 314 amenazas de muerte realizadas por parte de otros refugiados -en su mayoría musulmanes-, los 416 asaltos violentos, los 44 casos de abusos sexuales y los 617 asaltos múltiples en los centros de acogida alemanes.
Cabe señalar que el 91% de los casos, lo que corresponde a 674 ataques, fueron llevados a cabo por refugiados musulmanes. Por su parte, el 28% de los ataques -205 casos- fueron protagonizados por guardias musulmanes.
El ISIS y los refugiados
En el mes de julio, un ataque islamista conmocionó al país. Un refugiado afgano de 17 años hirió con un hacha y un cuchillo a cuatro personas en un tren regional de Wurzburgo. El Estado Islámico, a través de una de sus terminales mediáticas, reivindicó el ataque.
La agencia yihadista aseguró que el joven “ejecutó su operación en respuesta a los llamamientos de atacar a los países de la coalición que combate contra el Estado Islámico”.
El joven había llegado al país junto al flujo de refugiados y había vivido en un albergue de la pequeña localidad de Ochsenfurt, a unos 20 kilómetros de Wurzburgo. Actualmente residía con una familia de acogida, en cuya casa se han encontrado dibujos con banderas del Estado Islámico.
Ataques a jubilados
Un grupo de refugiados atacó en el mes de octubre a dos jubilados en Múnich que trataban de proteger a una mujer de sus acosos. Según la declaración de los testigos, el conflicto comenzó después de que uno de los refugiados de apariencia árabe empezara a acosar a una joven. La mujer ignoró las intenciones de entablar conversación con ella, lo que provocó una explosión de ira por parte del hombre, que dio un puñetazo en una ventana. Los pasajeros le pidieron acabar con tal comportamiento agresivo. Sin embargo, el llamamiento a la calma llevó a un ataque contra dos hombres mayores.
Al llegar el convoy a la estación los pasajeros llamaron a la Policía, pero los agentes “se declararon incapaces de tomar medidas apropiadas”, subrayó Tom Roth, testigo de lo sucedido, quien publicó el vídeo del ataque en YouTube.
Terror en Colonia
A pesar de reforzar las medidas de seguridad con un dispositivo de hasta 2.500 policías para evitar los abusos sexuales a mujeres y los robos que se produjeron en la pasada Nochevieja, Colonia volvió a vivir una noche de pánico con hasta 22 denuncias por agresiones -más del doble de las que se produjeron el año pasado- en la jornada de carnaval.
Esmeralda Labye, periodista de la televisión belga, fue víctima de acoso sexual mientras cubría para su cadena el carnaval de Colonia. La agresión, que ocurrió en pleno directo, fue una más de las 22 denuncias por motivos sexuales que la Policía registró durante los festejos.
“Al principio sólo hacían muecas detrás de mí. Luego, uno de ellos me puso la mano en el pecho. Estoy en estado de shock”, declaró Laybe tras los hechos.
“El caso más mediático fue el de una chica de 22 años que de madrugada, cuando volvía a su casa, recibió una paliza y fue violada”, explicó el jefe de Policía de la ciudad alemana, Michael Temme. Esta joven fue abordada por un ‘refugiado’ que le mostró un vídeo pornográfico en su móvil como carta de presentación. La mujer se apartó y el joven le dio un puñetazo que la dejó inconsciente. Cuando despertó, la chica se dio cuenta de que había sido violada y avisó a la Policía. Una hora después, un afgano que aseguraba tener 17 años fue detenido en un hogar para refugiados como sospechoso.
La noche de Año Nuevo
Todo comenzó la primera madrugada del año, cuando cientos de inmigrantes atacaron y abusaron de mujeres en los alrededores de la estación de tren en Colonia. Aprovechando las aglomeraciones por el tradicional espectáculo de fuegos artificiales, los conocidos como ‘bailones’ rodearon a grupos de jóvenes siguiendo el modus operandi utilizado durante las Primaveras Árabes.
Las autoridades trataron de silenciar la gravedad de los hechos y únicamente la investigación de los medios de comunicación permitió conocer la verdad: más de mil denuncias por abusos sexuales en apenas unas horas. El saldo no se limitaba sólo a Colonia, sino que los hechos se repitieron en menor medida en otras ciudades alemanas y también en Austria.
Unos meses después salieron a la luz unas imágenes que indignaron a la sociedad alemana. Dos de los hombres acusados de participar en las agresiones sexuales salían del juicio riendo tras recibir unas ínfimas condenas, que no provocaban siquiera su entrada en prisión.
A pesar de la gravedad de los hechos, la Justicia alemana determinó una pena de un año de prisión para estos dos hombres, que a la salida de los juzgados no fueron capaces de contener su emoción y su regocijo por la sentencia.
El iraquí había besado a una mujer sin permiso y después había lamido su rostro. El juez Gerd Krämer consideró que se trataba de un asalto sexual y tachó a Hussain de “animal”, pero sus disculpas le valieron para recortar tiempo a su condena. De igual forma, el argelino fue declarado culpable de ser cómplice de un asalto sexual junto a un grupo de 20 hombres al grito de “me das la mano o te mato”.