La Asociación Médica Británica pide a los facultativos que las mujeres embarazadas dejen de ser llamadas “madres embarazadas”, para no ofender a los hombres transexuales que no pueden dar a luz, según cuenta el rotativo inglés The Telegraph. En lugar de esa definición, pide que las mujeres encintas sean llamadas “personas embarazadas” a secas.

La petición está incluida en un documento interno dirigido al personal sanitario, en el que se detalla una serie de frases comunes que deberán evitarse para no ofender la sensibilidad de los transexuales.

La advertencia, que habría resultado grotesca otro momento de la historia del Reino Unido, no parece haber sorprendido a los galenos, ni ha originado protestas por parte de las asociaciones supuestamente defensoras de los derechos de la mujer, cuyas miembros seguramente estarán ocupadas en las movilizaciones contra Trump que tienen lugar en todo el país.

Sobre el embarazo y la maternidad, la Asociación Médica Británica dice: “La desigualdad de género se refleja en las ideas tradicionales sobre el papel de las mujeres y los hombres. A pesar de que han cambiado con el tiempo, los supuestos y estereotipos que sustentan esas ideas a menudo están profundamente arraigados”.

Añade que “una gran mayoría de las personas que han estado embarazadas o han dado a luz se identifican como mujeres” (sic), por lo que cree necesario no insistir en esta particularidad sexista y pide que se las identifique como “personas embarazadas” en lugar de “mujeres embarazadas”.

Lo más sorprendente es la pretensión de suplantar la capacidad fecundadora de las mujeres por las ideologías de género desdeñadoras del orden natural y de la propia vida.

No sólo eso. La citada entidad cree también necesario comenzar un proceso de adoctrinamiento en los colegios para que los menores dejen de asociar “la importancia de la maternidad” al elemento femenino.

Nos preguntamos si tiene algún futuro una Civilización que pretende alejar la maternidad de las mujeres mientras se aplauden iniciativas tan moralmente aberrantes como la protagonizada por Hayden Cross, el primer chico “embarazado”.

Hayden Cross nació siendo una niña, pero siempre sintió que era un hombre. Hace tres años inició el tratamiento hormonal  para cambiar de sexo y hoy, legalmente, ya es un hombre. Ahora está embazazado de 4 meses. El padre de la criatura, un donante de esperma que encontró en Facebook.

La maternidad, obra cumbre de la vida humana, forma parte del firme propósito de los impulsores del marxismo freudiano para relativizar y adulterar cualquier concepto sobre los que se asiente nuestra pertenencia a una etnia, una identidad cultural y ahora también a un determinado sexo.

Nos preguntamos qué ocurriría si cualquier lector decidiera algún día renunciar a su identidad humana por sentirse un asteroide. ¿Tendría el privilegio de ser considerado por la NASA “material científico no clasificado”?