La Universidad de Columbia (Nueva York), golpeada por una ola de suicidios y supuestas sobredosis
Pocos establecimientos educativos cuentan con las credenciales de la universidad más antigua del estado de Nueva York, una de las nueve instituciones “coloniales” nacidas antes de la declaración de la independencia de los Estados Unidos, fundada por el Rey Jorge II de Gran Bretaña en el año 1754 bajo el nombre de “King’s College”.
Renombrada “Columbia College” en 1784 luego de la Guerra Revolucionaria Americana, es uno de los catorce miembros fundadores de la Asociación Americana de Universidades y la primera escuela del país del norte en otorgar el título de “Doctor en Medicina”.
Organizada en veinte escuelas diferentes y con centros de investigación en Beijing, Estambul, Paris, Mumbai, Santiago de Chile y Asunción entre otras locaciones, Columbia es la encargada de llevar adelante la organización del codiciado premio Pulitzer y entre su alumnado se encuentran cinco de los padres fundadores de los Estados Unidos, nueve miembros de la Corte Suprema de Justicia, 20 multimillonarios vivos, 29 ganadores del premio de la Academia, 29 jefes de estado incluidos 3 presidentes de los Estados Unidos y 100 ganadores del premio Nobel, siendo la segunda universidad con más miembros reconocidos con el respetado galardón después de Harvard.
Pero los sucesos que tuvieron lugar el pasado semestre en la institución perteneciente a la “Liga Ivy”, la conferencia deportiva fundada en 1954 compuesta por ocho universidades privadas del noreste entre las que se encuentran Yale y Princeton, colocaron a la universidad bajo el ojo público por los motivos menos esperados.
Una alarmante ola de suicidios y supuestas sobredosis que involucró a miembros del alumnado de la universidad Columbia han reavivado el debate nacional sobre el nivel de sobreexigencia al que son sometidos los estudiantes universitarios del país del norte, sobre todo aquellos que pertenecen al más alto escalafón en lo que respecta a instituciones educativas.
Tres de los trágicos sucesos sucedieron en el mes de enero pasado, dos de los cuales se sospecha han sido sobredosis mientras el tercer caso involucró a una estudiante de intercambio proveniente de Japón que saltó desde el séptimo piso de su residencia en Brooklyn.
Las otras cuatro muertes sucedieron una por mes en el transcurso de septiembre a diciembre de 2016 e incluyeron a un promisorio estudiante de periodismo de 21 años, un veterano de la Marina de 29 años, un estudiante proveniente de Marruecos y a un estudiante de primer año de Misuri de sólo 18 años.
Este último llamado Taylor Gilpin Wallace levantó el alerta entre su familia al asegurarle a su madre mediante una videollamada que quería desesperadamente “saltar desde una ventana”, días antes de abandonar sus estudios, regresar a su ciudad natal y colgarse en el sótano de su hogar familiar.
Apuesto y atlético, Taylor parecía tener el mundo a sus pies, consagrado como una prometedora estrella de fútbol americano de su colegio secundario en la ciudad de Brookfield, el abanderado y mejor estudiante no tuvo inconvenientes en ser aceptado en Columbia dado su historial académico y deportivo.
En diálogo con el New York Post su madre aseguró que el joven tenía su vida planificada desde muy temprana edad “quería ser un cirujano del corazón y hacer lo imposible para cumplir con sus objetivos”.
Pero dos meses después de mudarse a su residencia universitaria, Wallace abandonó su sueño y volvió a Misuri donde se produjo el macabro desenlace final. “Tienes un niño que llega desde el corazón de los Estados Unidos, y se rodea de otros que ya tienen un círculo social armado y con quienes no logra conectar” comentó la madre de Taylor “el era popular en casa, pero no en Columbia”.
Distintas fuentes entrevistadas en el campus de Morningside Heights, donde sucedieron gran parte de los hechos trágicos, aseguran que las posibles causas detrás de los suicidios y supuestas sobredosis se deberían al implacable estrés académico y a una ausencia de programas que ayuden a tratar la salud mental de los estudiantes.
La seguidilla de muertes cobró a su primera víctima el pasado 6 de septiembre cuando Uriel Florez de 29 años se disparo con una escopeta minutos antes de que su madre regresara al hogar familiar de Nueva Jersey.
El veterano de guerra que sirvió en Irak y Afganistán dejó más de veinte cartas suicidas detrás, agobiado por la depresión y el estrés post traumático. Su hermana aseguró que la demanda académica de Columbia, en comparación con la de su escuela anterior donde era un alumno destacado, fue la gota que rebalsó el vaso.
El tercer caso involucró Nicole Katherine Orttung de 21 años, quien el pasado 22 de noviembre se quitó la vida en su hogar familiar de Airlington, Virginia. La prometedora periodista tenía en su haber más de 100 artículos publicados con el foco puesto en las injusticias sociales.
El 18 de diciembre le siguió el cuarto caso que tuvo como protagonista a Mounia Abousaid, una estudiante de literatura proveniente de Marruecos que fue encontrada muerta en su residencia universitaria con una bolsa plástica alrededor de su cabeza.
El quinto suicidio se conoció el 18 de diciembre cuando Yi-Chia Chen, una estudiante de intercambio de la universidad de Waseda en Tokio, saltó desde el séptimo piso de su residencia en la ciudad de Brooklyn.
Las últimas dos muertes fueron catalogadas de manera preliminar por las autoridades como sobredosis e involucraron a Ezekiel Reiser de 21 años quien murió el 21 de enero y Daniel Andreotti de 20 años quien fue encontrado muerto en su dormitorio estudiantil el pasado 23 de enero. En ambos casos sustancias prohibidas y parafernalia de droga fueron encontradas en las escenas de los hechos aunque todavía se esperan los resultados de toxicología para confirmar las sospechas de abuso de drogas.
A pesar de que parte de las víctimas vivían a cuadras de distancia, al parecer no habría indicadores que señalen que los protagonistas de los suicidios se conocían entre si.
La universidad de Columbia no ha emitido un comunicado oficial con respecto a las muertes y se ha limitado únicamente a compartir cartas de condolencias para honrar a las víctimas por medio del decano de la institución James Valentini, donde se evitó mencionar las palabras “suicidio” y “sobredosis”.
Tras la pérdida de vidas de jóvenes promesas quienes parecían tener un futuro asegurado las familias de las víctimas reclaman mayor involucramiento de la universidad en cuidar de sus alumnos, quienes abandonan su hogar a muy temprana edad para enfrentar un enorme desafío en muchos casos completamente solos.
La familia de Taylor Wallace creó una fundación para la prevención de suicidios con la finalidad de generar conciencia y ayudar a prevenir otras tragedias. “El nunca experimentó el fracaso, y tenía tanto miedo de fallar” concluyó la madre de Wallace.
Que yo sepa en las ultimas encuestas el país que suicidios comete es Estados Unidos y se supone que es el país de las oportunidades el país donde lo tienes todo sin embargo es el país que suicidios comete por año…
Han notado que los suicidados son: árabe, judío-latinoamericano, americana izquierdista, chino. No sé digo quizás fue muy duro para ellos el mundo las elites universitarias, se dieron con la realidad de goipe.
Me recuerda una caricatura ,que vi en mi juventud de una PIRAMIDE HUMANA enloquecida por trepar a la cúspide ,pisando cabezas y aplastando a los de abajo DESPIADADAMENTE y sin derecho al error.La meta es formar parte de “la élite” cuyo OJO ÚNICO a todos ve ,controla ,manipula ,domina ,extorsiona ,saquea ,explota ,arruina e hipoteca.Vamos que de humanismo y amor al prójimo ,nada de nada.
Ya no necesito ir a ver the ring. Me habéis jodido el argumento.
Es lo que conlleva tener una visión materialista y laica de la vida.