A la esposa ignorante del duque emPalmado, la declaración le sale a devolver
A mi generación nos enseñaron, que en la comisión de determinados delitos la condición del autor o autores juega un papel, no voy a decir imprescindible, pero si fundamental o al menos relevante. Tan relevante en ocasiones, que los Tribunales de Justicia deberían aplicar sin apenas pestañear en esos casos, circunstancias agravantes a la hora de dictar sus sentencias, para que éstas fuesen, no solo justas, sino ejemplarizantes.
Y pondré un ejemplo. Imaginemos el robo con intimidación perpetrado en una entidad bancaria por un individuo armado con una pistola. Tras amenazar a clientes y empleados el atracador se hace con un importante botín. Nadie resulta herido. La Policía investiga el delito y culmina la misma con la identificación y detención del supuesto atracador, que finalmente resultó ser un policía que para llevar a cabo su acción se valió de información preferente y de su arma reglamentaria. Una vez puesto a disposición judicial con las pruebas y todo lo instruido, el juez dictamina prisión preventiva para el detenido.
Pues bien, si al concluir la instrucción del sumario y la vista oral, el acusado resultase culpable, convendrán conmigo que lo lógico, lo correcto y moralmente justo, es que el Tribunal que lo juzga tenga en cuenta –y aquí entra mi reflexión anterior-, la circunstancia agravante de su condición de policía. Es evidente que se valió de la confianza y responsabilidad que la sociedad le había otorgado, para después, con fines criminales, cometer el mismo delito que debía perseguir.
Siendo esto así, nosotros como pueblo, no podemos mirar para otro lado ante la aberrante sentencia dictada tras el juicio sobre el conocido como “caso Noos”. Con todo lo publicado durante la instrucción, y lo que ha quedado suficientemente probado, podemos llegar a la conclusión sin lugar a equivocarnos, que el Tribunal no ha tenido en cuenta en absoluto la condición de dos de los principales personajes (Iñaqui y Cristina). Condición, de la que se valieron para que la “organización” obtuviese, de manera más ágil aunque a su vez ilícita, ingentes cantidades de dinero. No es el señor Torres el que más nos escandaliza e irrita, aunque también, sino los dos principales protagonistas en toda esta organización delictiva, sin cuya colaboración no solo necesaria sino imprescindible, el señor Torres (con más años de condena) no habría tenido tanta capacidad o facilidad para obtener y manejar esas sumas de dinero provenientes de instituciones públicas o de entidades privadas.
La repercusión social que tendrá a partir de ahora toda esta farsa, interpretada por los personajes más siniestros de la vida judicial y política española, no solo restará todavía más credibilidad a la Justicia y al resto de instituciones públicas, sino que hará temblar los cimientos de la Corona y los pilares sobre los que se asienta el más que deteriorado sistema constitucional de 1978. El Tribunal puede decir lo que estime oportuno, pero la percepción del pueblo llano y trabajador es, que los exduques de Palma y el resto de la banda, no hubiesen podido defraudar esas cantidades de dinero, de no haber gozado los primeros de su condición. O sea, la de pertenecer y ser miembros de la Casa Real española. Punto.
¡Mira que es sencillo y fácil de entender! Pues nada, el Tribunal, la fiscalía y Miquel Roca, no lo han visto así. No han tenido en cuenta la reflexión de Rudyard Kipling (1865-1936) novelista británico, cuando dejo escrito aquello de: “La intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre”; “La más tonta de las mujeres puede manejar a un hombre inteligente, pero es necesario que una mujer sea muy hábil para manejar a un imbécil”.
El Tribunal ha decidido que Cristina de Borbón se vaya de rositas por considerar que se trataba de una pobre esposa ignorante que no se enteraba de los asuntos de su marido, y por lo tanto, considera que en ningún momento ha sido pieza clave en ésta organización delictiva. Es evidente que el Tribunal no tuvo en cuenta las palabras de Benjamín Franklin (1706-1790) estadista y científico estadounidense, quien decía lo siguiente: “Quien quiera ver prosperar sus negocios, consulte a su mujer”.
¡Pobre duque emPalmado! Yo le recomendaría que la próxima vez que se vaya a orinar fuera del tiesto, lea antes a don José Ortega y Gasset (1883-1955) filósofo y ensayista español, quien dejó escrito lo siguiente: “En la morfología del ser femenino, acaso no haya figuras más extrañas que las de Judit y Salomé, las dos mujeres que van con dos cabezas cada una: la suya y la cortada.
En resumen, que la infanta Cristina y de acuerdo con el fallo, tendrá que depositar 265.000 euros. Pero como se da la circunstancia de que ya había consignado en el Juzgado 587.000 euros (se supone que fruto de los actos de la banda), la Justicia le tendrá que reintegrar la diferencia, 370.000 euros. O sea, que para más cachondeo, su declaración le sale a devolver.
Lo ha clavado usted. Este artículo es una joya.
A Diego Torres, sin esos dos, justo le hubiera ido que le invitasen a un café. La desfachatez de la sentencia, no deja indiferente a nadie. Excepto a los implicados en ella, juzgadores y juzgados. Que sigan con el mantra ese de que la justicia, es igual para todos. Tal vez alguien se lo crea.
¡BRILLANTE Y GENIAL! Como siempre.
Se ríen en nuestra narices sin recato alguno. Hablan y manejan los millones de euros como quien habla de fruslerías. Euros por cierto expoliados a ti, a mí y a todos Españoles indefensos ante el rodillo mierdocrático del 78. Encima son tan mezquinos y miserables que se exponen a la verguenza de ser acusados públicamente por unos, para ellos, miserables pocos millones de euros. Porque con los miles de millones de dólares que habrá amasado el rey emérito en estos cuarenta años procedentes de sus chanchullos petrolíferos entre otros, exponerse al escarnio por veinte o treinta “miserables” millones de leuros… Leer más »
QUE BIEN, VAMOS QUE BIEN Y YO ganando en el T1 3700 EUROS ME TOCA PAGAR 467 EUROS, SI SEÑOR TODO JUSTITO, ASCO DE VERDAD, CASI ME DAN GANAS DE EMBADURNARME CON BETÚN PONERME UN VELO Y SALTAR LA VALLA