Una palabra de moda, empoderar, es, lamentablemente, sinónimo de discriminar. Definición de la RAE: Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido. Queda claro, no?

Lo que de verdad importa es equiparar su importancia haciendo ver sus aportaciones y sus necesidades, pero no ponerlas por encima de otra persona o grupo. Con ello se genera una discriminación en sentido contrario que, tarde o temprano, será reclamada por el ahora discriminado como injusta. Y así, una reivindicación se convertirá en una condena para el propio colectivo que se pretende proteger, además de no conseguir apoyo unánime, precisamente por ser una medida discriminatoria.

Una forma de discriminación es establecer un día internacional de la mujer trabajadora solamente en femenino. ¿Es que no hay otros colectivos trabajadores? ¿Dónde hay un día internacional del hombre trabajador? ¿O de los negros, blancos, asiáticos y otras razas trabajadoras? ¿O de los jóvenes, ancianos, altos, bajos, feos, rubios, morenos, pelirrojos, hipertensos, diabéticos, cardíacos, padres, madres, abuelos, hijos, heterosexuales, homosexuales, transexuales, bisexuales, etc., todos ellos trabajadores?

Mientras sigamos empoderando y discriminando nunca llegaremos a una equidad entre las personas, todas diferentes, pero con los mismos derechos, deberes e igualdad de oportunidades.