¡Menuda tropa!
El capitán Ignacio de Loyola, consecuente con su mentalidad militar, ideó crear una compañía de soldados de Cristo para ponerla a las órdenes del Sumo Pontífice. De ahí el cuarto voto de los jesuitas, el de obediencia al Papa.
Y resulta que esa Compañía acaba de elegir a su Capitán General, Arturo Sosa Abascal, venezolano y profesor de ciencias políticas en varias universidades de Venezuela, patria del experimento político de la revolución bolivariana. El estudio de las ciencias políticas sirve, obviamente, no sólo para especular sobre los jeribeques políticos, sino también, y creo que sobre todo, para aprender a vivir de la política; igual que quien estudia leyes, lo que pretende no es especular sobre ellas, sino vivir de ellas; y quien estudia medicina lo hace para vivir de la medicina. Ese pragmatismo político hace que quienes lo cultivan se sumerjan o en alguno de los movimientos políticos del país en el que y para el que enseñan, o en el relativismo y oportunismo más descarnado.
Este diagnóstico sobre la profesión político-académica del P. Arturo Sosa viene a raíz de sus declaraciones al vaticanista Giuseppe Rusconi, de las que se hace eco Sandro Magister. La literalidad (creo que incuestionable) de esas declaraciones pone los pelos de punta. Las palabras de Jesús no se ponen en duda: adhiriéndose a la doctrina del Papa sobre los textos evangélicos en que se proclama con toda claridad la indisolubilidad del matrimonio, las palabras de Jesús no se ponen en duda, “se ponen en discernimiento”. Discernir (que viene de “cerner” y desemboca en “criba”) es exactamente cribar. Ahora, lo jesuítico (en el sentido más obsceno del término) no es dudar de la palabra de Dios o negarla directamente, sino someterla a criba: según la capacidad de cribar de cada uno, a la que se llama conciencia. ¡Ni Lutero llegó tan lejos en el libre examen! Estos jesuitas han descubierto la duda metódica sobre la palabra de Dios como método infalible para llegar cada uno a su verdad. Para cerner y para discernir se emplean cribas de todos los grosores: según la conveniencia de cada uno.
Está claro que hay jesuitas rectos y jesuitas torcidos. Pero si ha salido elegido como jefe y capitán general de todos ellos uno evidentemente torcido, es que la facción torcida y corrompida de los jesuitas tiene mucha más fuerza que la facción recta.
El nuevo representante de la Compañía de Jesús no tiene el menor empacho en decir: “En el último siglo han surgido en la Iglesia muchos estudios que intentan entender exactamente qué quería decir Jesús… ESO NO ES RELATIVISMO, pero certifica que la palabra es relativa, el Evangelio está escrito por seres humanos, está aceptado por la Iglesia que a su vez está formada por seres humanos… ¡Por lo tanto es verdad que nadie puede cambiar la palabra de Jesús, pero es necesario saber cuál ha sido esa palabra! Nauseabundamente jesuítico, obscenamente jesuítico. La verdad es la que yo te diga y cuando yo te la diga. Pero como la clave está en esos geniales estudios, esa verdad durará hasta que aparezcan los siguientes estudios. A este paso nos prohibirán leer la palabra de Dios, porque no está al alcance de los pobres necios que entendemos lo que está escrito, sino que necesitamos la interpretación de los estudiosos, que luego “pondremos en discernimiento”. En fin, que de momento estamos todos a oscuras, sin Revelación, esperando que el P. Sosa nos ilumine con esos inspiradísimos estudios que nos dirán finalmente cuál es la palabra de Jesús. Es que si no me cuadra, si no me gusta, es normal que la ponga en duda (bueno, no, que la ponga en discernimiento). Y como mi discernimiento no alcanza a entender lo contrario de lo que dicen las palabras de Jesús, recurro a los sesudísimos estudiosos que partiendo de la relatividad de la palabra, serán capaces de dar con el sentido diametralmente opuesto. Y en todo eso, ¿dónde está la acción de Dios?
¡Menuda tropa estos jesuitas! ¿Compañía de Jesús? No, no, ahora son más modernos. Les gusta más llamarse “Compañeros de Jesús”. ¿Eh qué hallazgo? Han contextuado de nuevo las palabras y las intenciones de San Ignacio de Loyola. Casi cinco siglos llevan entendiéndole erróneamente. Los modernísimos estudios de hermenéutica ignaciana han descubierto por fin cuál es el auténtico espíritu ignaciano: el P. Sosa es su representante. Nada de Compañía de Jesús, sino “Compañeros” de Jesús. Al más genuino estilo de la política progresista: el compañero general. Es la nueva era.
Pero bueno, ni con ésas pierdo mi fe en la Iglesia y en el Espíritu Santo que la asiste. No es el peor momento en la historia de la Iglesia. Pienso con algunos otros que han optado por verlo de este modo, que es muchísima la basura y la ruina que se ha acumulado en la Iglesia, y que es preciso hacer limpieza a fondo. Que hay que sacar toda la porquería escondida; que hay que sanear las paredes sacando toda la mampostería muerta, porque de lo contrario estaremos dándoles manos de pintura a paredes que se desmoronan. Ese parece que es el designio de Dios, porque ¡hay que ver qué Iglesia ha emergido en el Sínodo de los obispos! ¿Qué hubiese ganado la Iglesia con ocultar tanta basura? ¿Cuál sería la ventaja de que siguiese discretamente oculta la corrupción de los jesuitas? Es la voluntad de Dios que el nuevo general de la Compañía saque a flote lo peor de ésta. Por algo será. Como nuestros cálculos y manejos nunca alcanzarán a enmendar la acción del Espíritu Santo, más nos vale que confiemos en él.
Si es designio de Dios que andamos dando tumbos por el desierto durante cuarenta años porque no somos dignos de formar parte de su Iglesia renacida, pues aceptémoslo con la esperanza puesta en él. Si la Iglesia necesita una larga cuaresma de penitencia y sobre todo de purificación, recemos para que los instrumentos que ha elegido para esa misión, la cumplan según su voluntad. Si han de salir a flote los pecados y las apostasías que se han atrincherado en la Iglesia, sea enhorabuena, por doloroso que resulte. Y si han de ser varios pontificados los de supuración de la podredumbre de la Iglesia para que una vez liberada de esas miasmas recupere la salud y la salvación, sea lo que Dios quiera.
Y la otrora Compañía de Jesús que hoy vaga desmoralizada y sin rumbo, cuyo enorme botín le impide moverse, hace bien en mostrar su verdadero rostro, blandiendo desde el alto mando su idea genial de “poner en discernimiento” la palabra de Dios. Hace bien en darse a conocer tal cual es. Así a la hora de la cosecha será más fácil distinguir el trigo de la cizaña.
Siempre reconforta saber que la iglesia cuenta todavía con hombres como el Padre Custodio. Hombres valientes no sujetos a estúpidos corporativismos ni clientelismos apesebrados. Los jesuitas nunca han sido trigo limpio. Y que duda cabe que el que ocupa en la actualidad la silla de Pedro ha sido alumno aplicado y distinguido en las malas artes de tan infausta orden.
Magnífico