Fray Bigotón, el perro callejero que se convirtió en un monje franciscano
Hoy es Fray Bigotón, pero antes lo conocían como Carmelo. El pequeño perro de raza schnauzer pasaba sus días en un refugio canino en Bolivia después de que lo encontraran en las calles, vagando sin un rumbo cierto. Un conjunto de religiosos procedentes del convento de San Francisco, en Cochabamba, estaba a la búsqueda de un cachorro que irradiara de alegría los pasillos.
Los franciscanos, por el patrono que los identifica, tienen una ligazón especial con los animales. San Francisco de Asís fue nombrado el patrón de los animales, veterinarios y ecologistas. En torno a su figura, se cuentan cientas de anécdotas que grafican su empatía. Una leyenda, por ejemplo, dice que las golondrinas lo seguían con devoción y formaban una cruz sobre su cabeza.
Los monjes bolivianos, siguiendo el mensaje de San Francisco, adoptaron a Carmelo. A los pocos días, decidieron bautizarlo con un nombre particular: Fray Bigotón. Su emparentamiento con la religión no llegó hasta ahí. La sotana marrón con el que lo vistieron lo convirtió en una celebridad de las redes sociales.
“El perro tiene todo el espacio para que pueda desear para jugar y correr libremente. Además dispone de una fuente para beber y refrescarse cuando quiera”, comentó uno de los hermanos.
Fray Bigotón tomó el hábito de la orden franciscana. Jorge Fernández, uno de los padres del monasterio, dijo: “Su vida se resume en jugar y correr. No tiene obligaciones de ningún tipo. Aquí, todos los hermanos lo queremos mucho. Ahora es una criatura de Dios”.
Más allá de no tener obligaciones, Fray Bigotón sí sirve de ejemplo. El Proyecto Narices Frías de Bolivia fue el encargado de su rescate cuando aún se llamaba Carmelo. Hoy el schnauzer y su peculiar hogar deben servir de inspiración para que la adopción se vuelva una práctica más recurrente.
Trivialización del monacato y el hábito .
No dejen beber a “Fray Bigotón” del agua estancada de esa especie de alberca (no parece fuente) porque puede contraer enfermedades.
Ni debiera ir vestido con el santo hábito. Por respeto al mismo y porque los perros no son juguetes ni muñequitas a quien disfrazar. Va en contra de la propia naturaleza y sufren.
Lo último que le gustaría a San Francisco es ver hacer el indio.
Amar a los animales pasa por preocuparse por su salud y por no utilizarlos cual juguetitos.
Han visto la cara de felicidad que emite ese hermano? No verás rojo podemita ni zorra discotequera con tal expresión en mil vidas. El vicio, la juerga y la amoralidad consumen a sus adeptos, ni cubiertos de oro y mil lujos jamás conseguirán el pose de armonía y plenitud de ese feliz monje.
CRISTO REY
No sería honesto conmigo mismo si no te felicitara por la perfección y la vericidad de tu comentario.
Sin duda mucho mas noble que muchos principes de la Iglesia.
Dios bendiga a los que aman y respetan a los animales.