Ni investigaciones sobre las células radicales presentes en el país, ni mayor control de las fronteras. La prensa sueca apuesta por prohibir el acceso de vehículos a los núcleos de las ciudades para evitar los atentados.

¿Se imaginan un mundo en el que para evitar la obesidad se prohibiera el consumo de alimentos? ¿Un mundo en el que no estuviera permitido utilizar cuchillos por miedo a accidentes domésticos?. Las medidas, aunque drásticas y absurdas, sin duda funcionarían. Esa, ni más ni menos, es la propuesta del Aftonbladet, el periódico más vendido en Suecia: prohibir la circulación de vehículos para evitar ataques terroristas.

Las secuelas del atentado que el pasado viernes acabó con la vida de cuatro personas en Estocolmo aún son evidentes. Las autoridades aún tratan de entender las causas del ataque a pesar de que el terrorista, de origen uzbeko, admitió ante un tribunal ser el autor del ataque. Rakhmat Akilov, que tenía orden de expulsión de Suecia desde hace mes y medio tras ser rechazada en junio su solicitud de asilo, juró lealtad al Estado Islámico horas antes de cometer la masacre y, aunque no está probado, durante los interrogatorios aseguró actuar por orden directa del grupo terrorista.

La ministra de Cultura sueca, Alice Bah Kuhnke

Las políticas globalistas del gobierno progresista han hecho mella en una opinión pública que prefiere mirar para otro lado. “Las redadas contra las células radicales o el control de fronteras no sirven para frenar el terrorismo”, asegura el Aftonbladet en su editorial y apuesta por restringir la circulación de vehículos al centro de las ciudades para evitar ataques como el de Estocolmo.

“Los vehículos son fáciles de robar y no es razonable que un camión pueda transitar por una de las calles más importantes de Estocolmo durante un fin de semana”, razonan desde Aftonbladet, donde no se plantean siquiera la posibilidad de señalar al Gobierno por su política de connivencia con los islamistas que se hace patente al visitar los barrios periféricos de las ciudades suecas.

La realidad de Suecia

Más allá de la amenaza terrorista y la presencia de terroristas que, auspiciados por las bondades del espacio Schengen, operan con cierta libertad en el país, la rutina en muchos barrios de la capital es radicalmente diferente a la tradición del país. En Rinkeby apenas se ven mujeres. La violación de un niño de 12 años de edad hace unas semanas fue sólo un episodio más en la considerada como la “capital de la violación” de Europa.

El testimonio de una joven sueca, que aceptó hablar para el Daily Mail, muestra lo que las autoridades del país han tratado de ocultar. “Vivo muy cerca de la zona no-go y cada vez que vuelvo del trabajo tengo que evitar grupos de delincuentes que tratan de robarme”, explicó Lucy, que siempre porta un aerosol de seguridad por “miedo a sufrir” abusos sexuales.

Hace unas semanas, coincidiendo con los disturbios, un grupo de delincuentes asaltaron su vivienda y robaron todas sus pertenencias, incluido su vehículo. Cuando llamó a la Policía, la respuesta fue sincera: “Estamos desbordados, no tenemos efectivos para atender tu petición”.

Besse, otra sueca que se niega a dar su nombre real, explicó el “código de honor” que existe en Rinkeby y que pasa por “atacar primero a aquellos que no son musulmanes”. “Estos chicos creen que se debe abusar antes de una chica que no lleva hiyab”, subrayó.

“Ya no salimos a las calles después del anochecer, es demasiado peligroso. He vivido aquí los últimos 25 años y la situación cada días es peor”, relató Besse, que exigió al Gobierno sueco “controlar las mezquitas de la ciudad”.

Fuente: Intereconomía