Por segundo año consecutivo, la población en riesgo de exclusión se mantiene estable. Según la encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), realizada la pasada primavera, con los ingresos de los hogares en 2015, el riesgo de pobreza afecta al 22,3% de los ciudadanos, frente al 22,1% de 2014.

Esto quiere decir que prácticamente uno de cada cinco españoles tenía en 2015 una renta inferior al 60% de la media, o lo que es lo mismo, vivía con unos ingresos inferiores a 1.436 euros al mes en el caso de un matrimonio con dos niños o de 684 euros para los hogares de una persona.

El porcentaje de personas afectadas por el riesgo de pobreza, sin embargo, es mayor si se toma en cuenta el indicador Arope (At Risk of Powerty or Social Exclusion), el baremo que utiliza la Unión Europea en su estrategia 2020, que plantea, entre otros objetivos, reducir la pobreza en 20 millones de personas en todo el continente.

Según esta forma de medición, el riesgo de exclusión se extendió en 2015 al 27,9% de la población. La tasa es mayor porque el indicador Arope tiene en cuenta, además de la renta, otras variables, como los niveles de empleo de los distintos miembros de la familia o la capacidad de los hogares para afrontar determinados gastos, como el alquiler o la calefacción en invierno.

Lejos del récord de 2013

Pese a que el porcentaje de la población en riesgo de exclusión teniendo en cuenta este indicador sigue siendo muy elevado, no alcanza la cifra récord de 2013 (29,2%) y ha caído en 2015 casi una décima con respecto al año anterior. Este indicador mejora con respecto al año pasado gracias a la bajada de dos de sus componentes: el número de hogares que sufren carencia material severa (que disminuye del 6,4% de 2014 al 5,8%) y la baja intensidad en el empleo (que mejora al pasar del 15,4 al 14,9%).

La situación de extrema pobreza baja por segundo año consecutivo y afecta al 2,1% de la población, una décima menos que el año anterior. Se trata de personas que reúnen todos los elementos que determinan la exclusión social, como el riesgo de pobreza, baja intensidad en el empleo y carencia material severa. Para el Ministerio de Economía el dato va «en coherencia con la evolución de la economía española y sobre todo, con las cifras de creación de empleo».

El riesgo de pobreza que mide la Encuesta de Condiciones de Vida del INE mide desigualdad, no pobreza absoluta. Es decir, cuántas personas tienen menores ingresos que el conjunto de la población. Por primera vez desde 2009 los hogares españoles han experimentado un aumento de sus ingresos. En 2015 se situaron en 2.227 euros al mes, lo que supuso un incremento del 2,4% respecto al año anterior.

Al haberse producido un aumento de los ingresos por hogar, ha aumentado el umbral de riesgo de pobreza en casi 200 euros (en el caso de hogares unipersonales), lo que supone una mayor inclusión de personas bajo este indicador. Para el Ministerio de Economía este dato «no supone se haya producido necesariamente un empeoramiento de su situación económica».

Perfil de la pobreza

El perfil de los ciudadanos en riesgo de exclusión que se desprende de la encuesta del INE es el de una persona con un nivel educativo equivalente a la primera etapa de educación secundaria (29,2%), que vive en un hogar formado por un adulto con hijos dependientes a su cargo (42,2%) y en el paro (48,5%). Según la nacionalidad, el porcentaje de personas por debajo del umbral de riesgo de pobreza era del 40,3% para los extranjeros de la UE y del 52,1% para las personas cuya nacionalidad no era de un país de la UE.

Según el indicador europeo Arope, la infancia sigue siendo el segmento más vulnerable, con un 31,7% de menores de 16 años en riesgo de pobreza, un 1,7% menos que un año antes. La precariedad aumenta en cambio entre los mayores de 65 años y por segundo año consecutivo, al pasar del 13,7% al 14,4%.

«Si bien estamos ante un escenario de estabilidad porque no hay grandes cambios hay algunos grupos que han experimentado un empeoramiento llamativo de su situación como los mayores de 65 años, los parados o los hogares monoparentales», indica Gabriela Jorquera, coordinadora en Madrid de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN).

En general, la encuesta del INE revela una disminución de las dificultades económicas de los hogares. Baja el número de familias que no tiene capacidad para hacer frente a gastos imprevistos, que no puede permitirse ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año o que tiene retrasos en los pagos relacionados con la vivienda principal.

Solo aumenta el número de familias que admite tener mucha dificultad para llegar a fin de mes, al pasar del 13,7% de 2014 a 15,3% en 2015. Para el Ministerio de Economía se trata de una «percepción subjetiva», ya que la contabilidad nacional, «el consumo de los hogares aumenta, por tanto, es posible que en parte este resultado responda a un mayor gasto de los hogares, fruto de la mejora de la confianza de los consumidores que indican las encuestas».