Un largometraje muestra el lado más oscuro y perverso de las redes sociales
El reciente estreno en los Estados Unidos de uno de los largometrajes más esperados de 2017 coincide con un momento en el que las redes sociales han tomado gran protagonismo dentro de la cobertura mediática, debido —en gran parte— a los lamentables sucesos ocurridos recientemente en plataformas como Facebook e Instagram.
La reciente transmisión vía Facebook Live del asesinato en Cleveland de Robert Godwin —el cual finalmente terminó con el suicidio de su atormentado perpetrador, Steve Stephens— y el macabro caso del tailandés Wuttisan Wongtalay, de 20 años, que compartió en la red social cómo lanzaba a su hija del techo de un hotel para luego saltar y quedar colgado a su lado llaman a la reflexión y, sobre todo, a replantearse el verdadero rol de las redes sociales en la sociedad moderna y su innegable impacto en los seres humanos.
Distintos sucesos macabros vinculados a los mencionados suicidios y asesinatos, además de violaciones y otro tipo de crímenes, han puesto el foco en los potenciales efectos negativos del afán moderno de compartirlo todo en redes y sus consecuencias cuando menos negativas al no lograr regularse eficazmente los contenidos de la “vida real” que terminan ocupando los espacios virtuales de acceso público.
La situación se vuelve aún más preocupante, sobre todo, si se considera que responsables de Facebook y otras plataformas —en la gran mayoría de los casos cubiertos por medios del mundo— demoraron horas y hasta días en retirar los posteos perturbadores de sus sitios, con el consecuente efecto multiplicador al ser compartidos y vistos cientos de miles de veces.
La historia de El Círculo, la película protagonizada por Tom Hanks y Emma Watson —basada en la novela del mismo nombre convertida en un éxito de ventas mundial— propone un escenario ficticio fácilmente imaginable en el que una plataforma que combina el poder e influencia de gigantes tecnológicos del mundo real, como Apple, Google y Facebook, se propone saber literalmente todo lo que sucede alrededor del mundo.
En el filme, el CEO de la red social, encarnado por Tom Hanks, busca lanzar al mercado —en un evento que recuerda a los llevados adelante por el inmortal Steve Jobs— pequeñas webcams que permiten seguir a sus usuarios a cualquier lado y transmitirlo todo 24 horas 7 días a la semana. “Si sucede, lo sabremos”, anticipa el misterioso Eamon Bailey encarnado por Hanks.
El personaje interpretado por la actriz que saltó a la fama por su rol como Hermione Granger en la saga de Harry Potter —hoy convertida en una defensora de los derechos de la mujer y asociada a diversas causas reconocidas a nivel mundial— lleva una vida de relativa normalidad cuando queda seleccionada para comenzar a trabajar en El Círculo.
Lo que en un principio parece ser un sueño hecho realidad termina convirtiéndose en una pesadilla para Mae Holland, el personaje encarnado por Watson, quien lucha por descubrir los motivos ocultos detrás de una organización que parece no conocer límites para alcanzar sus objetivos.
Un interesante acercamiento al mejor estilo Hollywood —ergo fácilmente comprensible por cualquier simple mortal— de los cuestionamientos hechos en la vida real a los gigantes de Silicon Valley sobre la presunta invasión de la privacidad a cambio de poder acceder a los supuestos beneficios que traen redes, buscadores y productos de tecnología de consumo a nuestras vidas es uno de los puntos más destacables del film.
En diálogo con el Wall Street Journal días antes de su gran estreno en los EEUU, James Ponsoldt, director y guionista de El Círculo, habló acerca de su relación con la tecnología y las redes sociales y afirmó que sería ingenuo creer que la película tiene como función ser una herramienta propagandística para que todos se “desconecten”.
De cualquier manera, Ponsoldt cree que “eso no significa que no deberíamos estar haciendo ciertas preguntas”, aludiendo a la creciente presión de medios de comunicación y gobiernos sobre los supuestamente intocables gigantes tecnológicos.
El producto más popular de la firma imaginaria —convertida en otra protagonista del film— se conoce como “TruYou” o “Tu Yo Real” y opera como un pasaporte digital y red social que garantiza que todos se muestren como realmente son. Las cámaras mencionadas anteriormente supuestamente ayudan a sus usuarios a preservar su integridad y a la vez prevenir situaciones no deseadas, como puede ser el abuso o la violencia.
Lo que El Círculo intenta demostrar, en definitiva, es que siendo conscientes de un monitoreo constante, los seres humanos suelen autocensurarse y muchas de las cosas que sólo se harían “cuando nadie los ve” dejan de suceder al ser grabados por terceros en todo momento. “El saber es bueno, pero el saberlo todo es mejor”, afirma el eslogan de TruYou.
Ponsoldt buscó poner el foco en la importancia de la privacidad, al afirmar que cuando las personas son observadas, no se comportan de manera auténtica.
Y allí es donde se puede trazar un paralelismo entre la trama de la película y lo que sucede hoy día en la sociedad tras la explosión de las redes hace poco más de una década. Plataformas que nacieron como medios para compartir aspectos de la vida diaria con amigos y familiares han mutado en algo que sus creadores probablemente nunca imaginaron.
Las cinco compañías más importantes del mundo son tecnológicas y atraviesan —cada una a distinto nivel— verdaderas crisis de identidad al haberse convertido en mucho más de lo que sus fundadores pensaron que podrían ser. Nacidas como inocuas redes sociales, muchas son hoy verdaderas productoras de contenidos a través de sus miles de millones de usuarios, pero no son reguladas como otros medios más tradicionales de la talla de la radio, televisión o periódicos digitales e impresos.
Nuevos espacios de debate político en redes crean división y alimentan la proliferación de las llamadas “noticias falsas”, que se multiplican a diario y resultan difíciles de identificar aún para personas que han consumido medios noticiosos tradicionales y confiables toda su vida. La campaña presidencial que tuvo lugar recientemente en los Estados Unidos sirvió para consagrar a Facebook como un nuevo espacio para enfrentamientos ideológicos, donde usuarios de los Estados Unidos y el mundo utilizaron dicho foro para manifestar sus preferencias políticas ante su grupo de “amigos” virtuales.
“Suenas realmente paranoico cuando haces una película o hablas sobre la invasión a la privacidad. Pero lo que debería sorprendernos es que la gente no hable más al respecto”, aseguró al Wall Street Journal el director y guionista de El Círculo.
Por más que muchos puedan catalogar al filme como ciencia ficción, expertos aseguran que la insaciable sed de contenidos en formato de video —ya sean transmitidos a través de Facebook Live o grabados con las gafas Spectacles de Snapchat— son fundamentales para empresas que utilizarán aquellas imágenes en movimiento con fines comerciales, lo que alimentará su inevitable crecimiento y su potencial efecto sobre la sociedad.