Consecuencias estratégicas de la neutralidad española en la II Guerra Mundial
Para entender la neutralidad española en la II Guerra mundial es preciso tener en cuenta estos hechos:
Para Franco, el enemigo principal era la URSS y, en general, el comunismo. Por ello ya en plena guerra civil anunció su neutralidad en caso de guerra entre las potencias fascistas y las demócratas, pues de esa lucha solo saldría beneficiado Stalin. Esa decisión se reafirmó cuando la contienda comenzó precisamente con un pacto entre Berlín y Moscú para repartirse la católica Polonia.
En la lucha entre Alemania por un lado y Francia e Inglaterra por otro, Franco simpatizaba más con Alemania, con la que no tenía ningún contencioso y que la había ayudado en España contra el comunismo. En cambio Inglaterra retenía Gibraltar en territorio español y Francia había ayudado de modo importante al Frente Popular.
Al dirimirse la primera parte de la contienda con inesperada facilidad a favor de Alemania y anunciarse un “nuevo orden” europeo, a España le convenía participar en él y fortalecerse lo más posible. Ese es probablemente el sentido del ofrecimiento de Franco a Hitler tras la derrota del ejército francoinglés.
La continuación de la guerra, debido a la negativa inglesa a aceptar la paz, hacía más azaroso el futuro del Nuevo Orden. Franco debió adoptar una actitud al respecto, teniendo en cuenta que el país había sufrido graves pérdidas en la guerra civil y que sus importaciones por mar –las más esenciales—podían ser obstruidas por la marina inglesa, que dominaba el Atlántico. En consecuencia adoptó una decisión: si la guerra era breve, entraría. Si se alargaba, esperaría. Cuando dio esa instrucción a Serrano Súñer sabía ya que la guerra sería larga.
Un grave problema para Franco era la actitud alemana, pues ante la resistencia inglesa, Hitler pasó a presionar duramente para meter a España en la guerra. A partir de entonces, la política de Franco consistió en buscar mil excusas y dilaciones para evitar la entrada, al paso que reiteraba su disposición a beligerar “en el momento oportuno”. De creer en la victoria alemana habría podido entrar aunque costara, como a Inglaterra, más “sangre, sudor, esfuerzo y lágrimas”. Pero no estaba seguro y su política consistió en mantenerse a la expectativa, una actitud en extremo difícil y llena de peligros. Era muy consciente de que Inglaterra resistía en espera de la intervención useña, la cual habría complicado mucho las cosas.
**Dada la resistencia de Franco y la imposibilidad inglesa de crear un segundo frente en Europa, y el hecho de que colonizar Rusia era el gran designio de Hitler, este abandonó sus planes sobre España -seguiría presionando ocasionalmente, con menos fuerza-.
Como resultado de este muy difícil equilibrio, España no entró en guerra. ¿Qué consecuencias estratégicas tuvo esta decisión?
La primera y más importante fue que Inglaterra pudo retener el control del Mediterráneo occidental, lo que facilitó grandemente sus operaciones en el norte de África. ¿Causó este dato la victoria inglesa y luego useña en la zona? El propio Hitler y algunos otros dirían ocasionalmente que sí, que Gibraltar había determinado el curso de la guerra, pero probablemente es una exageración. Desde luego, Inglaterra habría recibido un golpe brutal, uno más de los que llevaba encajando, y esto importa en relación con la intervención useña, que era el objetivo estratégico de Londres. Tendemos a dar por descontado que Usa intervendría antes o después, y Roosevelt hacía lo posible en esa dirección, infringiendo las reglas de la neutralidad y provocando a los alemanes. Pero para intervenir era preciso que Inglaterra no recibiese tales golpes que la dejasen casi inútil.
Por otra parte, aunque el golpe por Gibraltar habría sido muy fuerte, no sería decisivo caeteris paribus. Pues el grueso de los recursos ingleses en el norte de África llegaban por el otro extremo del Mediterráneo, por el canal de Suez. Por ello Franco expuso a Hitler en Hendaya que el cierre de Gibraltar debía combinarse con el de Suez para ser efectivo. De hecho, si Hitler hubiera concentrado sus esfuerzos sobre Suez en lugar de sobre Gibraltar, podía haber decidido la guerra antes de que Usa tuviera oportunidad de intervenir, pues no solo le habría permitido controlar el escenario del este Mediterráneo donde se libraban los combates, sino que le habría abierto el paso hacia el petróleo de Oriente Próximo y el del Cáucaso. Pareció que después de la conquista de Creta, ese sería el camino a seguir, pero Hitler, por las razones que fuera, desistió de ello, lo cual fue sin duda un grave error.
Gibraltar volvió a adquirir gran relevancia con motivo de la Operación Torch, ante la cual la postura de Franco permaneció sin variación, a pesar de los peligros representados esta vez por los anglosajones. Tras el éxito de dicha operación, España dejó de representar un papel estratégico de importancia , fuera de exhortaciones, desatendidas por unos y otros, de llegar a una paz negociada que permitiese a Alemania concentrar sus esfuerzos contra la URSS. Y los anglosajones pasaron de una actitud cortés hacia España a una política de chantajes y amenazas, que tampoco surtieron especial efecto ante la firmeza del franquismo.
Podemos decir, en resumen, que la neutralidad española tuvo gran relevancia durante los años 1940 y 41 hasta la invasión de la URSS, y volvió a tenerla pasajeramente a finales de 1942. La beligerancia española pudo haber decidido el curso de la contienda si la pérdida de Gibraltar hubiera fortalecido las corrientes políticas useñas contrarias a la intervención, o más claramente, si Alemania hubiera dedicado más fuerzas al canal de Suez, cosa perfectamente asequible para la Wehrmacht en 1940-41.
En todo caso, la neutralidad española, aun sin ser decisiva, tuvo una importancia estratégica de primer orden para Inglaterra, que esta pagó después de la guerra con hostigamientos y aislamiento. En cuanto a las medidas ofrecidas por Franco a Alemania, solo tuvieron carácter táctico, de ningún modo comparables a las ventajas para Inglaterra, de mucho más vasto alcance. No porque Franco simpatizase más con los anglosajones que con Alemania, sino porque la posición geoestratégica de la península lo determinaba, y porque las simpatías del franquismo — de sus elementos decisivos– por Alemania, aunque reales, distaban de ser fervientes. Franco pensaba ante todo en la reconstrucción de España.
Y con respecto a España, la neutralidad o no beligerancia tuvo unos efectos políticos y estratégicos invalorables, estos sí transcendentales. España mantuvo plenamente su independencia y se libró de nuevas destrucciones y sacrificios que en ningún caso, ganara quien ganase, iban a reportarle beneficios; y permitió a continuación reconstruir el país con sus propias fuerzas y resistir y vencer a la criminal política de aislamiento decretada por países comunistas, democráticos y dictatoriales juntos. La neutralidad constituyó, después de la propia victoria en la guerra civil sobre revolucionarios y separatistas, el mayor éxito y la mayor victoria del bando convencionalmente llamado franquista. Solo por estas dos hazañas, de alcance histórico, la figura de Franco adquiere un relieve inigualado en los dos últimos siglos de España. Aunque hubo otras hazañas de máximo alcance, como dejar un país próspero y reconciliado, libre de los viejos rencores que destruyeron la república.
Bien documentado, estructurado y con rigor historico. Lo que se dice de diez.