Madrid se colapsa para rendir honores al rey de Europa
La capital de España estaba colapsada. Cibeles y la Puerta del Sol vivían una invasión de aficionados madridistas que se extendía por el Palacio de La Castellana, donde miles y miles de seguidores aplaudían el paso del autobús de los jugadores en una rendición de pleitesía que celebraba dos plusmarcas únicas. El Real Madrid ha conseguido doce Copas de Europa y dos Champions modernas consecutivas.
Los turistas extranjeros estaban sorprendidos ante la magnitud del acontecimiento. La comitiva se dirigió inicialmente a la sede de la Comunidad, donde les esperaba una madridista de postín.
El autobús del Real Madrid llegó al kilómetro cero de la Puerta del Sol y allí estaba Cristina Cifuentes, vestida de blanco y negro, para felicitar uno por uno a Florentino Pérez, Ramos, Zidane y toda la plantilla. Los besos de la presidenta de la región a cada uno de los jugadores eran la expresión de un cariño que la dirigente y demostró en Cardiff, al lado del Rey emérito y del presidente del Real Madrid. Antes de la celebración se guardó un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas de los atentados de Londres. El silencio, sepulcral, dio paso a los actos de reconocimiento «al mejor equipo del mundo», como subrayó Cifuentes.
El capitá?n de los campeones, Ramos, fue el primero en dirigirse a todo el público presente en ese kilómetro cero, que hoy podría denominar kilómetro doce. «Prometimos volver aquí hace dos semanas, cuando entregamos a los madrileños la trigésimo tercera Liga, y aquí estamos con la Duodécima. Hemos hecho historia. El fútbol lo premian los títulos y aquí están». Las palabras del sevillano nos hacían recordar con simpatía las que le dijo al Rey emérito veinte horas antes, en el estadio: «Gracias por venir al doping a saludarme, majestad».
Tras el capitán fue Florentino Pérez quien salió a la palestra para lanzar un mensaje con calado. El presidente siempre aprovecha los discursos para emitir consejos de futuro a entrenador, futbolistas y afición.
«Aquí está la Duodécima», señaló el presidente del club ante Cifuentes. «Estos jugadores prometieron darlo todo hace quince días para volver aquí y ayer lo dieron todo. Hemos vuelto a hacer historia. Este doblete es la demostración de que esta plantilla vive una de las grandes épocas de nuestro club. Somos el primero en ganar dos veces seguidas la Champions. Desde 1958 no se conseguía este doblete que es histórico. Y ahora ya pensamos en conquistar la decimotercera Copa de Europa, en las tres consecutivas. Nosotros nunca podemos parar, no podemos relajarnos. Siempre queremos ganar más títulos. Si no fuera así no seríamos el Real Madrid. Tenemos el mejor equipo del mundo, el mejor entrenador del mundo, Zidane, y el mejor jugador del mundo, Cristiano». Raúl, testigo de estos actos, es también protagonista de esa idiosincrasia.
Cristina Cifuentes ejerció de madridista confesa y lanzó un discurso que abarcó todas las virtudes de su equipo. «Gracias por volver de nuevo aquí. Tras la Liga esperaba la Champions y aquí está. Sois el mejor equipo del mundo, con todos los récords posibles. Vuestra lucha sin fin es un ejemplo. Madrid y toda España os felicita.El Real Madrid es de otra galaxia, sois galácticos». Ramos, Cristiano yMarcelo salieron al balcón de la Puerta del Sol, en obras, para ofrecer el trofeo a todos los presentes, que abarrotaban toda la plaza y las calles adyacentes.
Los campeones se despidieron de Cifuentes y el autobús voló para dirigirse al Ayuntamiento, donde les aguardaba Manuela Carmena con un traje sencillo y una rebeca rosa. «Sois un equipo de leyenda, sois el mejor equipo del mundo. Vamos ha crear en la sede del Ayuntamiento una sede del deporte para colocar todos vuestros trofeos y camisetas».
Florentino Pérez definió esta relación eterna entre el Real Madrid y su torneo fetiche: «Prolongamos esa bonita historia de amor del Real Madrid con la Copa de Europa. Es el resultado del trabajo de un club que también ayuda a más de 65.000 niños con nuestras escuelas en todos el mundo».
La alcaldesa continuó con su política de regalos chocolateros. Hace dos semanas entregó a los futbolistas un chocolate en forma de Cibeles, que se derretía. Cuando anunció que ahora regalaría una medalla de chocolate, Carvajal y otros canteranos saltaron de alegría en sus butacas, un jolgorio que la risa de Modric delataba. Buen humor en un día histórico.
La expedición cambió de autobús y se subió ahora al «descapotable» para darse el baño de masas y ofrecer la Champions a todo Madrid en un paseo por la capital, Goya arriba y Velázquez abajo, hasta llegar a Cibeles por La Castellana, donde veinte mil incondicionales cortaban cualquier intento de pasar hacia un lado u otro.
La explosión de madridismo por las calles era emocionante. La Cibeles, coqueta, estaba rodeada por miles de papelitos blancos que vistieron el centro neurálgico de la capital de ese color. Ramos, chaqueta azul y chaleco gris, brindaba el trofeo a la afición ayudado por Marcelo, que bailaba en el atril camino de la diosa al ritmo de la música que «el Pulpo» elegía.
Cristiano, rapado como Sergio Ramos por los laterales y la parte de atrás de la cabeza, bailaba bufanda en ristre junto a Pepe, todo marcha. El capitán puso la bandera madridista, adornada por los colores de España, en el duro gaznate de Cibeles. Marcelo colocó la bufanda encima y la diosa sudaba con tanta ropa, acostumbrada ella a la dura intemperie del frío, el calor y la polución.
El mejor futbolista del mundo, favorito a renovar esa consideración con el quinto Balón de Oro, se hizo fotos con todos los policías que salvaguardaban el monumento madrileño. Nadie cantó, porque estaban roncos tras toda una noche de fiesta y emociones, sin dormir más que unas horas. Y faltaba el plato fuerte, la fiesta en el Santiago Bernabéu, con el cartel de no hay billetes.
Tenemos fiesta en casa. Los campeones de Europa besaron a la Cibeles a las nueve de la noche y se dirigieron caminito del Bernabéu en el mismo autobús descapotable que les ha visto celebrar la Décima y la Undécima en cuatro años para la historia del fútbol. Tradición en los rituales del triunfo. Estaban citados con el madridismo en el campo de sus éxitos.
El Paseo de La Castellana fue cortado en los dos sentidos para que la afición estuviera cerca de sus ídolos en el trayecto del equipo camino de su estadio. Ochenta y cinco mil espectadores copaban las gradas del coliseo cuando los jugadores festejaban todavía los dos títulos, la Duodécima y la trigésima tercera Liga, con los seguidores que les jaleaban por la Plaza de Colón, mientras Marcelo y Danilo se marcaban un bailoteo en el segundo piso del «autobús, como si estuvieran en Pachá.
Los ochenta y cinco mil madridistas encendieron luces de móviles y mecheros cuando el Bernabéu se quedó a oscuras y un gran cartel, «hacemos historia», presagiaba la salida al césped, uno a uno, de los futbolistas. En el centro del terreno de juego un reloj que se asemejaba a una «nave espacial» marcaba las doce Copas de Europa conquistadas por el club.
El espectáculo era sencillamente sensacional. El reloj daba las campanadas recordando las doce Copas de Europa del Real Madrid, con el nombre de las ciudades donde se ganaron. «Campeones, campeones» coreaba la grada del Bernabéu en el festejo. Y con las luces apagadas, comenzaron a salir los ídolos.
El primero fue el artífice de esta unión del grupo. El culpable de la victoria en Cardiff con un mensaje letal lanzado en el intermedio del partido. Zidane saltó al césped, con chaqueta y corbata, y las gradas se rindieron al «mejor entrenador del mundo», un galardón que se ha ganado en dos años míticos para el madridismo, con ese mito al mando, este francés que triunfó cómo futbolista y ahora triunfa como técnico.
No sabemos que tiene Isco, pero los seguidores españoles le adoran, incluidos los rivales. Su fútbol de arte encandila. Está tocado con la varita mágica. Cuando el malacitano salió al césped el estadio se puso en pie y cantó su nombre. «Isco, Isco». Ese mismo cántico conquistó también el estadio del Millenium en Cardiff un día antes.
Fabio Coentrao no pudo acudir a los actos festivos del domingo. El Real Madrid le dedicó su cuota de victoria al ser jaleado con imágenes de su juego. Europa. El portugués también se llevó los aplausos.
Salió Lucas y Ramos interrumpió para hacer su ya famoso saludo. Es una gran fiesta que se calienta en el escenario con los jugadores que han salido al centro del campo. Seguían apareciendo los jugadores al césped, en orden de dorsal. Le tocaba a Asensio, el hombre que marcó el primer y el último gol de la temporada. Pero más brutal fue todavía la salida de Modric. Yáñez, Danilo.
Sonó atronador el «Cómo no te voy a querer» que ahora obligó a la afición del Madrid a cuadrar el estribillo al mencionar «por Duodécima vez» en la canción. Y cuesta.
Karim Benzema fue recibido como «mesié», con los seguidores haciendo la ola. Kroos, que lo ha ganado todo ya en el fútbol, fue coreado: «Tony, Tony». Y cuando salió Cristiano, el graderío explotó y cantó su «sííí» con energía, como si celebrara el quinto Balón de Oro que recibiría en enero.
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Las medallas de chocolate y la estupenda alcaldesa estará ligada al éxito histórico Del Real Madrid, es un talismán forza morada , para cualquier capital del mundo es una sana envidia la comunión de su equipo las autoridades y los ciudadanos, orgullosos de caminar juntos televisión autoridades y el club de la ciudad.