Lo que Guardiola no cuenta del referéndum de Cataluña
Luis Tejo.- En su afán por celebrar una consulta popular que determine el estatus futuro de Cataluña, a día de hoy una comunidad autónoma dentro de España, como posible república independiente, el nacionalismo catalán ha encontrado uno de sus mejores aliados en Pep Guardiola. Antiguo futbolista del Barcelona y de varios equipos italianos, brillante entrenador de los azulgranas con (entre otras cosas) dos Champions en su haber, tres veces campeón de la Bundesliga alemana y actualmente al frente del Manchester City, el de Santpedor, sin duda uno de los mejores técnicos del mundo, es una figura internacional de gran renombre. Y no ha dudado en aprovechar su fama para defender (de manera legítima) la posición que él cree justa con respecto a este asunto.
Nadie discute que la libertad de expresión le garantiza poder manifestarse como crea adecuado. El problema es que en su última intervención pública, el pasado domingo 11 de junio en Montjuïc ante unas 30.000 personas (según estimaciones de la Guardia Urbana), en la que leyó un manifiesto durísimo, ha pasado de simplemente apoyar el derecho a decidir a posicionarse con claridad junto a las tesis soberanistas. Está en su derecho, faltaría más, pero en su caso concreto puede interpretarse que cae en alguna que otra incoherencia:
– “Estado autoritario”. Con esas palabras define el texto leído por Guardiola a España, a la que acusa de cometer “abusos” y de “amenazar los derechos de Cataluña”, por lo que reclama la intervención de la comunidad internacional. No tuvo reparos el que fuera uno de los mediocentros más destacados de los años ’90 en defender semejante tiranía sobre el césped en un total de 47 ocasiones entre 1992 y 2001, incluyendo el Mundial de 1994 y la Eurocopa de 2000 (la Euro 1996 y el Mundial ’98 se los perdió con lesión). Cinco goles marcó, y celebró, enfundado en la camiseta roja a las órdenes de Javier Clemente y José Antonio Camacho. Incluso, ¿error de juventud?, tampoco le importó formar parte del combinado que ganó el oro olímpico… precisamente en Barcelona.
– “Ataque a los derechos”. Contó Guardiola que España quiere “secuestrar la voz de la democracia” en Cataluña recortando libertades fundamentales como la “expresión política” y el “voto”. Queda a criterio del lector (y si acaso, de los tribunales) decidir si tiene razón o no, aunque suena bastante terrible: planteado así, nadie en su sano juicio querría mantenerse cerca de un estado tan opresor. No obstante, la vehemencia de Guardiola contrasta con su actitud con respecto a Catar. En el pequeño emirato del golfo Pérsico la forma de gobierno es la monarquía absoluta, con la sharia como fuente de derecho, incluyendo castigos corporales, pena de muerte, criminalización de la homosexualidad y la apostasía y denuncias de trabajos forzados en obras públicas incluyendo los estadios para el Mundial de 2022, tal como denuncian organizaciones como Amnistía Internacional. Para Pep, sin embargo, es un país “abierto” y “occidental”; lo afirma tras haber jugado los dos últimos años de su carrera en la no muy competitiva pero sí tremendamente bien pagada liga local, y tras haber sido embajador oficial de la candidatura árabe para la Copa del Mundo de dentro de cinco años.
– “Apelamos a todos los demócratas de Europa”, clama el manifiesto que resonó en boca del entrenador barcelonés. Es de suponer que esto incluye también a Alemania, más concretamente a Baviera, estado federal donde se encuentra asentado el Bayern de Múnich, al que Guardiola entrenó durante varias temporadas. Se da la circunstancia de que en Baviera, el estado más grande y el segundo más poblado del país, existe también un movimiento independentista basado tanto en características culturales (la población es mayoritariamente católica en lugar de protestante, la mentalidad es en general más conservadora e incluso tienen un dialecto propio muy usado pero sin carácter oficial) como económicas: la región aglutina, por sí sola, casi el 20% del PIB alemán. Es cierto que a día de hoy la fuerza de las formaciones políticas “bavaristas” es prácticamente testimonial, aunque años atrás llegaron a rozar el 20% en algunos comicios. En todo caso, el Tribunal Constitucional cortó de raíz cualquier intento unilateral de secesión afirmando que la máxima ley del país pertenece al conjunto del pueblo alemán, no a los Länder individualmente. A Guardiola nada de esto pareció causarle problemas de conciencia para seguir trabajando en el Allianz Arena.