Urge reconstruir el Estado nacional (y IV)
Con respecto a la libertad de expresión y de prensa, ese Estado nacional tendrá que evitar por ejemplo, que esa prensa quede en manos de los grupos de presión, hoy del Nuevo Orden Mundial, porque por esa regla de tres, y por encima de los intereses informativos, quedarán siempre los intereses de esos grupos que manejan los órganos de información nacional, como desgraciadamente sucede actualmente en España.
Otra de las exigencias entre las funciones sociales que el Estado nacional debe tener como objetivo, es que la propiedad privada cumpla con esos fines sociales que se le encomiendan y a los que he hecho referencia, el primero y principal, servir a los intereses de todos los españoles como uno de los principios cristianos.
El hombre que tiene hambre tiene que comer, y cuando ese hombre hambriento para conseguir el sustento porque no encuentra otro medio lícito, se ve obligado a robar para saciar el hambre, a ese acto supuestamente reprobable se le aplica la eximente de necesidad extrema. Este principio tan simple o metáfora tan infantil y elemental que nos enseñaban antes en las escuelas, es un principio cristiano y de Derecho Natural. La misión del Estado nacional consiste, en ese servicio al bien común que tiene como prioritario, que ese estado de necesidad nunca se produzca, controlando que los mercados estén lo suficientemente abastecidos y la riqueza lo suficientemente bien distribuida para que nadie en la medida de lo posible pase esa necesidad, que podría tener como consecuencia, incluso, la legalización del robo.
También, y por encima de los intereses sindicales existe un interés común: el de la empresa; y un interés superior: el de España. Hace falta un programa de carácter social que pueda conseguir que todos los hombres y mujeres de España se sientan partícipes de un gran quehacer nacional; que sepan que la patria es de todos, fundamentalmente la gran masa trabajadora que es la que fecunda y vertebra la nación con su trabajo, sudor, esfuerzo y sacrificio.
Hace falta, antes que ningún programa social un programa nacional, porque, ¿quién ha dicho que la primera de las justicias sociales hay que hacerla con cada hombre? ¿Es que acaso la patria que es la suma de todos, no necesita también un tratamiento justo? ¿Es que la justicia social no está y debe ejercerse con relación a la patria? Entonces, la primera reacción justa de cada español y de cada española que se sientan como tales, es la de reconocer la unidad de su patria, y un intento fervoroso y permanente de servirla.
Si ya hemos logrado que cada español y española se sientan españoles hasta el tuétano y la medula de sus huesos; cuando entendamos que cada español ama a otro español porque comparte la misma historia, un mismo presente y una misma alegría apasionada para el futuro, entonces, que fácil será para todos la implantación de la justicia social.
Nosotros, los que creemos en la justicia social porque antes creemos en la patria, y porque antes creemos en Dios, sabemos que no es posible la justicia social ni el amor entre los hombres, si a los hombres no se les ama con el amor de Dios.
Por eso hay que convocar a los trabajadores españoles; porque son los que tienen que sentir más que nadie a la patria; porque son los que tienen que servirla apasionadamente convencidos de que esa patria es de todos por igual, y decirles alto y claro, que los responsables de lo que sucede con el separatismo; los que nos arrebataron el Estado nacional y lo sustituyeron por el estado de las autonomías políticas y las nacionalidades, han hablado muy poco de patria, y mucho, hasta sustituir esta palabra tan llena de significado, por la de “estado” o simplemente “país”, hasta el punto, de que ellos mismos frente a las formaciones separatistas y antiespañolas, se han presentado siempre y hasta el hartazgo, como meros constitucionalistas.
El edificio de lo que fue el Estado nacional amenaza ruina, pero, ese estado de deterioro y debilitamiento de la casa común, no dispone hoy de una formación que aglutine a voluntarios dispuestos a apuntalarla y evitar su total desmoronamiento. Solo tienen derecho a irrumpir en la escena política y acaparar los medios informativos, “profesionales” que presenta y propone el poder mediático, con “proyectos” urdidos por farsantes, mediocres y parásitos.
Y es por eso, llegados a este punto de emergencia nacional, cuando hay que apelar directamente al pueblo; a todos aquellos españoles que no quieran dejar de serlo, y convocarles para una empresa ardua y difícil. Pero, para esa tarea, para esa empresa tan urgente y comprometida, hacen falta mujeres y hombres comprometidos con su patria y unidos en un frente común, dispuestos a dejarse la piel en esa difícil reconstrucción de la nación, comenzando con una estructura sólida, firme y consistente.
Hay que acabar con el separatismo en las regiones de España. Una noticia: Carles Puigdemont ha visitado este viernes Llefià, en Badalona, con motivo de sus fiestas populares. Lo que no esperaba el president de la Generalitat era la monumental pitada que le dedicó el público. Al grito de “¡Fuera, fuera!” o “España, España”, la mayoría de las personas reunidas en la plaza trataron de interrumpir el discurso que el president intentaba lanzar sin éxito. Los gritos fueron subiendo de intensidad hasta el punto de que Puigdemont tuvo que hacer una pausa hasta que se calmaran los ánimos. También pidió… Leer más »
¡Magistral! He leído las cuatro entregas seguidas y me ha parecido un mensaje categórico. O nos unimos todos, o no habrá nada que hacer. Todo será inútil. Los grupúsculos deben unirse y conformar un equipo sólido y cohesionado para atraer al votante descontento y harto de toda esta patulea infecta. Pero insisto, o se lleva a cabo la unión que demandamos, o tendremos bipartidismo, camaleones y podemitas hasta que las ranas críen pelo. O lo que es lo mismo, de mal en peor.
¡AMEN!