De futbolista a sacerdote: jugó en el Manchester United y en su Selección, pero decidió dedicar su vida a la religión
Como futbolista profesional, Philip Mulryne tuvo una destacada carrera: debutó en 1997 en el Manchester United, brilló en el Norwich de la Premier League y se convirtió en una pieza clave de la selección de Irlanda del Norte durante varios años. Sin embargo, tras su retiro en 2009, optó por un camino poco acostumbrado para los deportistas.
Este sábado, en Dublin, el ex jugador fue ordenado sacerdote de la orden dominicana de la iglesia católica. Mulryne decidió alejarse de los flashes, de la fama y del dinero para dedicar su vida a la religión. Su cambio ha sido radical: el voto de pobreza también es parte de su nuevo camino.
Cuando tenía 14 años, en su Belfast natal, Mulryne jugaba para el equipo de fútbol de su parroquia. Allí fue descubierto por un enviado del Manchester United, quien lo invitó a hacer una prueba para “Los Diablos Rojos”. El joven quedó y, tiempo más tarde, firmó su primer contrato para hacer su debut como profesional en 1997.
Pero el mediocampista estaba relegado por grandes figuras de aquel tiempo como David Beckham, Paul Scholes, Andy Cole y Ole Gunnar Solskjaer. Debido a la gran cantidad de estrellas que tenía el United, no pudo tener continuidad y fue transferido al Norwich City.
Sus buenas actuaciones le valieron la convocatoria a la Selección mayor de Irlanda del Norte, donde jugó 27 partidos y marcó tres goles. Sobre el final de su carrera, pasó por otros equipos como Cardiff City, Leyton Orient y King’s Lynn. En su mejor momento, llegó a firmar contratos por 600 mil libras al año.
Tras retirarse en el 2009, a los 31 años, Mulryne comenzó su camino religioso. Ingresó en el seminario de San Malaquías en Belfast y estudió filosofía. Luego, se trasladó al Pontificio Colegio Irlandés, en Roma, para formarse en teología. Fue en ese momento cuando decidió dedicarse por entero a lo espiritual y se se unió a los dominicanos. Este sábado, tras años de estudio, fue ordenado sacerdote en una misa multitudinaria.
Después de mirar mucho cómo se han organizados las civilizaciones antiguas e incluso las tribus, estoy convencido que muchos que se hacen sacerdotes lo tienen grabado literalmente en el ADN. Cada uno de nosotros lleva grabado un pequeño-gran proyecto en la genética particular de cada uno. Sólo tenemos que averiguar qué proyecto es, pues los genes no hablan directamente. Hay que sentirlos.