Australia, ¿nuevo bastión del Estado Islámico?
Los islamistas radicales “no dejan de intentar” de convertir a Australia en “una provincia del califato”, sostiene Alexéi Naúmov, periodista del portal Lenta.ru, quien analiza en un artículo la amenaza terrorista a la que se enfrenta este país.
La semana pasada, la Policía australiana hizo público que el Estado Islámico estuvo detrás del intento de atentado del pasado 15 de julio en un vuelo de Etihad Airways de Sídney a Abu Dabi. Los dos sospechosos, que se encuentran detenidos, también planeaban cometer un ataque químico liberando gas sulfúrico en un lugar público.
Otros casos
En ese sentido, Naúmov recuerda que no se trata del primer intento de los yihadistas de sembrar el terror en Australia:
-En 2014, la Policía australiana abatió a un presunto terrorista en las afueras de Melbourne, que había apuñalado a dos agentes. El hombre llevaba una bandera del Estado Islámico.
-A finales del mismo año, un yihadista armado tomó 17 rehenes en la cafetería Lindt en Sídney. Los agentes asaltaron la cafetería 16 horas después y liberaron a los rehenes, pero tres personas, entre ellos el atacante, fallecieron.
-En 2015, un joven de 15 años previamente radicalizado en una de las principales mezquitas de Sídney mató a tiros a una empleada de la Policía de esa ciudad.
-En 2016, un hombre armado con un cuchillo atacó a otro que paseaba a su perro en Minto, un suburbio de Sídney. Posteriormente, el agresor intentó atacar a la Policía, pero fue detenido. La Policía informó de que el atacante, Ihsas Khan, tenía “fuertes creencias extremistas inspiradas en el EI”.
-En abril de 2017, dos adolescentes atacaron con cuchillos a los transeúntes, matando a una persona.
-En junio, un refugiado de Somalia en libertad condicional que tenía vínculos con el grupo terrorista al-Shabaab, con sede en Somalia, asesinó a un hombre, hirió a tres policías y tomó a una prostituta como rehén en un dramático asedio de dos horas en un hotel en Melbourne.
Grupos radicales: agresivos, violentos, adictos al alcohol y a las drogas
Entre 2015 y 2016, un periodista de ‘The Sydney Morning Herald’ pasó un año encubierto en las redes islámicas radicales de Australia para descubrir cómo funcionaban.
Asistió a varias reuniones —tanto en Melbourne como en otros sitios como Lakemba, Bankstown o Auburn— en las que pequeños grupos discutían sobre el extremismo y los pensamientos radicales. “Hablaban sobre los ataques que planeaban y cómo los realizarían”, “hablaban de traer el Estado Islámico aquí, como en Bélgica, como en París”, relata el periodista australiano, destacando “el diálogo agresivo” y “la retórica violenta” de estos grupos.
Además, recuerda que los jóvenes que asistían a los encuentros —donde también se mostraban videos de la máquina de propaganda del Estado Islámico— “estaban a menudo enojados” o eran adictos al alcohol o a las drogas.
Entre la libertad y la seguridad
Naúmov señala que los extremistas se sienten bastante “libres” en el continente verde, donde el número de musulmanes se ha duplicado desde 2006 hasta llegar a los 610.000. Además, la ideología del multiculturalismo proclamada por las autoridades en los años 1970 no obliga a los adeptos de esta religión a renunciar a su identidad y tradiciones, “lo que permite que todos los predicadores, incluidos los extremistas, se sientan seguros”.
Un hombre armado leal a los hutíes durante una protesta en la capital de Yemen, Saná, el 25 de agosto de 2016.¿Adónde irán los terroristas tras la derrota del Estado Islámico en Siria e Irak?
No todos los australianos están contentos con esta situación, de acuerdo con el periodista, quien pone como ejemplo las declaraciones de Pauline Hanson, senadora en el Parlamento de Australia y líder del partido One Nation, que aboga por suspender la inmigración de musulmanes en el país, prohibir el burka y poner cámaras en las mezquitas.
Si bien de momento el peligro para Australia “no es demasiado alto”, ahora que el Estado Islámico en Siria e Irak está al borde de la derrota, los islamistas radicales “tendrán que buscar vías de escape”, alerta Naúmov. En esta situación, “es posible que algunos de ellos traten de mezclarse con la comunidad musulmana en Australia, y entonces el país se enfrentará a una difícil elección entre la libertad y la seguridad”, concluye.
Tenemos los occidentales cáncer de alma. Se nos esta pudriendo y saliendo bultos islámicos por todas partes. Mientras no queramos reconocerlo la enfermedad irá viento en popa a toda vela. Podremos darnos mil millones de excusas y de interpretaciones más o menos absurdas y traidoras pero esto solo acelerará la metastasis y al final habrá que tirar de bisturí y para ese entonces los juden sionistailuminatis se partirán de la risa de cual cerca estará su ansiado gobierno satanico mundial ya que no habrá ni suficientes médicos, ni instrumental ni plasma para evitar el desangramiento.