Turquía: La nueva policía de la moral de Erdogan
Burak Bekdil.- Su cifra es solamente de 17.000 en una población de 80 millones (el 0,02%). Son plenos ciudadanos turcos. La mayoría proviene de familias que llevan viviendo siglos en lo que hoy es Turquía. Pagan sus impuestos al gobierno turco. Sus hijos están obligados a realizar el servicio militar turco. Su lengua materna es el turco. Cuando alguien les pregunta de dónde son, dicen que son turcos, porque son turcos. Sin embargo, los turcos los ven como “israelíes”, no porque no sean turcos, sino porque son turcos judíos.
Los miembros de Alperen Hearths —un extraño nombre para una organización juvenil— también son turcos. Hablan la misma lengua que los judíos turcos y llevan el mismo pasaporte que luce con orgullo la media luna y la estrella. Los miembros de esta organización, sin embargo, piensan que ellos son turcos, pero que los judíos turcos no lo son.
La organización Alperen funde el racismo panturco con el islamismo, el neootomanismo y las ideas antioccidentales y antisemitas. Defiende una alianza que abarque Asia Central y Oriente Medio basada en “valores comunes históricos”, léase turcos.
En abril, la organización Alperen anunció su apoyo a las muy polémicas enmiendas constitucionales que otorgaban al presidente Recep Tayyip Erdogan nuevos poderes generales, aceptadas por un escaso margen —el 51,4% del voto nacional— en un referéndum. Son, en cierto sentido, el voluntarioso ejército de jóvenes soldados otomanos de Erdogan.
En 2016, los Alperen amenazaron con la violencia a una marcha gay anual que se celebraba en marzo en Estambul. El responsable de Alperen en Estambul, Kursat Mican, dijo:
No se permitirá a los degenerados que lleven a cabo sus fantasías en esta tierra. […] No somos responsables de lo que pueda ocurrir a partir de ahora. […] No queremos que la gente vaya por ahí medio desnuda con botellas de alcohol en la mano en esta ciudad sagrada bañada por la sangre de nuestros antepasados”.
La oficina del gobernador de Estambul prohibió después la marcha.
Los Alperen pueden ser a veces generosamente entretenidos. En diciembre de 2016, un grupo de jóvenes de Alperen celebró la Navidad y la Nochevieja en Turquía reteniendo a un hombre vestido de Santa Claus a punta de pistola.
Burak Yasar, jefe provincial de la organización, dijo: “Nuestro objetivo es que la gente vuelva a sus raíces. Somos turcos musulmanes y hemos sido los abanderados del islam durante un milenio”.
Los Alperen fueron protagonistas hace poco de un nuevo espectáculo antisemita, aparentemente inspirado por Erdogan. Esta vez, la incitación de Erdogan contra Israel giró en torno al control estatal judío de la seguridad en los accesos al Monte del Templo en Jerusalén. El presidente turco advirtió de que Israel “no podía esperar que el mundo islámico no reaccionara tras la humillación sufrida por los musulmanes por las restricciones en el Noble Santuario”, una referencia a las nuevas medidas de seguridad implementadas brevemente por las autoridades israelíes en los accesos al Monte del Templo, eliminadas al cabo de pocos días. Los musulmanes podían rezar en la mezquita de Al Aqsa, pero tenía que haber precauciones de seguridad para protegerlos a ellos y la mezquita. Eran los musulmanes, y no los judíos, los que les estaban diciendo a los musulmanes que no entraran al Monte del Templo.
Los de Alperen, sin embargo, se alinearon inmediatamente con Erdogan. Protestaron delante de una de las sinagogas más representativas de Estambul, para denunciar las medidas de seguridad de Israel tras un atentado mortal en el Monte del Templo que causó la muerte a dos policías israelíes. “Si impiden nuestra libertad de culto allí [en la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén] entonces impediremos vuestra libertad de culto aquí [en la sinagoga Neve Shalom de Estambul]”, decía un comunicado de Alperen. “Nuestros hermanos [palestinos] no pueden rezar allí. Poner detectores de metal es acosar a nuestros hermanos”. Algunos jóvenes de Alperen dieron patadas a las puertas de la sinagoga y otros tiraron piedras al edificio.
Eren Keskin, abogada y activista en defensa de los derechos humanos, dijo que ninguno de los miembros de Alperen había sido procesado por impedir la oración en la sinagoga o por actos de violencia delante de ella. “Esta [organización] está evidentemente protegida por el Gobierno. […] Se la debe considerar una organización violenta. […] Lo que hacen es atemorizar a toda la comunidad judía”.
Puede sonar absurdo que un puñado violento de jóvenes turcos ataquen un lugar de culto, al que asisten otros hombres y mujeres turcos, para protestar por las medidas de seguridad anunciadas en un país extranjero. No hubo protestas delante de los edificios de la misión diplomática de Israel en Turquía. La protesta se dirigió contra plenos ciudadanos turcos sólo porque estos plenos ciudadanos turcos profesan una fe distinta a la de la mayoría. Parafraseando a George Orwell, “algunos turcos son más iguales que otros”.
Igual que ocurre con los coptos de Egipto —los descendentes indígenas de los faraones—, o los yazidíes en Irak, o los armenios, griegos y kurdos en Turquía, los judíos son los turcos “extranjeros” de Turquía, parias en la tierra donde nacieron ellos y sus antepasados.
lo siento pero……….y porque a un hombre blanco le debe importar las peleas internas entre esta dos sectas semitas abrahamicas? alla ellos! como si les da por exterminarse entre ellos,es mas,para ser sincero,si lo transmiten por la tele,me compro un sixpack de cerveza alemana y un cubo de tostitos mexicanos y a gozar del espectaculo! claro en este caso los turcos,aunque tampoco valen nada tienen mucha mas razon en desconfiar de los juden,su propia historia los condena