Agentes de la Guardia Civil a la entrada de la imprenta Artyplan, en Sant Feliu (El Periodico)

Por José L. Román- Llegados a este punto álgido de choteo público por parte de los que se ciscan en la Constitución, desobedecen al Gobierno de España y desoyen las sentencias de los Tribunales de Justicia, ¿a qué Fuerzas de Seguridad va a encomendar el gobierno de España la detención, llegado el caso, de los golpistas y sus cómplices? ¿A las policías estatales (Policía Nacional y Guardia Civil) discriminadas por el propio Estado hasta la mínima expresión en salarios, medios y dependencias de trabajo, o a esa otra Policía regional o guardia pretoriana del separatismo, mucho mejor pagada y con medios y dependencias oficiales modernas y a la vanguardia de Europa? ¿En quiénes está pensando el Gobierno para esta complicada tarea cuando se acerca el momento difícil y doloroso, no ya de actuar contra los que incumplen las sentencias judiciales, que también, sino ante un más que probable estallido social en las calles de Cataluña por parte de grupos de extrema izquierda y anarquistas a los que se pueden sumar incluso otros venidos de distintos puntos de Europa?

Todos hemos sido testigos del posicionamiento del jefe de los Mozos de Escuadra después de los atentados yihadistas en Cataluña. Los españoles hemos asistido atónitos a los continuos desafíos del gobierno separatista catalán incumpliendo las órdenes del Gobierno central, las sentencias de los Tribunales de Justicia, y hasta todo lo dictado por el Tribunal Constitucional.

Pues bien, si todo esto ya es grave de por sí, porque nos encontramos como digo a las puertas de un más que probable estallido social y político que nos puede llevar incluso a una nueva contienda entre hermanos, convendrán conmigo, que podríamos catalogar también de grave o muy grave en estos momentos de incertidumbre, la situación que, según “El Confidencial Digital”, atraviesan los guardias civiles que el gobierno, a través de su ministro del Interior está enviando a reforzar las actuaciones de este Cuerpo en Cataluña.

Dice este diario en un titular del pasado día 14 de los presentes: “Guardias civiles durmiendo en colchonetas y con los “nervios a flor de piel” antes del 1-O”.

La crónica cuenta la historia real que están viviendo varios agentes desplazados a Cataluña para retirar urnas y contener a las masas si se celebrase el referéndum ilegal. El relato, con nombres modificados, parece surrealista o sacado de una novela de ficción. Veamos un fragmento:¿A que Fuerzas de Seguridad va a encomendar el gobierno de España, llegado el caso, la detención de los golpistas y sus cómplices?

“Pedro comenzará el día más tenso de toda su vida profesional mirando al techo sobre un colchón hinchable en casa de un amigo. Peor lo tiene Juan, que no sabe dónde va a amanecer ese día que también marcará su carrera. Todo lo que tiene es un sofá y no sabe dónde va a meterlo. “Un amigo me ha ofrecido dormir en su salón estos 20 días. Si voy, tendré que comprarme un somier y un colchón de segunda mano”, resopla.

Pedro y Juan son dos de los guardias civiles que tendrán que retirar urnas y controlar a las masas en Cataluña en el caso de que se celebre el referéndum. Una presión enorme a la que se enfrentan sin una casa propia donde dormir, sin tener a su familia a su lado, haciendo jornadas de 10 y 12 horas sin dietas ni complementos y posiblemente perdiendo dinero. En concreto, la mitad de su salario de 1.500 euros, por decisión de la Dirección General de la Guardia Civil, que ha obligado a más de 200 agentes que iban a abandonar Cataluña rumbo a otro destino el 10 de septiembre a quedarse hasta después del referéndum. “Esta no es la mejor situación para mantener nuestra moral alta ante lo que se nos viene encima. Necesitamos sentirnos respaldados y valorados”.
Aunque la crónica es mucho más extensa, creo que con esto es más que suficiente para sacar conclusiones.

Es cierto que la Guardia Civil a lo largo de su historia, siempre se ha significado por su férrea disciplina y un alto grado de espíritu y sacrificio en el desempeño de las misiones encomendadas al servicio de la sociedad española. Jamás les importó a los individuos que visten uniforme tan honroso como el de este Cuerpo las horas dedicadas al servicio, incluso, con el supremo sacrificio de la entrega de la propia vida.

Pero, cuando estos humildes servidores públicos ven que su mentor principal, el Estado, en lugar de recompensar esa entrega y ese sacrificio como demanda la sociedad, desvía los recursos nacionales por motivos políticos para complacer las demandas y exigencias de aquellos que además quieren romper España, entonces, ese supremo sacrificio se pisotea miserablemente, y aquel humilde servidor público que un día creyó que aquellos valores sagrados le serían reconocidos por encima de cualquier aspiración política, se sentirá herido en su honor al ser tratado como un lacayo al servicio de un grupo de políticos que se relevan cada cuatro años.

Llegados a este punto, aquel guardia civil que eligió serlo por vocación y antepuso su espíritu de servicio y sacrificio por encima de cualquier otra aspiración, al ver cómo actúa el gobierno con él, y como lo hace con un policía regional al servicio del separatismo, no solo se mostrará desmoralizado, sino que se sentirá vejado, insultado y agredido, por quienes deberían considerarle, estimularle, defenderle, protegerle y ampararle.