Fiscalito del Supremo
– ¿Espardifáis? –dijo.
-Siempre.
– ¿En pareiletes?
-De dos filas, señor -repuso el visitante.
De “El Libro del convaleciente” de Enrique Jardiel Poncela.
Estamos asistiendo a una maniobra jardeliana de última generación, plena de contenidos traídos del absurdo patético y salvasealaparte, cuando creíamos que habíamos saltado de un siglo a otro posterior. Es de ida y vuelta. Hace ochenta años duró 24 horas de resistencia a las baterías de Batet, con resultado de cien muertos y doscientos heridos de diversa consideración y las consiguientes responsabilidades que se terminaron de saldar bastantes años después. Que se quede allí aquella cosa.
Ahora asistimos, digo, al espardifamiento que era de prever, no porque lo hagan en pareiletes, que sí que lo hacen, sino porque la ley que es muy artera cuando se pone en marcha, amenazaba con implicar al ejecutivo en calidad de reo por la san façon, el laissez faire y la Madelón de dos filas. Eso sí, que sería años muy después, que así las gasta el procedimiento concursal. No me cabe duda, porque esto se ha podido parar en grado de tentativa, de maquinación para delinquir o alterar el precio de las cosas de comer y otras figuras más o menos fantasmales, como le pasa al común y sobre todo con la sequía de numerario, por asfixia psico-física, que funciona que se mata cuando no se llega a final de mes.
Pero, amigo, ahí está la guardia civil para lo que se sirvan mandar sus señorías y ahora a tragar meconio de la Boquería, mientras se ha despilfarrado la pasta de los contribuyentes aherrojados al duro banco que no veas, a manos llenas para tratar de que nos perdonasen la vida. ¿Cuánto ha costado esta vía lenitiva e inútil? Un huevo de vellón, que no recuperaremos nunca. El responsable que salga a la palestra en lugar de dar lecciones en universidades extranjeras y cobrando. Primero España, a lo Trump.
Pero si al fin se toma la decisión, please, hasta la cocina, fiscalito del supremo, con o sin aforamientos desaforados. El que la ha hecho, el que la hace que la pague “bien pagá”, como decía Miguel de Molina. Llevamos años hinchados y hasta las partes más íntimas de esta espardifada. De otro modo, si no hay ejemplaridad de la buena, de la que le toca al castellano viejo cuando le pillan en renuncio, con lo que llevan invertido en deformación a nuestra costa, volveremos a los peireletes de dos filas y eso ya no lo arreglaría la guardia civil, ni la policía nacional, ni los santos padres, sino el pueblo llano a navaja cabrera y sin jabón. Son años y años de cantinela, de gilipollez consentida como la del niño tontito de la tabarra, al que al final hay que darle un buen azote, llora y se calla.
Estos necesitan cárcel, años de reclusión mayor y olvido y además con los presos comunes, que son los didácticos y evitan la recurrencia. De otro modo los convertirían en presos políticos que son los que no le gustan a Pablo Manuel en España, el de la luenga melena y los dientes de serrucho y al “preocupado Errejón” que, junto al cerebro, el Bafumet de Zaragoza, no lo tengo claro que no se la hagan encima cuando vean el descabello por tocarnos las pelotas a los españoles, que somos muchos los que nos sentimos patriotas y amamos a España, que lleva muchos años siendo una, pese a que el pobre Sánchez no lo tenga claro como tantos otros ignorantes, el orate, el Urkullu y otras figuras hipo-académicas, de vergüenza ajena.
A ver cómo este gobierno de España se apaña -poniendo un trapo en la boca de De Guindos, que se ha doctorado recientemente sin puñetera falta que hiciera- para reeducar a toda una autonomía en la verdad histórica y tantas otras verdades, que se han permitido conculcar y violar colectivamente desde Suarez al último presidente, los sucesivos gobiernos de la cagadita y de la dejazón más abyecta, por temor al qué dirán el Ferreras, el Wyoming, la Otero o sus respectivas progenitoras. España se merece que de una vez para siempre -y la ocasión que pintan calva está a la mano- para acabar de una vez por todas con los espardifamientos en pereiletes y de dos filas.
La ignorancia de las leyes, que se sepa, no exime de su cumplimiento ni al Puigdemont, ni al Boquica, ni a ningún mosso, como nos pasa al resto de los españoles y bien que se nos exige a la menor.
Ha de actuarse como si se tuviese noticia de un atentado o de un atraco a mano armada. Ya. Lo otro es dejarse chulear por una partida de bandarras.
Excelente articulo. Ahora bien, en lo que respecta al final del mismo, me temo (y creo que no erraré) que esto no ocurrirá, dado que desgraciadamente estamos en manos de una piara de chusma incapaz de actuar con la Ley en la mano. Por eso, a los curritos de siempre (me refiero a las personas decentes), no dudan en maltratarnos hasta la saciedad. ¡¡¡Pobre España!!!
Excelente artículo, que suscribo plenamente.
Como bien dice el autor, “el que la hace, que la pague”.
Así de claro.
YA BASTA DE CONTEMPLACIONES Y DE HACER EL RIDÍCULO.
Un Estado y un Gobierno que no se respetan a sí mismos, difícilmente serán respetados por nadie…