Miguel Ángel Perera, por la Puerta Grande de Las Ventas con la bandera española
Desde la mañana, todos los que hablan conmigo, por cualquier motivo, comienzan diciéndome su gran preocupación: así estamos… Por las calles de Madrid, veo a mucha gente, camino de la manifestación patriótica, enarbolando la bandera roja y gualda o envolviéndose en ella, como símbolo de libertad y de respeto a la ley. ¿Les hará algún caso la alcaldesa a estos madrileños? No lo espero. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Muchos no querían ver lo que venía, se hacían ilusiones; otros no lo han sabido evitar. No aprendemos y todos lo vamos a pagar. ¿Habrá que llegar hasta «el fondo del vaso» para que se reaccione?…
Por la tarde, varias veces corea el público de Las Ventas el grito espontáneo de «¡Viva España!» Con la bandera roja y gualda, sale a hombros Miguel Ángel Perera, después de cortar una oreja de cada toro. Con el mejor lote, demuestra una enorme seguridad.
Después de una mala temporada, El Puerto de San Lorenzo lidió una gran corrida, en Salamanca. Esta tarde, varios toros (1º, 4º y 6º) mansean pero luego resultan muy manejables, embisten con clase, aunque, al final, se rajan.
Este año, el salmantino Juan del Álamo ha vivido las dos caras de la moneda taurina: abrió (¡por fin!) la Puerta Grande de Las Ventas y vivió, en primera fila, la tragedia de Fandiño. Vive una tarde difícil, ingrata. El segundo blandea pero corta, embiste con brusquedad y busca, por la izquierda. El diestro no lo ve claro en ningún momento. Es un problema de cabeza, más que de valor. El quinto es incierto: sí que embiste pero es pegajoso y algo rebrincado, hay que dominarlo. Juan lo intenta pero no se entiende con él y todo queda a medias. Recuerdo a Gerardo Diego: «Todo en la vida es casi y es apenas…»
Quietud y aguante
Muy irregular ha sido la temporada de López Simón; con los sabios consejos de Curro Vázquez, su nuevo apoderado, debe depurar su estética. El tercero, un sobrero de Santiago Domecq, recibe mala lidia. El diestro le da mucha distancia pero los muletazos resultan destemplados. Todo lo hace a base de quietud y aguante, pasa varios sustos, falta mando. Mata entrando de lejos, a paso de banderillas. El último, muy suelto, barbea tablas pero mejora mucho, en la muleta. Después de doblarse, Alberto se mete en su terreno, con valor, en una faena desigual: sí liga por la derecha. Mata mal y es despedido con cariño.
La apuesta de Perera, acudiendo a Madrid en Otoño, después de una segunda parte de la temporada muy buena, resulta un completo éxito. El primero sale frío pero, en los quites, demuestra su gran calidad. Ambel y Curro Javier ponen a la gente de pie, con una lidia ejemplar. (Decía Eugenio d’Ors: «Sólo una cosa te será contada: la Obra Bien Hecha»). Perera lo entiende a la perfección: reposado, tranquilo, con mucho mando, liga naturales lentos con interminables pases de pecho y circulares completos. Una faena de dos orejas, que se queda en una por la espada. El cuarto da un juego bastante parecido. Es suelto y gazapón pero saca gran nobleza cuando Perera lo luce, llamándolo siempre de lejos, con firmeza y seguridad; lo lleva prendido a la muleta, sin dejarle irse. Aunque pincha, corta otra merecida oreja. Ha tenido el final de temporada soñado. Me cuenta Gonzalo Santonja que su mujer, Verónica, acude a verlo torear: «Está más tranquila en la Plaza que en casa». Y me comenta un vecino: «Cuando ves cosas así, dan ganas de volver a los toros».
Por la Puerta Grande sale Miguel Ángel Perera, exhibiendo la bandera roja y gualda. En días tan negros como éstos, falta nos hacen momentos de alegría, de orgulloso y legítimo patriotismo. Nos hacemos la ilusión de que puede ser una señal de esperanza para lo que representa esa bandera… Dios lo quiera.
Posdata. Bastantes poetas catalanes han escrito sobre el toro bravo; entre otros, el gran pianista Ricardo Viñes, Eugenio d’Ors, Guillermo Díaz-Plaja, Félix Ros, Salvador Espriu, Mario Cabré, Celia Viñas, Lorenzo Gomis, Cristina Lacasa, Enrique Badosa, María del Carmen Feria… Salvo que viajen fuera de su región, los jóvenes catalanes actuales no podrán vivir esta fuente de poesía. Pero sí tendrán que vivir muchas cosas infinitamente peores…
Ole ole yole viva espana y viva lafiesta taurina