Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en el Palacio de la Moncloa

Por José L. Román.- Comienzo a escribir este artículo tras escuchar el mensaje de S.M. el Rey transmitido por televisión. Un mensaje que no dice nada, que no convence a nadie, que ha ignorado a policías y guardias civiles desplegados en Cataluña, y que da la sensación que se lo han escrito Rajoy y Pedro Sánchez.

La gravedad de lo que viene sucediendo en Cataluña; la desobediencia de los mozos de escuadra a los Tribunales de Justicia con la siniestra traición de esos “pistoleros a sueldo” a guardias civiles y policías nacionales; el abyecto y repugnante comportamiento del partido socialista en Cataluña, donde alcaldes y alcaldesas de ese partido han amenazado a empresarios hosteleros con cerrarles el negocio si hospedaban a policías y guardias civiles; el despreciable, vomitivo y cobarde proceder de un ministro del Interior que después de abandonar a sus subordinados a su suerte en una región tomada por la anarquía se digna condecorar a uno de los responsables de la traicionera banda de pistoleros; y, la inoperancia de un gobierno de la nación con Mariano Rajoy a la cabeza, que ha permitido la encerrona y el asedio a guardias civiles y policías nacionales por una turba enloquecida y cargada de odio, creo que son indicadores más que rigurosos para decir que ha llegado el momento de que el gobierno dimita en pleno por su cobardía, inoperancia e ineptitud.

Ha llegado el momento de que el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español se disuelvan de inmediato por haber sido colaboradores necesarios durante más de tres décadas en la alimentación del monstruo separatista que nos acecha. Ha llegado el momento de que Podemos y sus mareas, la CUP, ERC y demás patulea infecta que NO respetan el orden constitucional establecido, deben ser ilegalizados. Y ha llegado también el momento para que, tanto el mayor Trapero como su plana mayor, y “el govern” de la Generalidad, sean detenidos y conducidos a un consejo de guerra.

La aplicación del artículo 155 de la Constitución debe ser aplicado en Cataluña sin un minuto de demora, tal y como le ha solicitado al gobierno Albert Rivera, de manera clara, concisa y contundente.
Que Rajoy y su gobierno son una banda de cobardes, no cabe la menor duda. Que Rajoy no se quiera comer el marrón en solitario, también es de lo más humano. Dicho lo cual, las responsabilidades de los ex presidentes del gobierno por su colaboración con los gobiernos separatistas catalanes durante los últimos cuarenta años, no deben recaer únicamente en el actual presidente. Todos son responsables de la felonía y la traición, y deben pagar por ello.

El golpe de estado en Cataluña no es algo improvisado por los secesionistas en las últimas semanas, no. Ya en la década de 1980 y en distintas campañas electorales al Parlamento Europeo, Cataluña amanecía empapelada con carteles que decían: “VOTA CONTRA ESPAÑA”. Aquellos carteles que ni el gobierno de la nación ni los mozos de escuadra arrancaban, eran colocados por los padres de los que hoy apedrean a la Policía y a la Guardia Civil; rodean casas cuartel y comisarías de Policía; pitan el himno nacional español e insultan al Jefe del Estado; y apalean a todo aquel que ose decir públicamente que se siente español.
Pues bien, mientras aquellos carteles ya se pegaban por las calles de Cataluña hace algunas décadas, los gobiernos centrales miraban para otro lado y pactaban con los responsables políticos catalanes, las competencias que Madrid debía transferir a la Generalidad por un puñado de votos.

Pero claro, en estos momentos de agitación social y envalentonamiento de los criminales separatistas, para los dos principales partidos que han gobernado España desde 1982, no existen las hemerotecas. Fingen olvidarse de sus conductas inmorales durante todo este periodo para eludir responsabilidades, pero ese pasteleo con los separatistas ha sido sin ninguna duda lo que nos ha llevado hasta los tristes y gravísimos episodios de los que hoy nos lamentamos.

¿Qué hicieron Suárez y Calvo Sotelo con el recién bautizado monstruito separatista, aparte de no escuchar los consejos de quienes les advertían del peligro que aquel jolgorio supondría? Pues llenarle el biberón con el mejor condimento para criarlo bien lustroso, mientras enterraban a las víctimas del terrorismo en la clandestinidad y a la hora de la siesta.

¿Qué hizo Felipe González con el joven monstruo separatista? Pues llenarle la andorga con suculentos menús para verlo crecer orondo y gozoso, mientras los casos por corrupción política le salpicaban hasta la coronilla.

¿Qué hizo Aznar con el monstruo separatista que ya mostraba sus colmillos y garras bien afiladas? Pues vitaminarlo abundantemente sin que nadie le molestase, mientras se fotografiaba con Bush en Las Azores.
¿Qué hizo el ínclito Zapatero con este monstruo separatista catalán que ya dominaba absolutamente todo a través de la familia Pujol? Pues permitir la aprobación de un estatuto como antesala de la independencia, y mirar para otro lado para no ver el 3%.

Y por último, ¿que hizo Rajoy en cuatro años con mayoría absoluta en el Parlamento? Sencillamente nada. Nada, salvo dormir la siesta, leer el Marca, y fumarse un puro. La confianza otorgada por la mayoría del pueblo español para castigar la felonía de Zapatero, se estrelló con la parálisis motivada por los múltiples casos de corrupción que pesaban sobre el partido de Rajoy. Cuatro años tirados a la basura. Cuatro años que hubiesen sido suficientes para darle la vuelta a un calcetín que Zapatero dejó lleno de pestilente mierda, como consecuencia de su plan antiespañol, marxista y secesionista.

Por eso el Gobierno debe dimitir; los dos principales partidos que se sientan en el parlamento deben disolverse; y todas las formaciones secesionistas y antiespañolas deben ser ilegalizadas. La Constitución debe ser reformada porque es el origen de todos nuestros males, al dar legitimidad a las autonomías, que no son otra cosa que oficinas de colocación de los partidos, academias del separatismo, y el cáncer que está devorando nuestra economía.