El día de la Fiesta Nacional debe ser un homenaje a los catalanes y catalanas que se sienten españoles
Un año más, asistimos al bochornoso espectáculo que las formaciones políticas que nos hablan de riqueza democrática, madurez democrática y de democracia con mayúscula, nos ofrecen el día de la Fiesta Nacional de España. Mientras los marxistas y secesionistas que ostentan responsabilidades políticas se niegan a celebrar esta festividad tan emblemática de nuestro pueblo, otros de la misma doctrina que aspiran a la presidencia de la nación, repudian nuestra Historia, nuestro himno y nuestros símbolos. Mientras unos aplauden la celebración del desfile de nuestras FF.AA. y FCSE por las calles de Madrid, presidido por S. M. el Rey, la alcaldesa de la capital en nombre del comunismo, autoriza la celebración de un acto en contra del día de La Hispanidad.
Esta fiesta coincide también con la del Pilar, patrona de la Guardia Civil, un Cuerpo que hoy se siente agredido, no solo por los secesionistas y los que homenajean e indultan a los criminales, sino por el auténtico desamparo a que se ven sometidos sus hombres y mujeres, por quienes detentan el poder y les obligan por férrea disciplina a soportar toda clase de humillaciones, a percibir los salarios más exiguos de todas las policías de Europa, y a tener que permanecer prácticamente con las manos atadas en la justa represión y en su defensa.
El 12 de Octubre es también la fecha de las reafirmaciones de identidades entre los hombres y mujeres de nuestra raza hispánica; de los que luchan, rezan y piensan en español; de los que frente a tantas presiones, traiciones y sucias entregas de minorías vendidas al mejor postor, que tratan de borrar nuestro común pasado y el orgullo de nuestro mismo destino, siguen manteniendo alto el pabellón de sus fidelidades, de sus orígenes, de su españolidad y, en definitiva, el más caro legado que podía hacerles la Historia en el acontecer de los siglos, y en la realidad de su marcha a través del tiempo.
Y por último, que mejor oportunidad que este día para rendir también un humilde reconocimiento a los ciudadanos que desde todos los rincones de la Patria, han salido estos días con banderas españolas para defender la españolidad en Cataluña. A esos españoles y españolas que, residiendo en Cataluña y jugándose la vida y la hacienda ante la barbarie separatista, han dado un ejemplo de patriotismo y de fidelidad a la Patria, allí donde el odio visceral a España, la prohibición del idioma español en las escuelas, la persecución a todo aquel que rotule en español, y el enriquecimiento ilícito del que fuera la figura más emblemática del secesionismo, ha dejado sin autoridad moral -no solo a los que tienen como fin romper con España-, sino a los que siguen empecinados en no extirpar de raíz ese tumor maligno que todo lo corroe, lo erosiona, y lo destruye.
Gracias por tanto a todos esos valientes catalanes y catalanas que se sienten profundamente españoles, y que a pesar de las amenazas, la persecución, la extorsión y las agresiones de las que son objeto, llevan a España en su corazón y en sus venas. Que este supremo sacrificio nos estimule, en esta hora de los nacionalismos independentistas, a ser más españoles que nunca.