Edurne Uriarte.- Han cometido gravísimos delitos, y, sin embargo, pocos esperaban su ingreso en prisión. Son tantos años de incumplimientos legales, de irregularidades, de abusos y de delitos sin consecuencias de los que venimos. Y, repentinamente, la ley ha alcanzado de pleno a los golpistas, con una fuerza que indica el principio de una nueva época.

Se acabó la impunidad en Cataluña. Los futuros aspirantes a golpistas están avisados. Éstos también lo fueron durante meses, avisados de que acabarían de esta manera, pero no se lo creyeron por la misma razón que todos los demás. Porque ellos también se habían acostumbrado a la impunidad, a que ninguna de sus ilegalidades y arbitrariedades tuviera consecuencia alguna.

Y es altamente improbable que la movilización de nacionalistas y extrema izquierda que empieza hoy cambie o matice el curso de la justicia. No solo por la claridad de la ley respecto a sus delitos, también porque ahora existe otra movilización más fuerte que la independentista y la extremista, la que jamás había alzado la voz y había contribuido también a la impunidad con su silencio. Es la movilización de los otros catalanes, los que apoyan la ley y la unidad de España. Y es la movilización del resto de España. Y ocurre que su grado de hartazgo e indignación es ahora mucho mayor que el de los independentistas.