“Y vuelve la burra al trigo” es una frase con la que indicamos que alguien a quien ya le hemos advertido que no debe hacer o decir algo, insiste excesivamente en un asunto. Damos a entender que la persona tan insistente es como un animal al que no se le puede hacer razonar (como una burra) y vuelve a intentar comer al sembrado (al trigo) por mucho que se intente alejarla de él.

Pues bien, esta frase tan española que utilizamos a menudo con aquellos que se colocan los cejales y no quieren ver ni enterarse de lo que sucede a su alrededor, es la que debemos aplicar a Rajoy por pedir, cuando todavía late con fuerza el corazón independentista, “que cese la salida de empresas de Cataluña y que los españoles sigan comprando productos catalanes”.

Algunos estarán pensando que se trata de otra vergonzosa bajada de pantalones, pero no es así. Se trata de una prueba más sobre algo previamente pactado por la diplomacia del engaño y la traición, que haría sonrojarse al mismísimo “Torrente”. Un pacto previo para llegar hasta lo que podríamos llamar: “referéndum legal”.

Insisto, lo único que de momento ha surtido efecto contra el independentismo tras el golpe de estado en Cataluña han sido dos cosas: las manifestaciones patrióticas por todos los rincones de España especialmente en Barcelona, y el boicot a los productos catalanes para meter en cintura a quienes desde hace muchos años sostienen con su dinero a los partidos independentistas y a sus medios de información. Esto es lo único que los ha puesto nerviosos de verdad, y no la aplicación a la carta del 155.

Y sin embargo, el gobierno de Rajoy, sin dar un solo dato que muestre el miedo de los independentistas al 155, se apresura en convocar elecciones el 21-D para salvar el autogobierno, invitando amablemente a los golpistas y partidos independentistas a que puedan concurrir.

A ver si nos aclaramos. La aplicación del 155 después de que los golpistas se ciscaran reiteradamente en las instituciones y en la Constitución, fue finalmente a lo que se vió forzosamente abocado el gobierno tachado de cobarde desde todos los flancos; un cartucho de fogueo inofensivo como medida disuasoria no contra los golpistas, sino para calmar las iras de un pueblo visiblemente indignado que había salido a la calle para decirle al gobierno y a su presidente, que a los golpistas se les combate aplicando la ley con el rigor que demanda la gravedad de sus delitos.

Pero, como resulta que la aplicación de ese 155 no lo ha sido en toda su extensión sino a la carta, TV3 por ejemplo, sigue emitiendo con total normalidad y con la nómina de cooperadores necesarios al completo, a pesar de haber sido principal instrumento utilizado por los golpistas para cometer sus delitos.

Ha tenido que ser la jueza doña Carmen Lamela Díaz, quien al margen de los pactos políticos llevados a cabo por los partidos, ha puesto en un brete a la diplomacia del engaño y la traición actuando con independencia, con firmeza, y con el rigor judicial que la causa requiere.

Por eso me indigna, no solo la hipocresía mostrada por los medios informativos que se han prestado a que el jefe del ejecutivo anunciara muy campanudo “que está satisfecho por el modo en el que está funcionando la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, porque no ha habido hasta la fecha rebelión de funcionarios”, no. Me indigna la felicidad, el jolgorio y el éxtasis mostrado por todos los partidos, incluidos los independentistas, tras el anuncio de Rajoy de la convocatoria de un “referéndum legal” disfrazado de elecciones autonómicas.

¿Acaso no resulta esperpéntico que esta misma semana, la expresidenta del parlament, Carme Forcadell, y el resto de los miembros de la Mesa de la cámara asumieran ante el juez del Tribunal Supremo las decisiones del Consejo de Ministros?

Díganme, ¿no les resulta indignante? ¿No es vomitivo acaso, que cuando todavía circulan por las Redes sociales las fotografías y los videos de niños utilizados por sus propios padres como barricadas para cortar el tráfico durante la huelga del pasado 9 de noviembre en Cataluña, sin que la Fiscalía de Menores haya actuado de oficio, aparezca el ministro portavoz, Iñigo Méndez de Vigo, y diga que “estamos viendo cómo la vuelta al orden constitucional empieza a ser una realidad”?

Mientras el PP con Rajoy a la cabeza, intenta de nuevo hacernos comulgar con ruedas de molino respecto a la farsa puesta en escena; mientras la jueza doña Carmen Lamela se bate el cobre contra la trama delictiva del independentismo catalán; mientras miles de valencianos salen a la calle contra los lacayos del independentismo catalán que gobiernan la Comunidad Valenciana; y mientras el pueblo español está pidiendo a gritos la ilegalización de los partidos independentistas, e incluso la desaparición de las autonomías, el PSOE de Pedro Sánchez, como la burra que vuelve al trigo, insiste con que las Cortes Generales abran la puerta a la liquidación de la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, creada en 1957 y que gestiona Patrimonio Nacional.

Esto es, con la que está cayendo, lo que realmente preocupa al PSOE de Pedro Sánchez. Mucha información deben tener, sobre cómo terminará finalmente la farsa del golpe, cuando en lugar de estar preocupados por la presencia del pueblo en la calle, insisten, como la burra del refrán, en volver obstinadamente al trigo del odio y del resentimiento.