Cuando veas al PP defender a ZP, es porque algún intruso quiere arrebatarles sillones
Con la intención de agradar a sus detractores, tanto la Iglesia como la Monarquía se han dedicado en España a poner la otra mejilla frente a las agresiones, los ataques y los insultos. Siempre se han posicionado, por aquello de lo políticamente correcto, del lado de sus verdugos.
Este posicionamiento hacia la izquierda de dos de las instituciones más representativas de España, lejos de conseguir un acercamiento de sus detractores y críticos, envalentonó a sus enemigos históricos. De ahí que las agresiones, los ataques, el escarnio, la mofa, la befa, las risas y las carcajadas, no solo han ido en aumento sino que se han generalizado, y además, empiezan a recibir el desprecio también de muchos de los que hasta ahora, siempre habían sido fieles a sus postulados.
Pues bien, algo parecido le sucede al Partido Popular, formación que cuenta en sus filas con un abanico de paladines, que son el cachondeo y el hazmerreír de toda una nación. Convertidos en vocingleros sin credibilidad, son claros referentes de lo más siniestro, inicuo y pérfido de nuestra clase dirigente. Portavoces oficiales del PP que desempeñan como nadie su papel, cuando se trata de insultar a la inteligencia de cientos de miles de sus votantes, y también a quienes no lo son.
González Pons, por ejemplo, testigo de excepción de la vista del etarra Otegui al Parlamento de Estrasburgo invitado por Podemos e Izquierda Unida en mayo de 2016, concedía una entrevista al Diario de Avisos en Lanzarote en la que habló de Pablo Iglesias con una serie de elogios, que hicieron sentir vergüenza ajena hasta al mismísimo “Torrente”. Cuando el periodista le preguntó sobre qué hay de “leyenda” en torno a su amistad con el líder de PODEMOS, González Pons afirmó que le tiene “afecto y mucha simpatía” y que conoce a la “persona” además de al Pablo Iglesias “mediático”. Y añadió: “Me parece uno de los personajes más interesantes con los que he tratado en mi vida”, es “culto, inteligente, muy creativo”; “añade valor a la política española”. “Yo soy seguidor de Pablo Iglesias desde el Partido Popular”.
Pues bien, si aquellas declaraciones no hicieron más que reafirmarme todavía más, en la opinión personal que me merecen estos personajes de nuestra clase dirigente, aparece otro de los “campeones” del partido de Rajoy para darme la puntilla.
Rafael Hernando, el personaje “temible” que mete su mano en el bolsillo del pantalón para dirigirse a la Cámara, es una mente privilegiada que tiene que leer hasta el saludo de “buenos días” cuando se dirige a sus señorías. Ahora sale a la palestra, con ocasión de “La comisión sobre el estudio del Estado Autonómico”, de la que se puede derivar la reforma de la Constitución, para arremeter contra el partido de Albert Rivera por excluir de su lista de comparecientes a Rodríguez Zapatero. Dice Hernando: “A mí me sorprende que haya quien pretenda excluir al señor Rodríguez Zapatero, más que nada porque durante su etapa de Gobierno se realizaron la reforma de los estatutos de segunda generación, así denominados, entre otros la reforma del Estatuto de Cataluña. Por lo tanto, yo creo que es bueno que comparezca y dé su versión y su opinión”.
En resumen, ¿qué importa que sea González Pons, Rafael Hernando o Andrea Levy? Para el caso es lo mismo. Hay declaraciones que provocan náuseas. Todos son referentes de un partido cobarde y acomplejado que, con todo el poder en sus manos y mayoría absoluta en el Parlamento, no fue capaz de dar un giro a las políticas que nos han conducido a esta trágica, dramática y caótica situación. Solo saben ponerse campanudos cuando aparece alguien que ponga en peligro sus sillones, entonces, cierran filas en torno a sus inseparables socialistas, para descabezar al intruso que venga a inmiscuirse en el cotarro democrático, por ejemplo, Albert Rivera.
Vaya tropa, y vaya farsa puesta en escena. Todo esto no hay por donde cogerlo. Lo mejor es una orden de alejamiento de toda esta gentuza.
El PP no es un partido cobarde, ni acomplejado. Está haciendo exactamente lo que quiere hacer. Ojo con esto.