Presidenta Arrimadas
Xavier Rius*.- Esta noche he tenido un mal sueño (1). Resulta que Inés Arrimadas ganaba las elecciones e incluso podía hacer gobierno. A Iceta lo nombraban conseller en cap. Y Albiol le daban el Departamento de Interior e Inmigración.
El día de la toma de posesión, Albert Rivera salía al balcón de la Generalitat. Había un poco de yu-yu en su partido porque recordaban la imagen de Zapatero con el tripartit. Aquella con Maragall, Carod y Montilla en el balcón.
Pero es que la Plaza Sant Jaume, que había acogido tantos actos soberanistas, estaba llena de seguidores. El color de moda ya no es el amarillo sino el naranja. También había gente con los colores del PSC. E incluso el azul gaviota del PPC.
Tras el 21-D, el país ha quedado dividido por la mitad. Y los unionistas han ganado por los pelos. Pero es lo que hay. Después de unos ganan los otros. Es la base de la democracia: la alternancia. Tanto hablar de “mandato democrático” y el pueblo les ha dado la espalda.
El soberanismo anda con depresión colectiva. No entienden todavía qué ha pasado. Ahora sí que tendrán que hacer autocrítica. En TV3 se han quedado helados. Durante la noche electoral todo eran caras largas. Incluso en pantalla.
La peor parte se la ha llevado Junts per Catalunya a pesar de los esfuerzos de Elsa Artadi y Eduard Pujol. Han quedado terceros por detrás de Ciudadanos y Esquerra. Entre el original y la copia el electorado indepe ha preferido ERC. El pinchazo ha facilitado también el ascenso unionista.
El exilio como argumento electoral ha sido contraproducente. Lo que dijo Turull en el debate de TV3 se les ha girado en contra: “la gran derrota que verá todo el mundo del 155 es el presidente Puigdemont entrando por la puerta de la Generalitat”.
Ha pesado más Junqueras en Estremera que Puigdemont en Bruselas. En Esquerra tampoco ha gustado que Comín comparara la prisión con el exilio. No es lo mismo una celda que una habitación en un hotel de cuatro estrellas. No hace el mismo frío.
Pero, en fin, el nuevo gobierno se ha puesto a trabajar inmediatamente y en los primeros cien días se han cargado la inmersión, han depurado los Mossos y hasta han desinfectado la CCMA en expresión de Josep Borell. No ha quedado títere con cabeza.
A Albert Boadella lo han nombrado director del TNC. Y Sergi Fidalgo de TV3. Al menos no han puesto Francisco Marhuenda o Alfredo Urdaci como nos temíamos. Valentí Puig se ha hecho cargo del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB).
Las tertulias de TV3 se han llenado de fachas de la talla de Manuel Trallero, Ramon de España, o Ignacio Vidal-Folch. Y no se han cargado el Onze de Setembre ni els Segadors como quería Ciudadanos porque están en el artículo 8 del Estatut y más vale no tocarlo.
Bueno, desde luego este es un artículo de ciencia ficción. Que no se animen los constitucionalistas. Yo creo que con la Ley Electoral vigente lo tienen muy difícil. En las elecciones del 2015, Junts pel Sí y la CUP obtuvieron 72 diputados con 1.957.348 votos. Ciudadanos, PSC, CSQEP y PP 63 con 1.972.057 votos.
Aunque, para ser justos, hay que reconocer que la mayoría de leyes electorales priman territorios. En España, también. Necesitas menos votos para salir diputado por Soria que por Madrid. Las circunscripciones más favorecidas, por razones obvias, son las Islas: Canarias o Baleares. Además de Ceuta y Melilla.
Pero en el caso hipotético que ganasen las elecciones -y gobernasen- podrían hacer lo que quisieran. Todavía recuerdo la intervención final del candidato de ERC Roger Torrent durante el debate de TVE. Cuando dijo que si ganaba el “bloque del 155″ podían cargarse “consensos básicos de país”.
Tenía razón. Pero los que se han cargado los citados “consenso básicos” son ellos por planetar el tema más importante -la independencia- sin ni siquiera llegar a la mitad del censo electoral: un 47,8% exactamente. Si ganan los otros no podrán ni quejarse. Haberlo pensado antes.
(1) Traducción literal de la palabra catalana malson: pesadilla
*Director de e-noticies