Victoria moral y mayoría inmoral
Mayte Alcaraz,. Inés Arrimadas ha hecho historia pero su valeroso resultado, un sueño inimaginable para un partido que en 2006 solo tenía 3 escaños en el Parlament y que se convierte en la fuerza más votada de una Cataluña literalmente volcada en las urnas (casi el 82% de participación), no despertará a Cataluña de la pesadilla. Con 70 escaños, la mayoría separatista, ahora con Puigdemont en cabeza frente a un Junqueras acabado, sigue sumando más que el bloque constitucionalista (57 actas) porque su relato no roza con la realidad, solo flota en la mentira, se diga en Gerona o en Bruselas, y así ni diez Arrimadas podría con ellos. El 155, pues, probablemente ha venido para quedarse unos años.
La hazaña de Ciudadanos obligará a los independentistas a toparse en el Parlament, cada vez que miren a su izquierda, con la política más votada, que por primera vez no será secesionista, y que ofrece a España una victoria moral que sabe agridulce por el raquítico resultado del PSC, cuya «vía Iceta» queda en la cuneta de la mano de un reincidente en el fracaso, Pedro Sánchez. Y, también, por el batacazo sin paliativos del PP. Rajoy priorizó en la precipitada convocatoria de elecciones a España frente a los intereses de su partido, pero el resultado ha sido igual de malo para las dos condiciones en que se divide Mariano Rajoy: para el presidente del Gobierno, que no consigue votos para iniciar una etapa estable en Cataluña sin el 155, y para el presidente del PP, que junto a su Ejecutiva tendrá que hacer una seria reflexión sobre su casi marginal presencia en Cataluña, con un Albiol que pierde siete escaños en dos años. Además, Génova empieza esta noche a sentir un escalofrío por su espina dorsal porque la marca Ciudadanos y su líder Albert Rivera sale impulsada de manera imparable de Cataluña, donde ha sido acreedora de la confianza perdida por el PP, con destino a las elecciones generales de 2020.
Y en el independentismo, el recuento ofrece un panorama peor que el anterior al 1 de octubre para la estabilidad de Cataluña con la consagración de la mayoría absoluta, bajo el liderazgo de un expresident fugado y reincidente en el desafío al Estado. No obstante, la CUP, muleta de Puigdemont para llegar a la Generalitat, sufre un descalabro de 6 escaños, y la marca de Podemos y Ada Colau se deja también tres diputados. Lo que demuestra que el partido de Pablo Iglesias inicia una caída imparable que probablemente tendrá un correlato peor en las generales, donde el voto del resto de España no perdonará su alineamiento con el secesionismo.