El legado de Mas
Xavier Rius*.- El día de la despedida de Mas como presidente del PEDECAT le pregunté de sopetón: “¿Qué legado deja?”. Se me quedó mirando y, tras unos instantes de duda, me preguntó: “¿Yo personalmente?”. Tuve que decirle que, claro, que no iba a ser yo. Que yo era un simple periodista. Él se iba. Él había convocado la rueda de prensa.
Volvió a insistir: “¿Qué dejo como legado? ¿En qué sentido?” Entonces recordó que había sido consejero de Pujol durante ocho años y presidente otros cinco. Hasta mencionó sus victorias aunque, como se sabe, apenas gobernó un lustro. Cuando a media respuesta, le dije que no sé si daba cuenta pero sólo mencionaba cargos y campañas electorales me dijo que no me impacientera y echó mano del proceso.
¿Pero se dan cuenta de que no hay obra de gobierno? Pujol será un chorizo -eso tiene que confirmarlo una sentencia judicial- pero al menos deja la Generalitat tal y como la conocemos ahora, TV3, los Mossos y hasta el Teatro Nacional de Catalunya (TNC).
Mas no deja nada. Se lo ha cargado todo. Para empezar su carrera política. Prometía tanto. Deberían estudiar el caso en Esade: como hundir tu propia imagen de marca. En Catalunya sólo hay otro ejemplo similar: el de Joan Laporta.
Laporta, cuando era presidente del FC Barcelona, se lo disputaban todos. En las elecciones del 2006 -por mediación de David Madí- hizo un desayuno con Mas. Al día siguiente desayunó con Montilla. Supongo que por gestiones de José Zaragoza.
Podría haber sido alcalde de Barcelona o presidente de la UEFA pero jugó mal sus cartas. Coqueteó con Repagrupament, una escisión de ERC, para acabar fundando Solidaritat. Al cabo de unos meses estaba peleado con López Tena y Uriel Bertran. Acabó en el grupo Mixto haciendo favores a Convergencia.
Lo de Mas tiene más mérito. Además de su carrera, ha hundido su partido. La formación que encarnó las clases medias de este país durante 30 años -y que fue una extraordianaria máquina de poder- ya no existe. CiU ha desaparecido, Unió también, CDC se ha trasmudado en el PDECAT. En el consejo nacional del sábado hacía un llamamiento a agarrarse a JxCat como un clavo ardiendo.
Pero no sólo se ha cargado el mapa político: se ha cargado también el mapa ideológico. El hombre iba como loco para pactar con la CUP. Del centro a la derecha no ha quedado nada. Habrá que reconstruirlo desde cero. Y de momento las opciones que han surgido (Lliures, Units per Avançar) están muy verdes. ¡El exsecretario general de Unió ha tenido que refugiarse en las listas del PSC!. Iceta, vistos los resultados electorales, tampoco ha conseguido atraer el catalanismo moderado.
Hay una foto que ilustra esta situación: la que publicaba La Vanguardia en portada al día siguiente de la proclamación de la República y apenas unas horas antes que Rajoy aplicara el 155. La imagen es de David Airob, justo es reconocerlo. Una imagen vale más que mil palabras: Se ve a Puigdemont, tras su discurso en las escaleras del Parlament, rodeado de diputados de la CUP con los puños en alto. Ahí el PDECAT perdió definitivamente los papeles.
Pero donde ha tenido el expresidente más vista ha sido con el proceso. En el pleno del Parlament del 16 de julio del 2010, después de la sentencia del Estatut, dijo que había que empezar “un nuevo camino sin límites” pero que tenía que ser “evitando al máximo las fracturas sociales dentro de Catalunya”. Si se descuida
No sé si se dan cuenta: pero el único legado de Mas ha sido poner a Puigdemont a dedo. Y ya saben que, en política, todo es susceptible de empeorar. Estamos en ello.
*Director de e-noticies