Reseteo necesario en Cataluña
Como cualquier mentecato tecnológico, entre los que me inscribo desde hace tiempo, a la vista de que es una carrera sin fin, una dinámica en espiral que no se acaba nunca y me desazona cantidad, lo primero que hago ante cualquier electrodoméstico que entra en la espelunca, es trincar el manual de uso y entretenimiento, recogerme a meditar en un rincón solitario y hacer como que lo entiendo –subrayo, acoto y anoto apostillas al margen- para al final enchufar y que sea lo que Dios quiera. Suele funcionar, porque los autores anónimos se han convencido de que los humanos medios, machos y hembras no somos de Caminos, ni de Industriales y por tanto con unas cositas someras, unas pinceladas de barniz (gloss) vamos que nos matamos mayormente.
Según mi hijo -que nació con pantallita, botones y habilidades innatas para afrontar los peligros de goteos en una gasolinera (Oil panic)- lo hago con cara de bárbaro hirsuto y amplia sonrisa cavernaria. Al fin comprendí que cuando las cosas no marchan por el camino adecuado y se van torciendo –que eso lo vemos hasta los negados- siempre hay un remedio básico, que es volver al punto de partida. Poco más que la oca. A eso, los guiris le llaman resetear, o sea, reconocer que no di los pasos adecuados y que hay que volver a empezar. Que alguien me corrija si me estoy yendo por donde no debo. Es mi concepto.
Pues bien, cuando esta mañana me siento ante el ABC, despierto, duchado y afeitado, con los primeros efectos del café, y leo que el ministro de educación y además, por lo que dicen –no por lo que le suelo escuchar- letrado del Consejo de Estado, que es más que los de Caminos y los de Industriales juntos en mi infantil escala de valores señeros, dice en portada que “Es imposible alterar el modelo educativo de Cataluña con el 155”. Se acabó, Pelayo, me he dicho, es el fin. Ha sido muy grato mientras duró esto de España y, please, el último que apague, ¿verdad? y que eche el cierre sin hacer ruido. ¡Que no se enteren Santiago Matamoros, ni don Marcelino Menéndez y Pelayo!
Pero el ¿estamos idiotas? me ha surgido de inmediato en el caletre y he pensado que este hombre de Dios, este cerebro privilegiado de raza ubérrima, tan sólo decía eso en razón a que hay instrumentos más adecuados como el mandoble, el marro de minero que cantaba Antonio Molina mientras garbillaba, la bofetada de toda la vida, una estaca, o unos simples zorros de sacudir alfombras… Pero no. Me he ido a la Constitución española del 78, a varios artículos subrayados, he hojeado, he ido, he venido y al final he dictaminado, entre maldiciones, alusiones a la cobardía y a la dejazón, entre palabrotas, groserías y cosas de mal gusto todas, acordándome de cómo se procedió en el 34 y cómo el general Batet había resuelto aquello con un cañoncito y poco más y luego nadie decía semejante sandez.
Resetear, he escrito, es lo que hay que hacer: Procédase de la siguiente manera, tal cual dice el manual de uso y disfrute de España, su Constitución, porque no se ha hecho debidamente, ni por el orden requerido que dice. Procede pues comenzar:
1º Dice el artículo 8º:
“Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. Esto se ha obviado sin justificación alguna, así que procédase a recuperar el ordenamiento constitucional. Una vez que estemos con el ordenamiento constitucional en su sitio por la iniciativa decidida y asumida de quién está donde está para eso principalmente y para poco más, que ya es bastante, con los figurillas en la cárcel o en prevención y sin que se escapen los conejos del corral y que haya quedado claro quién manda y quién obedece, procédase con el 155º, el 33º, el 125º, el rodillo de amasar o con cualesquiera otros útiles y artículos según vengan al caso, que para eso están y que no son de adorno. Pero que funcione la cosa como una tralla y que se acaben la estúpida fiesta y los dispendios a nuestra costa y háganse las cosas bien, según se suelen hacer en cualquier país serio y en el que se respeta a sus ciudadanos, a los que se reconoce como pueblo soberano; We the people, cual reza la Constitución americana.
Resulta preocupante la falta de autoridad que se transluce, la impericia y bochornoso el espectáculo de mansedumbre y castración de las instituciones de España ante estos membrillos. Se les ríen los gualdrapas. Este rehuse a lo castrato para continuar en la zona de confort suena ridículo. España es algo serio y por lo que han muerto muchos españoles. Llega el momento de justificarse y dar la cara. Para las cuestas arriba quiero mi burro, que las cuestas abajo yo me las subo. Una vez que se hubiérede recuperado plenamente ese orden por quién le corresponde hacerlo -y no sólo decirlo en TV y amagar sin dar- pasemos al siguiente escalón, al administrativo, la intervención tal cual y verá usted mismo cómo sí se puede todo, señor letrado, todo. Se han comido una casilla, un artículo, el 8º y ahora van sin manos y sin cabeza. Admítalo.
2º Dice el artículo 155º:
Que si una comunidad autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad autónoma –ya se mandaron burofaxes y apercibimientos en su día, lo que no hizo Batet, mira tú el hombre- y, en el caso de no ser atendido -como está siendo reiteradamente el caso por falta de autoridad comprometida con España seriamente y patente blandura, escasamente viril y con unos apremios electorales que debieron dejarse para dentro de diez años al menos- con la aprobación por mayoría absoluta del Senado -que ya está en el bote- podrá (sic) adoptar -¿miente la Constitución cuando dice esto de que el Gobierno “podrá adoptar”, señor letrado?- las medidas necesarias para obligar a aquella al cumplimiento forzoso (sic) de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general. Se entiende, verdáhijo, una vez recuperado el orden constitucional, claro. Este es un detalle importante.
No se ha procedido con el orden prescrito por la Constitución. Se ha hecho mal, les han temblado las manos colectivamente, les ha dado el pis cuando han leído ejército y han sido ustedes los que no han restablecido el orden constitucional y ahora no pintan nada en ese territorio español que se llama Cataluña. No bastaba la advertencia de Felipe VI, sino que había de procederse por ese orden. Primero lo primero y después –o segundo- lo segundo. Se ha incurrido en dejación por no sacar pecho en su momento y defender a España. Ahora se dice la memez de que no se puede, para soslayar su culpabilidad. ¿Les da cosa? ¿Qué está pasando? ¿Hay órdenes o compromisos que desconocemos? Esto sería muy grave, demasiado. ¿No existen medidas coercitivas? ¿Les faltan pelotas? Sí. Dejen paso a los que las conozcan y las tengan. Con España no se juega, amigos. Tanto va para los separatistas, como para los responsables elegidos o menos elegidos. Una cosa fue el castillo de Montjuic y otra bien distinta el Estremera Hotel. Todos ellos pierden día a día su legitimidad, aparte de las próximas elecciones mientras cobran por ello. ¿Qué gana España? Desprestigio de mala marca. Cuando Napoleón, el ejército español estaba en Dinamarca y el pueblo hizo lo que tenía que hacer por su patria, hasta su incorporación y muy dignamente. Cuando el 34, un solo general con mando en plaza, lealtad y lo que hay que tener, restituyó el orden republicano en horas veinticuatro. Ahora miramos a Boadella, la única esperanza blanca. ¿Dónde están ahora las llaves? ¿En el fondo del mar? Hay que tener cuajo para decirnos esta criatura revestida de pontifical lo que no se puede hacer. Que se la han pisado, vamos, está a la vista. Para esto no hacen falta alforjas ni albardas.
Dígasenos lo que sí se puede hacer, coño, o no lo digan y hágase y ya mismo. ¿No hay nadie mayor en casa? ¿A quién temen? ¿Dónde están su compromiso y su responsabilidad? Para presidir sin sufragar, hacer escorzos y trenzar pasos de baile, vale cualquiera. Hay que estar a la altura o dimitir.
¿Habrá que resucitar a Azaña o a Franco para que lo resuelvan?
No es que les tiemblen las manos, Don Pelayo, es que todo, todo, todo lo que dicen y hacen tiene un solo propósito: hacer que nos creamos que la independencia de Cataluña va de verdad. Una vez nos lo hayamos creído, sencillamente nos pondrán delante la solución milagrosa y todos nos pondremos a aplaudir con lágrimas en los ojos y exclamando “gracias a Dios no se va a desmembrar España”. Y la solución, por si Usted no ha leído algunos de mis comentarios donde lo expresaba, se lo resumo. 1) Competencias de cuasi estado para Cataluña, 2) España se reserva… Leer más »