Postverdad y mentira ¿son la misma plasta?
No vamos a describir al greñoso, pedigüeño y diletante de Tréveris, nacido allí ahora hace dos siglos de reloj, de largo y rabínico abolengo, el de la fobia al aseo personal –que debía oler a chotuno que para qué las prisas-el vividor del sablazo continuo,a quién se pretende glorificar por lo más granado del fracaso, de la mediocridad, de la frustración y de la miseria filosófica o de la filosofía miserable, que ahora se monta a lomos de la postverdad, a ver qué pasa y a hacerlo con los cuartos de los demás, tergiversando, abusando de los pequeños y como siempre al amparo de la mentira en forma de enorme sombra cobertora de todo su perímetro, que es donde se encuentra a gusto.
Pero no una mentira cualquiera, eso de la postverdad, no, nada de mentirijillas, sino una mentira artificiosa, repleta de farsa –tipo empanadilla de Móstoles- y acogida a la dialéctica hegeliana–que la cursilería de Anguita redujo a tésis, antítesis y síntesis- en toda su extensión y que no es otra cosa que la recomposición a sensu contrario de lo que se trata-cual recosido de virgos por manos de hurgamanderas- pasando por encima de los hechos objetivos, negándolos cínicamente porque no les gustan, y obteniendo un producto digerible por estómagos infantiles e ignorantes, de resentidos, fracasados y ambiciosos, que es el terreno abonado y caldo de cultivo ideal para la proliferación del embeleco.
Invento este del “quítate tú para ponerme yo, porque sí” que es lo más parecido a la patata frita. Eso lo sabe cualquiera que haya vaciado una papelera o la haya revuelto con el hurgón.
Esto es la postverdad, la suya, la mentira continuada con los oídos taponados, la que se traen los populismos demagógicos que han venido a ocupar el espacio vacío del eurocomunismo. No otra cosa que negar las mayores, las menores y las intermedias de cualquier silogismo –bárbara, celaren, festino, baroco…- o de cualquier realidad consumada e irreversible. Pura obstinación. Practican el I+D+i de la Ignorancia, la Difamación y el invento del TBO. No pasan de ahí, pero consiguen que les parezca algo a los de l’haba, que son unos cuantos.
Véase lo que se cuenta de Franco por ellos, una y otra vez, sin atender a observaciones ni apostillas al margen del enorme y apabullante cúmulo de bibliografía, de la segunda república, de su legitimidad, de su democracia, de su bondad infinita, de lo malos que eran los nacionales -los “sublevados” se les dice siempre, por decreto ley- los abusadores del buen republicano, ejemplar y desprendido en toda ocasión, y que encima dicen, aseveran, mira tú cómo son de malos, que los republicanos asesinaban en Paracuellos a gente por miles, que quemaban iglesias por decenas de miles y apiolaban a eclesiásticos al margen de Pablo VI, mira tú si serán, para desprestigiarles, que si “no pasarán” y que si “patatín y que si patatán”. Y una y otra vez, cada mañana y cada noche en plan colutorio, que algo queda, ¿Verdáhijo?
Pues no. Eso no cuela ni con calzador, por poco que se haya instruido uno, o dos o varios más, que son la mayoría. Arqueología de peluche. No dan para más y se ven ridículos afirmando lo inafirmable y repetidas veces, como si se lo creyeran ellos mismos, que están en el secreto de la puta verdad y les corroe las tripas reconocerlo.
Se produce esta receptividada la postverdad, al postema infectado, transcurrido, ay, el tiempo de merecer, cuando no han obtenido nada de nada, porque nada de nada valen, ni son útiles para el sistema que funciona y funcionará, que es la gestión económica en libertad, la iniciativa privada y la economía de mercado, el esfuerzo y la competitividad. Cójanse cuatro fracasados, vagos e ignorantes, llenos de ambición y envidia y pónganse al fresco, a orear, aunque pataleen. Al día siguiente, al alba, al menos tres de ellos se declararán marxistas-leninistas, si no los cuatro.
Se puede complementar esta gestión privada con auxilios gubernamentales y subvencionarios para equilibrar a los menos dotados, ayudarles, evitar el desamparo yla mendicidad, pero de ningún modo se puede generalizar como se intentó en varias ocasiones y aún quedan ejemplos vivientes, tratando a todos de discapacitados e incompetentes, quedando al margen tan sólo los guardias del sistema, el apparátchik inmisericorde, el partido de los explotadores y esclavizadores, los comunistas del demonio, que bien que saben vivir de los demás, de los del corral de paupérrimos sin voz ni voto, en que convierten al país y sus habitantes allá donde anidan.
El welfarestate no puede ser la taina ni la panacea de los vagos y maleantes que tan bien dibujó la segunda república española en la ley de 4 de agosto del 34, tan caritativa ella. ¿O solidaria? Hasta la iglesia católica ha sucumbido a la terminología y viene relegando la caridad evangélica a la cursilería solidaria de cualquier ONG de las del turismo sexual o medio pensionista, que tanto éxito tienen entre los que dejan su corazón entreabierto a las escenas escatológicas que les brindan en TV, para trincarles unos euros multiplicados por cien mil, con los que tantos caraduras no solo llegan a final de mes, sino que lo superan con creces y les da para vacaciones, depravadas y todo.
Mienten como bellacos, sí señor. Y esto cóml se arregla? La Historia nos enseña que el dolor desenmascara al mentiroso haciéndole cantar la verdad a los cuatro vientos.
Queremos la verdad? Pues hagámosla cantar.
Y ahora se lleva firmar la “postverdad” con “Comisiones de la Verdad”: y, ¿quién las elige? ¿Acaso son los jinetes del Apocalipsis? Qué razón tiene usted.
posverdad… postrimerías…Cuidado.