Aquí lo que importa es ser demócrata, aunque seas corrupto
Uno de los usos que más aparece en el léxico de la liturgia de nuestra democracia, es el de añadir el calificativo de “demócrata” a todo aquel fenómeno social positivo que pueda producirse en el acontecer de la vida cotidiana. Así, por ejemplo, el ciudadano ideal no es el hombre honrado que cumple con todos sus deberes cívicos, el orden constitucional establecido, y contribuye con sus impuestos al sostenimiento de la nación, no. Aquí un ciudadano es excelente si es demócrata, aunque sea corrupto.
Con unidad democrática es de la única manera que había que combatir el terrorismo, según se deduce de todas las intervenciones de los políticos de turno después de cada asesinato etarra. Tanto es así, que incluso hoy siguen sosteniendo que esta banda de hijos de puta ha sido derrotada por la democracia, mientras los están poniendo en libertad para que sean homenajeados en sus lugares de origen.
Siguiendo esta forma de dogmatismo, el ciudadano español que piense que a los terroristas, violadores, mafiosos de la prostitución y el narcotráfico, se les debería aplicar la cadena perpetua, está condenado a ser incluido entre aquellos que no quieren la reinserción de los presos. Por tanto, he llegado a la conclusión de que a lo mejor deberíamos solicitar la cadena perpetua democrática.
De igual manera, la “convivencia” ya no podrá ser utilizada ni entendida como lo hace la Real Academia Española. A partir de ahora, la única posible será “convivencia democrática”, la cual habrá que restablecer, si como sucede en barrios como “Lavapiés” o “Tetuán” en Madrid, queda rota.
Sin embargo, resulta curioso que esta misma expresión nunca vaya solapada a fenómenos que pueden considerarse, socialmente hablando, negativos. Por ejemplo: Corrupción democrática (Bárcenas, Gúrtel, ERE,s en Andalucía, etc.).
Injusticias democráticas (los sueldos y pensiones vitalicias de los políticos frente al sueldo mínimo interprofesional de cualquier trabajador). Burla democrática (la farsa puesta en escena en Cataluña con la aplicación del 155 sin cerrar los medios golpistas). Chiste macabro democrático (asesinos etarras en el Parlamento como defensores de los derechos humanos). Mentiras democráticas (promesas electorales que nadie cumple). Discriminación democrática (Guardia Civil y Policía Nacional, respecto a Mozos de Escuadra y Ertzaina). Imposición democrática (el cáncer de las autonomías políticas), etc.
Es evidente que nuestra clase dirigente nos toma por el pito del sereno. Quizás sea porque los españoles, en su inmensa mayoría, han preferido contemplar la “caja tonta” y alimentarse de lo más podrido y repugnante ofrecido por los medios de contaminación, en lugar de dedicarse a controlar y vigilar de cerca a quienes gestionando nuestro dinero se han montado en el dólar, y han colocado a toda su familia y sus palmeros en los chiringuitos satélites de las autonomías que, como todos sabemos, nos cuestan lo que no tenemos.
Nos han investido “demócratas”, pero nos ven como escoria o como chusma, y se ríen de nosotros a mandíbula batiente. Lo peor de todo es, que las carcajadas que se oyen y que salen del Parlamento, de aquellos que se embolsan seis o siete mil euros mensuales, que salen de nuestras costillas, son admitidas por los ciudadanos como muy democráticas. Todos sabemos dónde se encuentra el tumor maligno que nos está devorando (las autonomías políticas), pero una inmensa mayoría del pueblo sigue votando a quienes se niegan a extirparlo.
La masa amorfa sigue acudiendo a votar a quienes se carcajean en su cara, lo que quiere decir, que le importa un cojón que un trabajador firme un “contrato basura” de empleo precario por un salario de miseria, mientras cualquier inmigrante empadronado por ejemplo en la Comunidad Valenciana más de un año, y sin necesidad de trabajar, pase a percibir mensualmente por obra y gracia del tripartito catalanista, 532 euros que también salen de nuestras costillas. Y mientras, esos buenos samaritanos, ilustres representantes de los partidos sentados en el Parlamento, se bañan desnudos en una piscina de cava.
Vivimos en falsa democracia. No se parece ni desde lejos a la democracia inventado por los antiguos atenienses donde los ciudadanos votaban y decidían TODAS las leyes y los “políticos” se elegían por sorteo todos los años, que en realidad solo eran meros gestores para poner en funcionamiento las leyes votadas por las polis. Cada ciudadano ateniense le tocaba ser político al menos unas tres veces en su vida. Y el Consejo de Ancianos era un órgano independiente de supervisión de todo el sistema con poder de cesar a los corruptos y a los ineptos e incluso denunciarlos. Pero luego… Leer más »
No, está pero que muy equivocado.
LO IMPORTANTE es SER CORRUPTO, aunque para ello se tenga que aparentar ser demócrata.
Decía Felipe González que “aquí lo importante es la democracia…”.
¡Claro! Faltaría más. El instrumento mediante el cual se han hecho millonarios, y han colocado en la Administración a toda su ralea a costa del Presupuesto.
Buen artículo.
Cuanto más corrupto, mejor, así eres más útil al Sistema.
Por supuesto que nos toman por el pito del sereno. Pero no es que nos tomen, es que saben que lo somos. Mientras les sigamos votando les estaremos demostrando que lo somos, y que por tanto nos lo merecemos. La frase de Groucho “nunca me haría socio de un club que admitiera como socio a un tipo como yo” es de plena aplicación aquí. Los gilipollas que votamos (que votan) merecen ser tratados como eso, como gilipollas.
¡Joder! Es que dice usted verdades como templos
Abajo las Autonomías. Fuera ETA y fuera las redes sociales de la política.
Y son los primeros que violan la libertad de expresión y la división de poderes. En fin, santa paradoja
Al final la democracia no tendrá ninguna gracia…