El proyecto familiar de Pablo e Irene: del asalto a los cielos a la Casa de san Jamás
Después de tres años dando cera y caña a los podemitas en mis artículos por tierra, mar y aire ?y hasta por el inframundo?, es evidente que no podía pasar por alto la oportunidad de escribir sobre el ingreso definitivo de Pabl@ e Iren@ en la casta más castuza de la castocracia, con la compra de su impresionante dacha, que a nadie debe sorprender, pues es de todos sabido la formidable querencia de las nomenclaturas comunistoides por los palacios, que asaltan descaradamente, y no con la intención de dejarlos a la ocupación de los proletarios, sino de vivir ellos como maharajás, que para eso hacen las revoluciones. Vamos allá.
Érase un país donde niños desnutridos con barrigas biafreñas pululan por calles tristes, rodeados de moscas y con la cara tiznada de fango y mucosidades, buscando en los cubos de basura algo que llevarse a la boca; donde «gente» depauperada no puede pagar los recibos del gas, y se quedan tiesos de frío; donde una mafia de ricachones con altos sombreros de copa y joyas refulgentes, absolutamente corruptos, explotan salvajemente a famélicas legiones, que malviven faltos de sanidad y enseñanza, inmersos despiadadamente en una emergencia social de proporciones cósmicas; donde la «gente» soporta desahucios, abusivas hipotecas, sueldos de miseria, corrupciones infinitas de los de arriba, y una trama plutocráticas que los rebaja al nivel de la esclavitud.
Y hete aquí que, por un bienhadado destino, surge de entre los obreros vallekanos un mesías único, un Espartaco arrollador, un Rasputín coletudo que puño en alto denuncia la emergencia social de ese país, que no llama España porque esa palabra no está dentro de su vocabulario. Ahí va, perroflautista seguido por sus mesnadas borreguiles, a las que promete asaltar los cielos, una Jauja irrepetible, una tierra de leche y miel, una Arcadia paradisíaca donde se robará a los ricos para dárselo a los pobres… ¡Oh, my Robin Hood!
El coletudo rasputinado, aupado por los votos de la «gente» se hace con su poltrona aterciopelada, con los focos mediáticos, hasta hacerse el puto amo de las tertulias, masajeado sin pudor por la cuarta, la quinta y laSexta de caballería. Brama contra el sistema, defeca en la Hispanidad, amenaza con desamortizaciones a los católicos, con revoluciones en momentos leninistas, baila la conga con los gays, jalea a los manteros, babea con la violencia contra la policía, hace arcos de triunfo para los LGTBI, azuza a las Femens contra el heteropatriarcado, le pone que asalten capillas, promete potosíes a la «gente»… y un largo etcétera de demagogias dignas de figurar en un Guinness de esos.
Pero, amigo, ¿qué tenemos ahora? Espartaco gana 120.000 € al año embutido en su disfraz de martillo de ricos ?uno de los diputados que más ingresos declara a Hacienda?, pero, lejos de fundar algún comedor para los pobres, y compartir los bienes que ha ganado soltando bravuconadas con alguna obra social para la «gente»; lejos de repartir algunas migajas entre los desahuciados, los muertos de frío, los niños de barrigas hinchadas (¡?), los refugiados, los lumpens tirados por las calles, los sin techo, la gente sin asistencia sanitaria… lejos de mitigar la emergencia social que afirma que hay en España, se compra su palacete, a medias con su alm@ gemal@, la Irene@ Monter@. Bondad graciosa.
Y eso pretende explicarse con una «echenikada» realmente epatante, pues el argentinito viene a decir que comprarse esa villa lujosa es «normal». Pero, vamos a ver: ¿no habíamos quedado en que vivimos en un país lleno de miserias y emergencias? ¿Es que en un país así es normal que «la gente» compre fincas de tal majestuosidad?
Sin embargo, estaba cantado que la ínclita parejita acabaría en una bucólica dacha, pues de todos es conocido el amor a la naturaleza de Pablo, quien, hasta ahora, disfrutaba de una casa en un pueblo de Ávila, en la que se retiraba del mundanal ruido. Y es que, en el fondo, nuestro leninito es un poeta frustrado, un filósofo incomprendido, cuya filosofía de vida se puede resumir en el famoso «beatus ille» horaciano: «Dichoso aquel que lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres, dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con sus propios bueyes, libre de toda deuda, y no se despierta, como el soldado, al oír la sanguinaria trompeta de guerra, ni se asusta ante las iras del mar, manteniéndose lejos del foro y de los umbrales soberbios de los ciudadanos poderosos». Poema glosado por nuestro fray Luis de León, cuya paráfrasis es inevitable: «Dichoso aquel que huye del mundanal ruido, y sigue la escondida senda por donde han ido, los pocos sabios en el mundo han sido».
Así que yo le sugiero a este «proyecto familiar» que llamen a su villa «Beatus ille». Porque, claro, la casta que tiene dachas lujosas en la sierra de Madrid es gentuza corrupta y especuladora, explotadores desalmados, mientras que Pabl@ e Iren@ son estoicos y epicúreos filósofos que desean la paz campestre para llevar a cabo su «proyecto familiar», nombre muy adecuado para quien considera burguesa la palabra «familia».
Recuerdo que en cierta ocasión leí unas declaraciones de Pablo en las que venía a decir más o menos que no soportaba a familias que llevan a sus niños a pasear al parque ?entre otras muchísimas cosas que este hombre no aguanta?, así que ya sabemos por qué no ha tenido más remedio que mudarse al campo, ya que allí tiene un enorme jardín en el que poder pasear a sus niños ?o más probablemente donde los pasee el personal de servicio?, dada su fobia por los parques.
Al hilo de esto, se me ocurre pensar si también se habrá comprado la suntuosa villa porque en sus más de 2000 metros cuadrados de jardín puede organizar acampadas revolucionarias sin salir de su casa, organizando espectaculares vivacs plenos de fanfarria subversiva. O también puede ser porque en un jardín tan descomunal puede acoger a muchísimos refugiados: si calculamos seis por cada metro cuadrado, resulta que le cabrían allí 12.000, casi todos los que nos ha asignado Europa como cupo obligatorio.
Y… ¿qué decir del piscinaco? ¿Cuántas pateras cabrían allí? Aunque también serviría para organizar batallas navales, eso que se conoce con el nombre de naumaquias, entre los de arriba y los de abajo, entre los pijos y «la gente», entre vallekanos y ciudadanos del barrio de Salamanca, entre homos y heteros, entre hombres y mujeres, vete a saber lo que el Rasputín podría liar, pues ya sabemos lo que les gusta «montar pollos».
Hablando de pollos, qué magnífica idea sería montar una granja, en las que un criado con librea y pelucón blanco empolvado echara el grano a las gallináceas diciendo eso de «pito, pito».
Criados con librea que también servirían la mesa, agasajarían a los invitados, lavarían los pies a los refugiados, jugarían con los niños en el jardín, les llevarían en coche al Congres@, limpiarían la piscina, podarían los rosales… en el fondo, el proyecto familiar no tendría tanta servidumbre para presumir de plutócratas, sino con la loable intención de dar trabajo a «la gente» ?podemita, por supuesto?.
En cuanto a la casa de invitados, ¿quién tendrá el honor de asistir a su saraos, para disfrutar en la piscina y con el aroma de los rosales? ¿El hombre de paz Otegi? ¿Juana de Chaos? ¿Roures? ¿Veremos allí mamandurrias de la Bescansa, congas gays, femens asaltando la casa en bolas chinas? ¿Invitará a Errejón Potter para que amenice veladas con su aspecto de elfo irredento? ¿Irá el Monedero, a sembrarles mandrágoras? ¿Se hospedará allí algún bolivariano de esos mundos de Dios? Pronto lo sabremos, pero de lo que podemos estar seguros de que nunca alojarán allí a ningún okupa.
Volviendo al tema del nombre con el que bautizarán a su finca, a mí se me ocurriría sugerirle uno muy adecuado, sin duda el que mejor le cuadra: «La casa de san Jamás», porque en este título van incluidas tantas y tantas declaraciones de Pablo contra los plutócratas que se compran casas en urbanizaciones exclusivas para aislarse de «la gente», tantas manifestaciones de que viviría en Vallecas aunque fuera presidente del Gobierno, de que jamás se compraría una casa aristocrática como la que se ha comprado, declaraciones en las que presumía de vivir en un piso de protección oficial en Vallecas ?ganando lo que gana?.
Si, dijo que jamás sería casta, que jamás haría lo que ha hecho: hacerse ciudadano de un país llamado «Neverland», isla ?o casa? descrita en «Peter Pan», lejana y exótica casa donde los niños no crecen y viven sin ninguna regla ni responsabilidad, consumiendo el tiempo entre diversiones y aventuras: ése es su «proyecto familiar».
Welcome, babies, welcome a la casta. Ibais a asaltar los cielos, y todo ha quedado en una okupación de finca. «Sic transit gloria mundi».
Extraordinario artículo. Muy triste ver este panorama y que no hayamos despertado
Muy buen articulo, colosal, enhorabuena. Esperamos leerte más.
Y todavía pretenden apelar a las bases. Le manda huevos, como si fuera un gesto generoso de sinceridad.
Si se puede, vivir de la estafa moral y vivir del pobre y del pobre despistado que no saben por donde les da el aire, ¿ alguien cree que si no fuese por toda la cobertura mediática lo conocería alguien ? Lo metieron hasta en la sopa en aras del globalismo como agente disolvente de las sociedades, para evitar un frente nacional, trabajo realizado, más odio, más izquierda, más globalismo.