Carlos Arturo Calderón Muñoz (R).- Los símbolos son el puente entre lo arquetípico y lo denso, ese punto en el que se sintetizan las vibraciones del espíritu y las voces de los instintos. Son la representación de la totalidad del ser y en el control de esos elementos, de aparente insignificancia, radica un poder casi omnipresente en el desarrollo de las sociedades. Aquel que controla el significado del sentir popular puede obrar con total tranquilidad de que será juzgado por sus palabras, no por sus acciones.

Con el inminente resurgir del frente populismo en la Madre Patria, es necesario ver como las tácticas contra la hispanidad y Europa se aplican con diferente forma pero con la misma esencia. El popular Pablo Iglesias ha sido vendido como un líder que comanda la cruzada en contra de las castas que oprimen al pueblo; aun cuando racionalmente se puede ver que todas sus acciones van dirigidas en favor de la destrucción territorial, étnica y cultural de España, grandes sectores de la población le ven como la única salvación para su amada patria.

Podemos, entre otras fuentes de financiación, ha tenido entre sus benefactores al Socialismo del siglo XXI. Rara ideología producto de la revolución bolivariana, que empezara Hugo Rafael Chávez Frías en el territorio de la hermana Venezuela y que ahora lidera Nicolás Maduro.

El ya fallecido comandante Chávez, fue un carismático líder que en su discurso propuso un antiimperialismo feroz que buscaba “liberar” a Venezuela del dominio estadounidense y en menor medida español. Este hombre, que llegó a declarar que África era más madre patria que España, quien dijo que el diablo estaba escondido en los detalles, al afirmar que los símbolos patrios venezolanos estaban plagados del pasado opresor español, quien renombró el “Día de la Hispanidad” como el” Día de la Resistencia Indígena” y un sinfín más de ataques contra la memoria de su país, logró hacerle ver a sus gobernados que era el único que se levantaba contra el dominio capitalista.

Sin embargo, como Marx y los Rothschild en el pasado, Chávez y Estados Unidos no hicieron más que interpretar un papel en el que el comunismo y el capitalismo son enemigos en las tablas del teatro, pero que se festejan el uno al otro cuando el telón cae y se encuentran en los camerinos. En 17 años de gobierno bolivariano, el mayor cliente de petróleo venezolano ha sido el país del tío Sam, además de ser su mayor socio comercial. Al mismo tiempo, gran parte del petróleo venezolano es exportado a Estados Unidos, para refinarlo y después revenderlo a Venezuela, con precios exorbitantes, como gasolina.

Desde el 2000 hasta 2014 la deuda externa creció en más de un 200%. Entre 1999 y 2013 el PIB venezolano creció un 23.1 % (Menos de 1.8% anual) y como si fuera poco el mayor centro de financiero de la América hispánica se encuentra en Caracas, en donde el grupo bancario tan amante de los rescates y beneficios astronómicos, como es el grupo Banesco, ostenta su sede.

En aspectos sociales Venezuela pasó de tener 19 muertes por cada 100.000 habitantes en 1998 a 90 por cada 100.000 en 2015, esto implica que la sociedad venezolana produce más muertes que países en guerra, o con ocupación extranjera, como Siria e Irak. Venezuela, un país con poco más de 30 millones de habitantes, tiene más de 6 millones de desempleados y otros 5 millones trabajando en sectores informales, la inflación llega al 141.5%. Según las pruebas PISA ocupa el puesto 173 en educación a nivel mundial y sigue perdiendo escalones en las mediciones del IDH, que en 1980 la ubicaban en el puesto 44 y en 2014 en el 71. Podría continuar citando cifras de todas las fuentes imaginables, pero creo que las hasta ahora expuestas harán que el lector se forme un concepto bastante amplio, y escalofriante, de la realidad humana en la hermana Venezuela.

El chavismo no hizo de Venezuela una nación independiente libre de la opresión imperialista. Por el contrario, destruyó su aparato productivo, la endeudó como nunca y no sólo la entregó más al “enemigo” estadounidense, sino que le abrió campo a otras potencias, China y Rusia, para que también pudieran depredar los recursos locales. La única nación realmente combatida en esta lucha “antiimperialista” ha sido España. Se propagó la leyenda negra a niveles surrealistas, se han eliminado toda clase de inversiones españolas de los renglones nacionales, se han reemplazado símbolos y escudos en todos los municipios para borrar el pasado español y se han creado enemistades artificiales con Colombia, para generar escenarios calcados de la guerra fría, en donde la balcanización de un territorio le permite a los incitadores del caos hacerse con el poder mientras los hermanos se están matando entre sí.

Ese es un punto fundamental, todo lo que pueda ser visto desde California hasta la Tierra del Fuego tiene una influencia mayoritariamente española. El triunfo de la hispanidad más destacado en esta región del mundo, fue el de vertebrar un territorio tan vasto, con miles de distintas tribus locales y grupos extranjeros, bajo una sola dirección. Aunque nunca se logró consolidar un poder monolítico, pues la naturaleza de razas distintas nunca permitirá este escenario, se creó una estructura social con la cohesión suficiente para generar un destino común. A más de doscientos años de la desaparición del imperio americano, sigue existiendo esa semejanza en los descendientes, blancos y mestizos, de la gran España.

Lo similar se junta con lo similar, es mucho más fácil lograr un entendimiento entre individuos de países hispanos que con los de otras latitudes. Por lo tanto, políticas responsables de desarrollo independiente dirigirían a la natural creación de un bloque continental, que aunque mantuviera sus fronteras políticas estaría unificado cultural, genética y socialmente. Para que el poder mundialista tenga éxito, debe crear separaciones artificiales entre pueblos hermanos para luego introducir genéticas ajenas que terminen por generar una balcanización social y sanguínea, que impida que la masa mayoritaria se revele contra unos pocos banqueros.

Chávez no liberó a su pueblo, se lo entregó a los enemigos que decía combatir, a la vez que destruyó las bases históricas y genéticas de los que juraba defender; no es muy difícil ver que el esquema utilizado es el mismo. Venezuela no es sólo un país de América, Venezuela también es España. Es un espejo que refleja el futuro de Iberia si se alza con el poder un hombre que pretende fracturar la nación, regalándole Cataluña a los moros, el País Vasco a quien le dé la gana y lo poco que todavía se llame España a los terroristas, a cualquier raza que no sea la blanca mediterránea, a los banqueros y al mismísimo demonio. Pablo Iglesias es una pieza más del globalismo sionista que busca enfrentar a los hermanos, al mejor estilo del Duelo a garrotazos de Goya, mientras le entrega su país a la casta que dice combatir, cuando en realidad esa casta son sus amos.

En lo personal considero necesaria la situación tan catastrófica que estamos viviendo, porque nos da la oportunidad de redescubrir nuestro mito. España no es la representación de las realidades ya construidas, es el símbolo de la imposibilidad pura materializándose por el efecto de la voluntad. Con todos sus grandes héroes y musas, Gothia ha preferido hacer de su más grande personaje cultural a un viejo enloquecido por las novelas de caballeros. No escogió un drama heroico lleno de dioses y demonios, eligió deliberadamente un combate solitario y desesperado en contra de lo existente para crear, por efecto de la fe, un mundo de nobleza idealizada que vivirá mientras creamos en él.

Pues… yo sí creo en ese mundo “fantástico”, en el que puedo entregar mi devoción a una diosa encarnada en mujer y llamarle Isabel la Católica; tengo el convencimiento fanático de que un solo caballero con armadura puede ser el terror de Allah y que los mismos fieles de ese dios sean los que le bauticen como el Cid, estoy absolutamente convencido de que un explorador, mago y poeta, puede redimir con su sufrimiento a todo un continente y llamarle Pedro Sarmiento de Gamboa. Yo creo en ese quijotesco mundo al que le llaman ESPAÑA.

Discúlpenme por ser tan loco, pero si recupero la cordura ese símbolo dejará de ser mío. Se lo apropiarán los etarras y globalistas, las FARC y los banqueros. Si lo hago, pasaré a creer que el WhatsApp es lo mismo que las conversaciones, las prostitutas que las esposas y el placer que el amor. Perdónenme Iglesias y Chávez, pero España es el símbolo de mis hermanos y el mío propio, es mi turno de honrar el sacrificio de nuestros ancestros. Tengo el honor de presenciar el momento más crítico de la hispanidad, por extensión tengo la oportunidad de hacer parte de esa masa española que llevará a su madre a la mayor grandeza que haya visto. España es nuestro símbolo y nunca nos lo van a quitar.

*Desde San Bonifacio de Ibagué, Colombia