Carta abierta al conde de Godó
Xavier Rius*.- Distinguido señor: Desde luego usted no se acordará de mí. Cuando yo empecé a trabajar en La Vanguardia creo que éramos más de 1.200 empleados. O sea, que simplemente era un número. Aunque, todo hay que decirlo -y le estoy muy agradecido por ello- fui el primer en recibir una beca de la Fundación Conde de Barcelona. Estamos hablando del año 1986.
Me mandaron a Estrasburgo y luego, cuando volví, a la delegación de Madrid dos años. Tras el paréntesis de la mili -obligatoria entonces- me reincoporé a la redacción de Barcelona. A mediados de los 90, cuando El Mundo aterrizó en Barcelona, decidí dar el salto. Simplemente por un cambio de aires. Era entonces o nunca.
No era fácil irse de La Vanguardia. Era -y es- un gran diario. Conozco muy poca gente que se haya ido voluntariamente. Al menos de mi quinta: Antonio Galeote, Carles Flo, Jordi Juan. Apenas se iba nadie. Era como un seguro. Un trabajo para toda la vida. Ahora las cosas han cambiado.
Quiero decirle también que yo, a La Vanguardia, la quiero. Pese que a veces no lo parezca. Si en alguna ocasión me hubieran pedido consejo para la edición digital, por ejemplo, lo hubiera hecho gratis.
Era el periódico que se compraba en casa de mis padres. Aún recuerdo aquellas páginas grises de huecograbado. Y, para desespero de mi mujer, guardo muchos ejemplares de la Transición: el referéndum de la reforma política, las primeras elecciones, el 23-F.
Todavía ahora, a primer hora de la mañana, empiezo a leer la prensa por La Vanguardia. Luego viene el resto: El País, El Periódico, el Ara, El Punt-Avui, El Mundo, el ABC y La Razón. Aunque, con franqueza, los sábados echo en falta a Gregorio Morán.
Por eso he leído ahora con mucho interés que han creado un consejo asesor en Madrid (17 de mayo) y que el director, Màrius Carol, ha dado una conferencia en el Fórum Europa de Nueva Economía (14 de junio) para defender la “imparcialidad” del diario durante el proceso. Bueno, ahora lo llaman “crisis catalana”.
Entre los asistentes había lo más granado de la capital. Desde la nueva ministra catalana, Meritxell Batet, a la presidenta del Congreso, Ana Pastor. Y representantes de casi todos los partidos además de PSOE y PP: Ciudadanos, Podemos, ERC, Pdecat. E incluso de muchos medios de comunicación. La que creo que no estaba es Pilar Rahola.
Permítame decirle, en todo caso, que van tarde. Durante años, La Vanguardia ha estado alimentando el proceso. No se trataba de hacer un diario independentista o un diario unionista, sino simplemente hacer un diario de referencia: uno que explicara las cosas como son.
Se nota mucho que ahora quieren alejarse, desmarcarse, soltar lastre. Pero La Vanguardia ha tenido un papel fundamental en lo que bautizaron como “transición nacional”. No se sabe muy bien hacia donde vistos los resultados. Porque no es sólo un diario, es todo el grupo: un periódico, una cadena de radio y una televisión.
Recuerdo que, en las elecciones del 2012, el entonces candidato de CiU, Artur Mas, hizo campaña con los dos grandes grupos de comunicación del país a favor. Uno público: la Corpo. Y otro privado: el Grupo Godó.
¡A pesar de ello perdió doce diputados de golpe! Pasó de 62 a 50. Ahí ya se vio por primera vez que los diarios tradicionales estaban perdiendo no sólo audiencia sino también influencia a causa de las redes sociales y los medios digitales.
El Brexit o la victoria de Trump sólo ha hecho que confirmar esta tendencia. Ha pasado exactamente lo contrario de lo que auguraron que pasaría. Una cosa es lo que piensen -y quieren- y otra muy distinta lo que deciden los electores. El voto felizmente es secreto.
Es cierto que poco después saltó José Antich de la dirección. Que conste que yo, con Pepe Antich, tengo buena relación personal. Y espero continuar teniéndola. Pero tampoco entiendo su evolución profesional desde las cercanías del PP y de Convergencia -devoré en su día su libro sobre Jordi Pujol- hasta el soberanismo más hiperventilado.
Al fin y al cabo llegó a la dirección del diario una semana después de la mayoría absoluta de Aznar. Ahora es el referente de periodístico de Puigdemont, que anda todo el día retuiteándolo. Si el tándem Antich-Barbeta -uno en la dirección y otro como redactor jefe de política- hizo lo que quiso durante todo ese tiempo fue porque usted se lo permitió. Ahí La Vanguardia empezó a jugarse su credibilidad.
Guardo, como oro en paño, algunas piezas de Jordi Barbeta que más que crónicas periodísticas parecen artículos de opinión. Eso sí, publicadas en las páginas de información. ¡Que caray en las páginas de información, abriendo la sección de Política! ¿No había nadie para ponerle freno?
Sin olvidar que La Vanguardia ha albergado a algunos de los más ilustres gurús del proceso -ya he mencionado antes a Pilar Rahola- como Francesc-Marc Álvaro, entre otros. Bueno, a Álvaro más que albergar lo tenían a pan y cuchillo: La Vanguardia, Rac1, 8TV.
¡Hasta Eduard Pujol pasó directamente de la dirección de Rac1 a portavoz de JxCat! ¿Usted sigue sus intervenciones? Casi da miedo. El otro día, en un pleno del Parlament, dijo que Ciudadanos habían sido “derrotados” y que Catalunya los había vencido. Y eso que ganaron las elecciones. Otro que se cree que Catalunya es él.
Perdón por la pregunta: ¿pero usted se lee el periódico? ¿al menos entre líneas? ¿escucha los informativos de Rac1? Un día, pillé el del mediodía por casualidad -iba a un túnel de lavado- y me quedé de piedra. Luego descubrí que lo presentaba una exjefe de prensa próxima a CDC.
Aplicando aquella famosa frase de Clemenceau durante la Primera Guerra Mundial: “la guerra es demasiado importante como para dejarse a los generales”. Pues lo mismo: un periódico es demasiado importante para dejarlo sólo en manos del director.
Tendría que haber estado usted más encima del producto. El editor tiene que ser el alma, el vigilante, llevar el periodismo en la sangre. Como, si me permite las comparaciones, Katharine Graham con el Washington Post durante el Watergate. Era ella la que daba la carea. La que paraba los golpes.
Porque hay otra cosa que no entiendo: que La Vanguardia vaya por un lado y Rac1 por otro. Quizá es usted un genio -o su hijo Carlos- y ha llegado a la conclusión de que más vale tener un medio de cada ideología para contentar a todos.
Pero tras el batacazo por la aplicación del 155 lo primero que hicieron en Rac1 fue acentuar el perfil soberanista de las tertulias -debía ser para darse ánimos- y fichar a Albano Dante y a una tertuliana que ha tratado de “pajarraca” a la jefa de la oposición. Vaya nivel. ¡Haber fichado al menos Joan Coscubiela para reequilibrar!
Y dejo de lado 8tv porque me temo que no ha conseguido consolidarse como la televisión privada de Catalunya.
Quizá ahora Ramon Rovira intenta un sutil cambio de rumbo pero me temo que los tertulianos son más o menos los mismos. Ni siquiera es alternativa a TV3 y eso que ahora sería el momento de abrir hueco. Dicen que les hicieron una oferta para comprarla y que la Generalitat vetó la operación.
Por eso, a veces me da la sensación que en el grupo no manda nadie. Va haciendo, por inercia. ¡Y eso que hay seis directores generales incluido Josep Caminal!
Permítame, don Javier, decirle dos cosas para terminar. La primera es que lamento las críticas pero creo que alguien tiene que decírselas. La segunda es que, como ya le he dicho antes, a La Vanguardia la quiero. Y en ocasiones me hace sufrir. Por eso he preferido decirle la verdad.
Espero que continúe siendo el primer diario de Barcelona durante mucho tiempo. Pero para eso hay que poner manos a la obra ya. Cuanto más tiempo pase, peor. En tiempos de internet el tiempo vuela. Mucha suerte.
*Director de E-noticies
EL CONDE DE GODÓ, el alcahuete y palanganero de Don Juan Carlos I en BARCELONA, que le prestaba -y supongo seguirá prestando-, su pisazo para sus juergas, y digo juergas por no decir orgías. EL CONDE DE GODÓ EL GRANDE DE ESPAÑA MÁS ENANO QUE CONOZCO. Un hombre absolutamente inútil, a quien todo le ha sido regalado, pues le ha venido por herencia. Un tipo despreciable, Y TRAIDOR A ESPAÑA Y A LOS ESPAÑOLES, habiendo puesto su potente grupo mediático -cada día menos, a Dios gracias-, AL SERVICIO DE LOS SEPARATISTAS. ¡No entiendo como la Asociación de Grandes de España… Leer más »
EL CONDE DE GODÓ, como el conde don Julián, UN GRAN TRAIDOR A ESPAÑA.
Un grande de España, alcahuete del rey decrépito, que en realidad es un enano, tanto físico como mental.
Y UN GRAN TRAIDOR, REPITO, A ESPAÑA Y A CATALUÑA, QUE TAMBIÉN ES ESPAÑA.
Antes La Vanguardia era Española. Luego le quitaron su identidad y perdió el prestigio convirtiéndose en un periódico .más. sin el tirón con el que la habían distinguido siempre sus muchos lectores. A aquel antes, ha seguido un penoso después…