Los niños de Tailandia fueron sedados para no entrar en pánico en el rescate
Los niños atrapados en la cueva de Tailandia fueron sedados para que no entraran en pánico. Un día después de su exitosa salida de la caverna, así lo han reconocido este miércoles los responsables del equipo de salvamento, que han revelado numerosos detalles de la operación en una multitudinaria rueda de prensa. «Los niños no nadaron, solo flotaron. Algunos podían estar despiertos y otros dormidos», ha explicado Apakorn Youkongkaew, jefe de los «Navy Seals», los buzos de élite de la Marina tailandesa. Aunque no ha respondido abiertamente que hubieran sido sedados, sí admitió que habían sido «tranquilizados» para que saliera bien el rescate a través de un laberinto de grutas angostas, algunas inundadas. «Cada niño, llevado por dos buzos, portaba una máscara integral que les permitía respirar con normalidad de su bomba de oxígeno, pero podían entrar en pánico y eso era un problema», ha indicado el militar, quien aseguró que «los niños no tenían que hacer nada».
Así se aprecia en el vídeo difundido por el Gobierno, donde se ve a los efectivos de salvamento cargando con los niños en camillas en los tramos secos del recorrido. De los cinco kilómetros que tuvieron que atravesar hasta la salida de la cueva, el responsable de los «Navy Seals» ha señalado que «350 metros fueron en agua, y de ellos el 40 por ciento bajo agua». Al llegar a una gruta próxima a la salida, donde se había instalado una enfermería, los niños eran atendidos por los médicos, que les hacían un chequeo antes de ser trasladados al hospital. A través de oscuras cavidades, las imágenes demuestran la complejidad del rescate, que acabó este martes con éxito después de que los niños y su monitor se pasaron 17 días atrapados en la cueva.
Recuperación en el hospital
Aislados en la octava planta del hospital provincial de Chiang Rai, los doce niños y el monitor rescatados de la cueva de Tham Luang ya se recuperan de las más de dos semanas que han pasado sepultados a 600 metros de profundidad. Aunque presentan males propios del tiempo tan largo que han permanecido bajo tierra, «no hay preocupación sobre los efectos a largo plazo y todos parecen sanos», explicó ayer el secretario de Salud Pública, Jedsada Chokdamrongsuk, según informa Khaosod.
Mientras se mejoran, todos ellos han sido puestos en cuarentena para no contagiar de posibles enfermedades a sus familiares, a quienes han podido ver a través de un cristal. Tras hacerles análisis de sangre, los doctores temen que puedan haber sufrido alguna infección en la caverna porque todos presentan unos niveles demasiado altos de leucocitos. De hecho, parece que dos de los muchachos tienen los pulmones infectados por la humedad a la que se vieron expuestos en la gruta.
Además de sufrir desnutrición y deshidratación, todos ellos tienen que llevar constantemente gafas de sol hasta que sus ojos se acostumbren de nuevo a la luz después de tantos días a oscuras. Para que sus estómagos no se vean dañados, de momento toman una dieta blanda. Pero, en lo que parece una señal muy buena, los chicos ya están pidiendo platos más contundentes, como pollo frito o cerdo, porque al parecer tienen un hambre canina.
Reencuentro familiar
Cuando los médicos comprueben en un par de días su analítica completa, los niños podrán reencontrarse con sus familias si no sufren ninguna infección. Después de su angustioso rescate, será un momento emocionante porque, hace solo una semana, parecía imposible que pudieran salir con vida de la cueva. Como se ha comprobado, el problema, más que físico, era mental, ya que podían entrar en pánico al verse obligados a bucear por unas grutas tan estrechas que dispararían su claustrofobia. Para evitar que un episodio así pusiera en peligro no solo sus vidas, sino también las de los buzos, hay especulaciones de que los niños habrían sido sedados.
A la espera de que las autoridades lo confirmen o desmientan, el rescate ha funcionado con precisión suiza y ha sido todo un éxito para la Junta militar que gobierna Tailandia desde el golpe de Estado en 2014. Con disciplina marcial, los equipos de salvamento han movilizado todos los recursos disponibles para sacar a los muchachos de la fatídica caverna. Nada más llegar a una gruta cercana a la entrada donde se había instalado una enfermería, los rescatados eran observados por los médicos y luego, al cabo de un rato, trasladados hasta la boca de la cueva. Desde allí, una ambulancia los llevaba hasta los helicópteros aterrizados en un campo cercano, con los que volaban hacia Chiang Rai para ser ingresados en el hospital de la capital provincial.
Para que nade ni nadie interrumpiera la evacuación, la Policía acordonó este martes la calle que daba acceso al nuevo ala del recinto médico, a cuyo alrededor se habían apostado numerosos medios de comunicación y algunos curiosos. Entre miradas incrédulas y aplausos emocionados, las ambulancias llegaron al hospital con los cinco últimos atrapados de Tham Luang, cuya vida ya es un puro milagro.