El Himno de Riego
El himno de la II República -el Himno de Riego- es un himno que se ganó del pueblo soberano y por méritos propios el general Rafael del Riego y Flórez Valdés, tío carnal y cuñado de mi tatarabuelo José del Riego y del Riego, hijo de una hermana del General, Josefa, casada con Joaquín del Riego Bustillo, primo de ambos y que era de los Riego de Villanueva. Cuñado porque contrajo matrimonio en 1821 con su sobrina y hermana de mi tatarabuelo, Teresa, la Puchurra, como la llamaban en familia y que falleció en Londres un año después de la muerte del General, adonde se la llevó en septiembre del 23 su tío Miguel, hermano del general y sacerdote, al amparo de tantos liberales huidos del terror absolutista, a Little Chelsea -frente a Hammersmith- en Londres.
Este José del Riego y del Riego, mi tatarabuelo, nacido en 1804, casado con su prima Encina Macías del Riego, fue padre de mi bisabuelo Rafael del Riego Macías (1834-1904) y este Rafael, a su vez, padre de mi abuelo César del Riego Estévez (1877-1913) y este de mi padre César del Riego Moreno (1906-1981). Mi apellido del general –el de los Riego de Tuña- es mi apellido decimocuarto.
El General Rafael del Riego, nacido en Tuña (Asturias) el 09-04-1784 fue injusticiado en la Plaza de la Cebada de Madrid el 07-11-1823, en la horca, tras ser llevado al cadalso maniatado en un serón que arrastraba un pollino y trucidado del modo más cruel –decapitado y descuartizado según apunta Patricio de la Escosura Morrogh que en aquel momento contaba con 16 años- a los 39 años de edad, la misma que “el Deseado” Fernando VII, también conocido por “el Mangueras” (tal estaba artillado el bastardo de macrosomía genital) y del que cuya madre María Luisa de Parma, nieta de Luis XV -se dice y lo recogen las plumas de José María Zavala y Juan Balansó- que reconocía en artículo mortis su ilegitimidad como la de todos sus hermanos en 1819, ante su confesor –en busca de absolución- el agustino Fray Juan de Almaraz, que así lo manifestaba por escrito en 1827 –a juro in verbis sacerdotis- ya que tenía el encargo comprometido de revelar el secreto, lo que supondría la extinción y conclusión de los Borbones, que parece ser que eran Godoy, el heredero universal de la reina.
Había alcanzado Riego el grado de Capitán General de Aragón y la presidencia de las cortes y tuvo este final tras enfrentarse a la Santa Alianza que trajo el rey traidor al poco de la francesada para recuperar el absolutismo de él, el Felón Fernando VII. El General Riego nunca fue republicano ni revolucionario, sino monárquico constitucionalista.
En la batalla de Espinosa de los Monteros, (noviembre de 1808) cuando la francesada, cayó prisionero por quedarse y defender como teniente y ayudante de campo a su General (Acevedo) que, gravemente herido, fue rematado finalmente y a los pocos días por los franceses del coronel Tascher sin miramiento a su estado y grado, y permaneció en prisión en Francia durante cinco años, en los que se instruyó y se familiarizó con todo lo referente al fin del trasnochado absolutismo de Luis XVI acaecido 19 años antes, que había provocado la Revolución francesa de 1789. Le jour de gloire del 14 de julliet, cuando se tomó las Bastilla.
Lo trajo a su vuelta –evadido y nada jacobino- para hacerle jurar en 1820 al absolutista Fernando VII la Constitución de 1812 “La Pepa”, con la que se habían dotado los españoles en cortes constituyentes en plena invasión napoleónica y con su rey de vacaciones. Lo hizo éste en vano y no se lo perdonó.
Ese fue su delito, procurar la libertad, la democracia y la felicidad de los españoles. Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional, decía el canalla Felón –como le llama Sánchez Albornoz- en el escrito de 10 de marzo de 1820 cuando la juraba “con la solicitud propia de mi paternal corazón” decía cursimente, “cual tierno Padre”. Manda pelotas, qué cinismo y cara dura la del bellaco.
Riego pecó de ingenuo con su perjuro asesino, permaneciendo en España confiado a semejante víbora y su iniciativa constitucional tuvo influencia, lógicamente, en la Rusia zarista, Italia y Portugal, pero nunca habló de república, sino de monarquía constitucional. Monárquico y católico, como reconoce Unamuno. Vicente Blasco Ibañez dice textualmente en su Historia de la Revolución española desde la guerra de la Independencia hasta la Restauración en Sagunto, que lo que nadie ha podido negar de Riego es la modestia que tal vez hacía que fuese hacia su persona aquella inmensa y loca popularidad que él nunca buscó.
Ignoro de quién fue la ocurrencia de adjudicar este himno personalista, el Himno de Riego, obra del también general Evaristo Fernández San Miguel, a la II República española y si no fue tan sólo por oponerlo –como un Trágala- a la Marcha Real, allá por 1931 y más aún, cuando se le atribuyen gratuitamente connotaciones irreligiosas y masónicas, que nada tienen que ver con él. Lamentable. Esta es la letra del himno:
Serenos alegres,
valientes, osados,
cantemos, soldados
el himno a la lid.
Y a nuestros acentos
el orbe se admire
y en nosotros mire
los hijos del Cid.
Soldados, la Patria
nos llama a la lid,
juremos por ella,
vencer o morir.
Luchó, repito, contra los franceses legitimistas del absolutismo dirigidos por el duque de Angulema e invocados por el Felón y traídos a España para acabar con la Constitución de 1812.
Por cierto, que quitando la rehabilitación en 1835 del liberal Mendizábal, su amigo y correligionario ya presidente del gobierno y de la reina Gobernadora, que se acogía a los liberales por miedo a los carlistas y para proteger el trono de su hija Isabel –transcurrida la década ominosa o calomardiana la mitad de la cual, por mor del Felón España se mantuvo invadida por el ejército francés-, ni la persona de Riego, ni su honor, jamás han merecido la debida y proporcionada satisfacción por quienes le asesinaron de forma tan infamante y cruel.
Ni mucho menos por quienes se beneficiaron de su conducta que puso término al absolutismo medieval, ni han sido reivindicados por aquella barbaridad -descuartizado según la criminal y vergonzosa sentencia- ni se han buscado sus restos esparcidos por España, vete a saber en qué cuneta. No se ha gastado un duro en ello, cuando se estila hacerlo con longanimidad para algunos, ni su imagen se ha inmortalizado en un monumento decente allí donde se le ejecutó, más allá de una plaquita de avío, ni su imagen ha aparecido siquiera en un sello de correos, cuando lo han hecho hasta el capitán Trueno y Carpanta. Así tratan los españoles a sus héroes.
Tampoco se ha subvencionado ninguna película histórica al respecto, ni en los regímenes liberales, socialistas o socialdemócratas que nos traemos, porque no parece meritorio haber sido trucidado vilmente por defender la constitución y la libertad, pudiendo exaltar con esos dineros las virtudes bolcheviques o las del maquis comunista –a lo que algunos llaman represión franquista- en perjuicio como siempre, de los ciudadanos honrados y confiados. Así estamos y así nos luce el pelo.
Escasos monumentos a su hazaña adornan la geografía española, en Oviedo y en las Cabezas de san Juan. Nada excepcional que digamos y tirando a cicateros. Hay alguna calle en Madrid, en Tineo, en Oviedo, pero poco más.
Sí hay muchas plazas de la Constitución del 12, que él puso de moda y que ahora se adjudican a la del 78. Lo mismo ocurre con otros héroes constitucionalistas asesinados por la misma mano del Felón: los generales Torrijos –masacrado junto a sus 48 compañeros maniatados en una playa de Málaga- Lacy Gautier –fusilado- y Díaz Porlier -ahorcado- tanto como Marianita Pineda, a quién se diera garrote y tantos y tantos liberales. Más monumentos hay del Mangueras, el infame Fernando VII. Otro gallo le cantara a Riego si hubiese sido masón, republicano o comunista en vez de monárquico. Así es de triste la cosa.
El pueblo ignorante y embrutecido por el absolutismo de garrafa gritaba “vivan las caenas” y tiraba de la carroza sustituyendo a los caballos. Para que te fíes y te vayas con los soldados. El mismo Karl Marx se refiere a esas gentes como populacho, chusma o multitud en su Escritos sobre España. Extractos de 1854, en cursivas y en castellano en el original.
No soy historiador, sino lector, estudioso del asunto y acreedor de sus biógrafos y conocedores del liberalismo, como su coetáneo Antonio Alcalá Galiano, Eugenia Astur, Carmen de Burgos, Alberto Gil Novales, y de Honorio Feito, el asturiano de alzada y viejo amigo, erudito en materia de liberalismo decimonónico.
Me cabe el orgullo de anotar la noble, leal y elogiosa referencia personal de su amigo La Fayette… lo que escribe en carta de 25 de noviembre de 1823 al presidente Monroe de los Estados Unidos, en la que se indigna de la suerte reservada a Riego y se contrapone a los ataques de Baroja y Galdós, sus máximos detractores, y desmiente la baja acusación de debilidad en sus últimos momentos. En Mémoires, correspondance et manuscrits -Paris, Londres 1837-1838, VI, 161- La Fayette anota que antes de morir, Riego se quitó la corbata, puso en ella un mechón de sus cabellos, y se la envió a su recentísima esposa y sobrina, que moriría de dolor al año siguiente en Londres; la cual remitió la mitad a Lafayette, y guardó el resto.
Conservo los pocos papeles de la familia que han llegado a mis manos y sí, soy pariente de este liberal asesinado por ello, como he expuesto. Soy …de familia de ahorcados, como decía mi amigo Dámaso Santos Amestoy y visto el maltrato que se le ha dispensado por monárquicos, por republicanos y por la izquierda sin graduación que tanto reivindica a personajes de poca talla, e incluso sádicos carniceros chekistas –lo que supone enaltecimiento del terrorismo o apología del mismo como poco y que sorprende cómo lo deja pasar la fiscalía- me siento asistido de cierto derecho a opinar al respecto ya que vamos “de memorias” que pretenden retorcer la verdad y llevarse por delante lo que sea. La culpa no es de Franco, de eso no me cabe duda alguna.
He conversado a lo largo y ancho de mi vida con combatientes de la guerra civil de ambos bandos, tanto oficiales como simples soldados, familiares y sufridores, incluso en Inglaterra y Túnez, y he estudiado a historiadores como Stanley G. Payne, Hugh Thomas, Ricardo de la Cierva, Salas Larrazabal… He vivido la postguerra con la insidia comunista de los maquis, y la cerrilidad de ETA, no menos leninista, y han sido los testimonios personales, lo que he visto, las cifras, la prelación de los actos, los actores y su preparación, las acciones y reacciones, entreactos y consecuencias lógicas y el entorno, y eso ha sido lo que me ha empujado a salir al paso y afirmar verdades incuestionables que están ahí y es imposible negarlas. He hecho la mili, he jurado bandera, soy católico y he procurado vivir con los oídos abiertos siempre… y, sobre todo, amo a España, estoy orgulloso de ella, admiro su historia y su civilización y ya se sabe… así lo siento. Y en última instancia…
Con la madre siempre, con razón o sin ella.
Le hago señor una pregunta, bien respondida tiene un gran premio. Ahí va.
Dígame usted cuantos años tenia en el 1982 la prima segunda de la vecina que vive en el piso 5º de la calle del Zapato número bota de la Ciudad de Reviene que es a la vez prima en tercer grado de doña Bernarda la de Logroño. Si hombre, esa peinada con moño.
No sabía que faltaran monumentos y calles dedicados a su antepasado. Sí que sabía que hay una calle en Barcelona, en el barrio de Sans. Pero mucho me temo que es porque se piensan que fue republicano y hasta catalanista, vaya Usted a saber, Don Pelayo.
Un saludo.
Totalmente de acuerdo con Guzmán2. El golpe de Riego es la chispa de todos nuestros enfrentamientos civiles del siglo XIX y rompe el corazón ( y la voluntad ) a los españoles americanos que luchaban por España y el Rey en contra de los criollos vendidos al oro anglosajón. Tantos generales que habían luchado por la corona: La Mar, Castilla, Gamarra se pasaron a los independentistas, aunque al poco tiempo La Mar volvio a combatir a Bolivar ( en 1828 ). Y en el campo realista el golpe de Riego también sembró la discordia entre generales liberales y absolutistas, lo… Leer más »
Igual a usted, don Pelayo, España le ha tratado como una madre, y me alegro por ello, pero un lector interesado en la historia como ud. sabe perfectamente que hay muchos millones de españoles para los cuales España ha sido una madrastra, y de las malas. Es mas complicado ser incondicional de una madrastra, sobre todo si no es buena.
Y para acabar de momento, le diré que el hecho de que su antepasado era masón es tan público y notorio que hasta lo pone en wikipedia. Y llamar a Mendizábal su “correligionario”, sabiendo que era un criptojudío empleado de los Rothschild, tampoco dice nada a su favor. Sin ánimo de faltar, y aunque no sea historiador, le vendría bien estudiar un poco más de historia, por lo menos la de la época de este antepasado del que se siente tan orgulloso.
Administrador: Respete usted a nuestros colaboradores. No se lo diremos más veces.
Aquí le dejo (acabo de encontrarlo en una búsqueda rápida) una opinión que creo bastante autorizada: «Riego fue un gran traidor cuya sublevación nos costó la pérdida de América». [https://www.elcomercio.es/culturas/201605/20/riego-gran-traidor-cuya-20160520003229-v.html] A. VILLACORTA OVIEDO. Viernes, 20 mayo 2016, 00:32 Fernando Álvarez Balbuena (Gijón, 1933), optometrista de profesión, licenciado en Derecho, doctor en Ciencias Políticas y Sociología y gran aficionado a la Historia, ofreció ayer la ponencia ‘La inmerecida fama del General Riego’ en el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea), en la que afirmó que la del general nacido en Tuña (Tineo) en 1784 «es una figura con muchas más sombras… Leer más »
Llevo varios años leyendo este sitio, alertadigital, y a veces sigue sorprendiéndome artículos como este. Un señor que defiende a Riego, y que dice que lo ejecutaron por “procurar la libertad, la democracia y la felicidad de los españoles”. Comprendo que es su antepasado, y que no es usted historiador, pero seguramente sabrá que le pusieron al frente de un ejército de 15.000 hombres para intentar sofocar las sublevaciones americanas, y en vez de embarcarse hacia América, SE SUBLEVÓ él mismo. Yo a este individuo lo calificaría como uno de los mayores traidores de la historia de España, independiemente de… Leer más »
Muy buen e ilustrador artìculo. Solo querìa afirmar que el Rey de Francia Luis XVI no era ni tan absolutista ni tan mediocre como lo pintan, siempre ha tenido muy mala prensa. Nadie recuerda, (o insidiosamente se oculta) que dicho monarca financiò a los independentistas norteamericanos, y que, debido a ello se fundiò el Tesoro francès. Todos los ministros de Luis XVI en el Consejo se opusieron a ello y de todas formas el Rey impuso su propio criterio y apoyò a los norteamericanos aduciendo que tenìa que cumplir con la palabra prometida, un ejemplo de autèntico Caballero medieval. En… Leer más »