San Fermín: la salud insultante de la Feria del Toro
A. Amorós.- Los números no mienten: en Pamplona, diez días seguidos de festejos taurinos, con la Plaza prácticamente llena, suponen cerca de doscientos mil espectadores. A eso se unen los que acuden, por la mañana, a las vaquillas y festejos populares. Y no digamos los que presencian los encierros. Si sumáramos los que ven por televisión las corridas y los encierros, la cifra sería impresionante. Algunos medios, sin embargo, prefieren subrayar que un centenar de personas se han manifestado en contra de los toros… Un año más, la gran fiesta navarra de San Fermín ha demostrado su fuerza y su vitalidad, como la expresión de una alegría popular incontenible. Y, un año más, la Feria taurina de San Fermín ha confirmado ser una de las más exigentes e importantes del año. Más allá del ruido, conviene analizar algunos puntos.
El alcalde: el disparate y la polémica
Antes del comienzo de la fiesta, el alcalde, de Bildu, declaró que no concebía unos Sanfermines sin encierros pero sí podía imaginarlos sin corridas de toros. La excusa de las polémicas no basta para justificar un disparate semejante: no sólo atenta contra la historia y la cultura tradicional del pueblo navarro; también, contra la simple lógica. Igual podía imaginar un partido de fútbol sin goles, una ópera sin música o una procesión sin el Santo patrón…
Da vergüenza tener que insistir en una obviedad tan grande: la razón de ser de los encierros no es otra que el traslado a la Plaza de los toros que van a ser lidiados, un rito popular que es uno de los antecedentes de la corrida de toros moderna. Si este alcalde cree poder satisfacer, así, a los animalistas radicales, se equivoca del todo: un instante después de la hipotética supresión de las corridas, intentarían eliminar los encierros, por «maltrato animal», y el daño para la ciudad sería inmenso. Rápidamente reaccionaron los ganaderos: no llevarían sus toros a Pamplona, si no hubiera corridas. Espero que no haya ocasión de comprobarlo.
La Fiesta del Toro: Jandilla, mejor ganadería
San Fermín es, ante todo, la fiesta del toro bravo, como tótem popular. En torno al toro gira la jornada completa, de la mañana a la noche, del que tenga fuerzas para resistirlo: encierro, vaquillas, recortadores, apartado, corrida, toro de fuego, encierrillo. La organización de encierros y corridas de toros es impecable.
La Casa de Misericordia contrata con tiempo y paga bien los toros de las que considera mejores ganaderías. A Pamplona vienen los toros que son cabeza de la camada: los más grandes, los mejor armados y de mejor familia. El juego de esos toros sigue siendo una incógnita. Este año, no ha sido el mejor: flojos los de Fuente Ymbro; complicados, Escolar y Miura; manejables, los de Cuvillo; con cierta nobleza, los de Cebada Gago.
La ganadería triunfadora ha sido, indudablemente, Jandilla; el mejor toro, uno del Puerto de San Lorenzo. Dieron buen juego, en su debut, los novillos navarros de Pincha.
Los triunfadores: Roca y Padilla
La Feria alcanzó su cumbre emocional en las despedidas de Pepín Liria y Juan José Padilla. Liria se libró de un serio percance y recibió el afecto de los aficionados. Padilla vivió una tarde realmente inolvidable, en la que todo salió a la perfección: una justa recompensa a su heroica carrera. Junto a ellos, el indiscutible triunfador ha sidoAndrés Roca Rey. Para mucha gente, este San Fermín ha supuesto su plena consagración como primerísima figura, algo que no sorprende a los que habían seguido su trayectoria. Con sólo 21 años, está ya en la cumbre; es la gran novedad que atrae a todos los públicos. Su valor sereno y su cabeza clara han arrollado, en Pamplona. Si le respetan los toros, hay figura para rato.
Además de Padilla y Roca Rey, ha salido a hombros Octavio Chacón, confirmando lo que vimos en Las Ventas: una capacidad lidiadora muy poco frecuente. También abrieron la puerta grande Francisco de Manuel, con la ambición que debe tener un novillero, y los tres rejoneadores, Leonardo Hernández, Roberto Armendáriz y, sobre todo, el ídolo local, Pablo Hermoso.
Los trofeos: no todo son orejas
Sin lograr el triunfo completo, ha mostrado su clara progresión Emilio de Justo. También han cortado trofeo Ureña, Román, Álamo, Castella, López Simón y Cayetano; los novilleros Cadaval y Toñete. Sin trofeo, ha mantenido su puesto El Juli, que volvía a Pamplona después de un año de ausencia. No ha tenido fortuna Ginés Marín, que no ha logrado repetir el triunfo del año pasado.
Las cornadas: heridos Castaño y Ureña
Para el gran público, las cornadas han sido la noticia más llamativa de la Feria. Felizmente, ninguna ha sido gravísima. Ya están reponiéndose Javier Castaño, herido grave, y Paco Ureña, menos grave. El capotillo de San Fermín salvó a Pepín Liria, Gonzalo Caballero y López Simón, que sufrieron fuertes volteretas. Con los toros tan serios y armados como los que se lidian en esta Feria, no deben sorprender estos percances, cuando los diestros se arriman de verdad.
El futuro: renovados los abonos
Se han renovado, este año, el cien por cien de los abonos: una prueba de la gran labor que realiza la Casa de la Misericordia. Un lunar evidente: la excesiva generosidad en la concesión de algunos trofeos devalúa su importancia. Contribuyen a ello la alegría del público y la falta de criterio de varios presidentes, a los que les toca este papel sólo por ser concejales del Ayuntamiento. Sin exigencia, el nivel baja. En la selección de los toros, no se debe atender tanto a la aparatosa presentación; más, a la presumible casta. Importa el motor más que la carrocería. Ese debate no es exclusivo de San Fermín: se da ahora en todas las Ferias españolas. Se impone, en todo caso, una conclusión indiscutible: les guste o no a algunos políticos, la afición a los toros, en San Fer.