Reflexiones sobre los nacionalismos
En la perspectiva del siglo XXI, y en el ámbito geográfico de Europa unida, nos encontramos con que los Estados nacionales se encuentran en una fase de profunda transformación que les está llevando a una pérdida progresiva de poder en favor de nuevas estructuras de poder supraestatal. Junto a los viejos Estados ha surgido un poder supraestatal cada vez más poderoso, y han surgido o resurgido en su caso, ciertas colectividades territoriales infra estatales que pugnan por tener un creciente protagonismo en el proceso de construcción europeo, ya sea por su afirmación o por su negación. Cataluña y Vascongadas se hayan entre estas dos alternativas. Una de ellas, la clásica, es la exigencia de un Estado independiente, que es la alternativa tradicional del nacionalismo. La segunda es la exigencia que en el proceso de construcción europeo participen no sólo los Estados sino también esas colectividades territoriales infra estatales, llámense naciones, nacionalidades, regiones o cualquier otra forma.
Los objetivos últimos de los nacionalismos vasco y catalán pueden resumirse en uno solo: la unificación de los territorios que subjetivamente, no históricamente, creen que forman los antiguos reinos o naciones. Tal objetivo choca de modo frontal con un obstáculo formal y varios obstáculos reales. El límite formal lo constituye la Constitución de 1978 que se fundamenta en la Unidad de España. Entre los obstáculos reales destacan las negativas de ciertas Comunidades Autónomas en seguir el juego a estos nacionalistas para la construcción de su Estado sin las cuales no tendrían viabilidad económica, y las dudas más que fundadas que la población de las mismas vote a favor de la independencia, eso con otro límite formal que las decisiones de esta hipótesis debe ser refrendada por todo el pueblo español y no sólo o solamente por la población de estos territorios.
El nacionalismo es muy débil en otras Comunidades ajenas a estos territorios vasco y catalán, aunque el auge de la extrema izquierda ha modificado el panorama político-social de las mismas poniendo sobre el tapete el supuesto derecho de autodeterminación de los pueblos grandes y pequeños; así como la falta de convicción en la izquierda, llamémosle moderada para distinguirla, estatal de la forma de Estado que marca la Constitución.
La vieja Vasconia se halla dividida en este momento, así como Cataluña, que fue un Principado de Aragón nada más, en varios entes políticos nacionales y extra nacionales en ambas Comunidades. Es injusto, además de inútil, pretender una unificación basada en un presunto ethnos cuyos contornos son tan difusos que lo hacen prácticamente inexistente, mucho más ahora con la tremenda carga migratoria que se está produciendo en estas Comunidades, internamente con las industrializaciones de finales del XIX y mediados del XX, con coeficientes de aloctonia y heterogamia muy altos, y externamente con los mayores índices de concentración de extranjeros en estas Comunidades lo que hace de ellas unas Sociedades eminentemente multiculturales y multirraciales, con lo que la única forma de legitimar estas independencias son las basadas en el demos, es decir, en la voluntad libremente expresada de los ciudadanos, donde se encuentran, según la Constitución, todos los españoles.
Resulta más apropiado para la Nación crear, partiendo del mutuo respeto y autonomía, instrumentos de colaboración dirigidos a la resolución de problemas mutuos económicos, culturales, tecnológicos, etc., sin tener que recurrir a fórmulas de discriminación positiva.
*Teniente coronel de Infantería y doctor por la Universidad de Salamanca
Apreciado Sr. Area,
Hacía tiempo que no le leía. Estaba ocupado en otros menesteres.
Es cierto que no comparto con usted muchas de sus tesis (otras sí), pero sus escritos siempre tienen la virtud (al menos para mi) de obligar a reflexionar sobre conceptos profundos, interesantes, y a menudo, muy difusos. Pensar (aunque sea sólo de vez en cuando), es algo que me gusta, y además…, !es gratis!.
Un abrazo
Creo que Usted, Don Enrique, apunta al demos, al pueblo, como motor de estos cambios pero soslaya que todo ese presunto nacionalismo no es más que una construcción artificial para beneficiar no al demos sino al hieros, a los dirigentes, tanto de Barcelona como de Bilbao como de Madrid.
Es mi humilde opinión. Un saludo.